Mi protegida.

23. No eres indefensa ahora.

El taxista conducía en silencio ahora y podía verlo mirar hacia el retrovisor cada dos minutos, Nathaniel le daba indicaciones cuando era necesario y yo solo movía mi pierna intranquila, todavía faltaban tres lugares por visitar y el sol empezaba a esconderse, el cielo empezaba a verse en tonos azules y naranjas; el tiempo avanzaba y me parecía que lo hacía más rápido de lo normal. Empezaba a desesperarme, los pensamientos de todas las cosas que podría estar haciendo Alexander a la bebé llenaban mi mente y me alteraban aún más, él no tenía misericordia, pero aún guardaba las esperanzas de que fuera un hombre que tuviera una pizca de moral o principios... o cualquier cosa que mantuviera a salvo a la pequeña.

— ¿Estas lista? — miré a Nathan, respire hondo y baje del taxi.

Caminamos hacia el lugar, parecía una bodega abandonada, rodeada por más bodegas que lucían bien, desentonaba completamente y me asustaba entrar, había leído varios libros y visto muchas películas donde asesinan personas en las bodegas y... no era un buen momento para recordar todo eso, tenía que controlar mis emociones si quería atacar a Alexander y tener éxito. Esperaba que él estuviera ahí.

— Se ve vacío — la voz de Nathan se escuchaba tranquila, él tenía la capacidad de mantenerse centrado y dejar sus emociones a un lado. Yo no — ¿Ves algo extraño? ¿Fuera de lugar? ¿Tal vez otra nota?

— No veo demasiado, entra poca luz — al contrario de Nathaniel, mi voz sonaba temblorosa, llena del terror y ansiedad que sentía en ese momento — Eso de allá... ¿Es sangre?

Mi voz se quebró aún más y él caminó al lugar que había señalado, luego sacó su celular, tomó una foto y después tecleo algo, se acercó a mí, puso su mano en mi espalda e hizo que empezara a caminar a la salida y de nuevo al taxi.

— ¿Que sucede? ¿Porque nos vamos así? — subimos al taxi y él le dio indicaciones nuevas al taxista.

— La nota estaba escrita en el suelo — sacó el celular de nuevo, pero no me mostró la imagen, la leyó para mí — —Tic, toc... el tiempo va volando, ¿Ya casi empiezan a seguir mi rastro? —

— Es muy extraño... no entiendo que carajos quiere decir en todas estas notas; siempre rima, siempre inicia con su estúpido tic, toc y siempre me recuerda que tenemos poco tiem... — me quedé en silencio y Nathaniel me miró con el ceño fruncido — ¿Alguno de los lugares tiene un reloj? ¿O algo parecido?

Él se quedó unos segundos pensando, sus ojos se abrieron y sin decirme nada le dijo al taxista que cambiara de dirección y condujera rápido, sacó su celular, llamó a Thomas y sin saludarlo si quiera le dijo hacía donde nos dirigíamos, después de colgar me abrazo y besó en los labios y soltó un suspiro tan grande que me descompuso, había estado guardando sus sentimientos y de algún modo mi pregunta iluminó su cerebro y pudo descifrar las pistas.

— ¿Cómo no me di cuenta antes? — susurró sin separarse de mi — Nosotros somos los gatos y él es el ratón, eso lo dejo claro en la primera nota y a él le gusta mucho jugar así con sus víctimas, la diferencia está en que ahora él es el ratón... con este juego en particular lograba guiar a quiénes huían hacía un lugar donde los acorralaba, nos esta guiando a ese lugar.

— ¿Cómo sabes que es ahí? 

— Los relojes cariño... esta oculto en una vieja relojería, por eso su énfasis en el tiempo.

— Tiene sentido — suspiré y cerré los ojos — Espero que lleguemos a tiempo.

Mientras más nos acercábamos al lugar más nerviosa me ponía, lo único que pensaba era en la sangre con la que habían escrito en el suelo, me aterraba demasiado pensar que la sangre fuera de la pequeña Brisa y odiaba ser pesimista pero no podía evitar tener esos pensamientos, estábamos enfrentándonos a un ser abominable y... mi mente no resistía más, toda la valentía y fuerza abandonaron mi cuerpo; me quebré, las lágrimas empezaron a salir, los sollozos se abrieron paso por mi garganta y mis manos cubrieron mi rostro.

— No, no, Ahyleen — me abrazó más fuerte y beso mi frente — Se que esto es difícil pero no puedes ponerte así ahora, tienes que calmarte.

— ¿Crees que no se eso Nathaniel? — me separé de su abrazo y miré sus ojos — Se que llorar y ponerme así no va a ayudar, pero no puedo evitarlo, el tiempo avanza muy rápido,  nosotros nos movemos muy lento, esa bebé está en peligro, es posible que la sangre del almacén sea de ella y no puedo dejar de pensar que todo es mi culpa, si Alexander me hubiera matado cuando quería hacerlo nada de esto habría pasado.

— Cierra la boca Ahyleen, deja de hablar y concéntrate — la seriedad en su voz y lo brusco que había sido me dejó sin habla — Llegaremos a tiempo y cuando la pequeña esté a salvo podremos atacar a Alexander y hacerlo pagar por todo lo que ha hecho, no eres indefensa ahora, eres fuerte y puedes enfrentarte a él.

Tenía razón, lo mejor era respirar hondo y calmarme para poder enfocarme en acabar al idiota y lo disfrutaría; mucho.

— Voy a calmarme, me concentrare en rescatar a Brisa y lastimar al estúpido — limpié mis mejillas, respire hondo y golpee el pecho de Nathan — Y cuando toda esta mierda acabe voy a enseñarte cómo ser amable con una mujer cuando está llorando porque eres un imbécil.

— Prefiero que estés enojada a verte llorando en este momento, no necesitamos debilidad, lo más importante ahora son las fortalezas.

— Si, cómo sea — hablé de mala gana — ¿Falta mucho para llegar? Quiero que Alexander sangre pronto.

— Esa es la actitud que necesito en este momento — él sonrió y el taxista nos miró aterrorizado por el retrovisor.

Sentía lástima por el conductor, seguramente escaparía en cuanto bajáramos del auto, había visto y escuchado muchas cosas que asustarían al más valiente, no todos los días recogías a dos jóvenes que hablaban de tiempo, bebés desaparecidos y sangre. Todo era cómo una película de terror.




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