Mi protegida.

26. Yo... hice eso.

La ira, el dolor, la angustia y la ansiedad eran el cóctel perfecto de emociones y tenía frente a mí el blanco perfecto para descargarlas. Sin pensarlo dos veces me lance hacia Alexander y golpee con todas mis fuerzas, sabía que no sentiría físicamente el dolor, pero su mente le haría pensar que sí y el daño que ocasionaba con cada herida que hacía en su cuerpo me daba la ventaja, él se debilitaba cada vez más y su cuerpo cedía, se cansaría y resentiría cada golpe.

En sus ojos podía ver la sorpresa, la incredulidad por lo que estaba sintiendo, estaba confundido y me favorecía porque su defensa era baja y sus ataques eran muy lentos.

Estaba tan concentrada en golpearlo que no me di cuenta en qué momento cayó al suelo y yo subí sobre él para continuar golpeándolo, mis gritos se escuchaban resonar por todo el lugar y el sonido de los golpes era asqueroso, pero no me importaba nada de eso, pensaba solamente en golpear y golpear.

Unas manos se envolvieron en mi cintura y me revolví asustada, era imposible que Alexander tuviera un cómplice, que alguien estuviera ayudándole y ahora me encontraba vulnerable.

—Soy yo Ahyleen, Thomas —su voz me hizo detenerme por completo.

—Thomas... ¡Thomas! —empecé a gritar de nuevo —¡Tienes que ir por Nathan!

Estaba tan alterada que mi voz sonaba horrible y las lágrimas caían por mi rostro empañándome la vista, no me había dado cuenta de que estaba llorando.

—Él está bien, todo está bien —aflojo su agarre y cuando estuvo seguro de que no pelearía más o me lanzaría nuevamente a Alexander me soltó del todo —Yo voy a encargarme de Alexander.

—No —la voz de Nathaniel me hizo girar rápidamente y correr hacía donde estaba él —No quiero que nadie se encargue de él, yo mismo voy a escoltarlo hasta el infierno.

—Nathan —abracé su cintura y él me envolvió en sus brazos y continuó hablando con su hermano.

—Voy a acompañarte entonces, no pienso dejar que vayas sólo allá —Nathan soltó una pequeña risa ahogada y Thomas resoplo.

—Conozco el infierno mejor que tu querido hermano, ¿Recuerdas que ya estuve ahí? —Thomas se acercó y puso una mano en la mejilla de Nathan.

—Lamento mucho el tiempo que pasaste allí...

—Creo que no deberían ponerse cursis en este momento —habló Dennise —Ese hombre... masa o lo que sea que haya dejado Ahyleen en el suelo, puede despertar en cualquier momento, así que concentrémonos en esto y después podemos ser todo lo amorosos que queramos.

Me reí, me separé de Nathaniel y miré a Alexander, tenía sangre en todos lados, se veía tan mal que sentí asco. Cada vez que pensaba en ese hombre me daban ganas de golpearlo y asesinarlo, pero ahora que lo veía en el estado en que estaba me sentía mal, yo no era mala, no era cruel, pero me había comportado de ese modo, me había portado como una bestia. Me había portado de la misma forma en que se portaba Alexander con sus víctimas; en cuanto toda esa información se asentó me sentí tan mal que empecé a llorar de nuevo, si yo me sentía tan decepcionada de mí misma, no quería saber cómo se sentiría Nathaniel al respecto.

—No, cariño —Nathan se acercó a mí y me abrazó de nuevo —No llores por favor, no por él, no lo merece.

—Yo... hice eso —susurre con el rostro escondido en su pecho —Se que es alguien horrible y que merece eso y más, pero... yo no sentí misericordia por él, solamente lo golpee y golpee, si Thomas no hubiera llegado ¿seguiría haciéndolo?

—Tus emociones te estaban dominando cariño, el fuego que tienes dentro salió por completo —levante el rostro y mire a nathan a los ojos —Hace poco descubriste que eres mucho más que una mortal, que posees habilidades especiales y además de eso te diste cuenta de que los ángeles somos tan reales como tú. Creo que te comportaste de manera muy... pacifica, por decirlo de alguna manera.

—La cara y cuerpo de Alexander dicen otra cosa —dije y el río.

—Descargaste demasiadas cosas en él, tenías muchas cosas acumuladas —apartó el cabello de mi rostro y puso la mano en mi mejilla —Desde que me conociste han pasado tantas cosas y tu sólo has aceptado que son así, no gritaste, no corriste, al contrario; te metiste más y más en esto.

—Y finalmente todo estalló —Thomas se acercó y me miró —Él te llevo a tu límite y no fuiste capaz de encasillar una emoción más, sacaste todo, ahora vete a casa con Dennise y descansa, necesitas dormir.

—Ven conmigo linda, ellos se encargarán de la papilla de Alexander —Dennise tomó una de mis manos y me guío fuera del lugar, la seguí sin protestar.

Estaba agotada física y emocionalmente, no aguantaba nada más, en cuanto subí al auto cerré los ojos y respire hondo; tenía la esperanza de poder dormir bien sin interrupciones en el viaje pero en cuanto me quedé  dormida una serie de pesadillas empezaron a atacarme haciéndome despertar de golpe.

—¿Que sucede?  —preguntó Dennise amablemente.

—Pesadillas —mi voz estaba ronca y la garganta me dolía.

—Supongo que las tendrás por unos días, hasta que asimiles todo lo que pasó.

—Espero asimilarlo pronto porque odio no poder dormir bien —ella río y detuvo el auto frente a su hermosa casa —Me duelen las manos.

—Si, las tienes muy lastimadas, lo golpeaste muy fuerte —bajó del auto, me abrió la puerta y me ayudo a bajar.

—Me siento como si un auto me hubiera pasado por encima.

—Alexander va a agradecer por primera vez el hecho de que no puede sentir porque las heridas que le ocasionaste tardarán mucho en sanar.

—No creo que lo haga porque su mente le hace creer que puede sentir, en cuanto vea sus heridas aullara de dolor —suspire —¿Es normal que me sienta mal por él?

—Es normal que te sientas así porque tú no eres alguien malvada Ahyleen.

—¿Crees que puedas curarme? —la miré y ella sonrió.

—Puedo hacerlo, pero primero debes darte un baño, tienes sangre por todos lados.




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