Mi protegida.

27. Una nueva vida.

Después de la ducha me vestí y esperé que Dennise subiera, cuando llegó se sentó frente a mi y con esa sonrisa que parecía tener siempre me miró.

— Los chicos me llamaron, ya solucionaron lo de Alexander y vienen en camino.

— Fue bastante rápido — ella asintió y tomó mis manos.

— Siempre es así cuando es asunto de ángeles — cerró los ojos y respiro hondo — Vamos a curarte.

— ¿Crees que puedas curar mi alma también?

— ¿Porque querrías curar tu alma? — preguntó confundida.

— Siento que con lo que sucedió con Alexander mi alma se rompió, todo lo que pensé que era, los principios que pensé  que tenía se esfumaron por completo, no me importo en lo absoluto lo que hice, no me importo lastimarlo del modo en que lo hice y aunque me siento mal por todo esto sigo pensando que merece sufrir; incluso pienso que lo que le hice fue poco en comparación a lo que creo que debe sufrir — respire hondo y cerré los ojos, no quería llorar de nuevo, al menos no en frente de Dennise.

— Tu alma está bien Ahyleen — la voz de Nathaniel me sobresalto y abrí los ojos, Dennise se levantó, sonrió y se fue — Aún eres una mujer buena, la misericordia no te ha abandonado.

— Me siento extraña, diferente — él se sentó junto a mí, me envolvió con sus brazos y me acercó a su pecho.

— Tu vida ha cambiado demasiado en los últimos meses, es normal que te sientas de algún modo diferente, los obstáculos muchas veces sacan a relucir lo peor de nosotros, pero eso no es malo todo el tiempo, a veces necesitamos exteriorizar lo malo de nuestras almas, piensa en ello como sacar la basura, la tomas, la lanzas en algún lugar y después todo está limpio de nuevo, toma esto cómo una limpieza para tu alma.

— Creo que tienes razón — suspiré y sonreí — Eres bueno con las palabras.

— Soy bueno en muchas cosas — reí y él beso mi frente — Creo que este es el mejor momento para decirte que te amo.

— Creo que es un buen momento — asentí — Yo también te amo a ti.

— Entonces ya que tenemos eso claro... ¿Qué opinas de formalizar nuestra relación yendo a vivir juntos?

— ¿Vivir juntos? ¿No hay matrimonio para mí? — lo mire y él sonrió.

— No por ahora cariño, tantas emociones fuertes no le hacen bien a tu corazón.

— ¿Hablas en serio? — él me miró y soltó una carcajada.

— No, obviamente quiero casarme contigo cuanto antes, soy un ángel ¿Recuerdas? Me gusta hacer las cosas bien.

— Estuviste en el infierno ¿Recuerdas? — sonreí y él fingió dolor — A veces haces las cosas del modo fácil.

— Contigo nada ha sido fácil — besó mi frente y se levantó — Iré por Dennise para que cure esas heridas.

— No... — me miró confundido — Creo que es mejor no hacerlo, es mejor no curarlas; tal vez sentir el dolor ahora y ver como sanan poco a poco me enseñe algo.

— ¿Algo cómo qué? — se sentó de nuevo, tomó una de mis manos y miro mis nudillos lastimados.

— Que el dolor no dura para siempre — él sonrió y dio un beso suave en mis nudillos, me dolió pero no me queje, había sido un gesto hermoso.

— El dolor no dura para siempre — tomó mi cintura y me hizo recostar junto a él en la cama — Vamos a dormir un poco, mañana tenemos bastantes cosas para hacer.

—¿Qué cosas?

— No seas curiosa, ya duerme y déjame dormir a mi — habló suave y cerré los ojos — Buena niña, así me gusta.

Le di un golpe en sus costillas con el codo, él río y un rato después ambos nos quedamos dormidos, estábamos demasiado agotados. Nos merecíamos esa noche de sueño... y la mitad del día siguiente también.

(...)

Un beso suave en mi frente y el olor de algo delicioso me despertaron a eso de las once y treinta de la mañana, mi estómago pedía a gritos que le dieran algo para comer y al parecer alguien había escuchado esos lamentos porque me habían llevado desayuno a la cama, cuando abrí los ojos vi a Nathan sentado junto a mí con una bandeja en las manos, había pan tostado, huevos, chocolate caliente y cereales, era demasiada comida y normalmente no la hubiera comido pero era tanta el hambre que  sin siquiera dar los buenos días empecé  a comer, él solamente río y me dejo comer mientras lucía hermoso mirándome.

— Buenos días pequeño monstruo devorador de desayunos — reí por lo ridículo que se veía diciendo eso y él sonrió.

— Buenos días — respondí con la boca llena.

— Cuando termines ahí ve a ducharte, en esa bolsa de allá hay ropa y algunas cosas que puedes necesitar — señalo una bolsa y se puso de pie dejando la bandeja en mi regazo — Cuando estés lista baja, iremos a recoger todas tus cosas en el apartamento y después iremos al nuevo lugar donde vamos a vivir.

— Pero no voy a vivir contigo sin ha...

— Sin habernos casado, lo sé — río — Dormiremos en cuartos separados hasta que estemos casados.

Dio media vuelta y salió de la habitación.

No le creía mucho eso de dormir en cuartos separados, sabía que en algún momento iba a hacer trampa y pasarse a mi habitación a mitad de la noche, él sabía que después no podría sacarlo de ahí porque me gustaba la calidez que me daba, me sentía muy cómoda durmiendo a su lado y ya me estaba acostumbrando a que me abrazara para dormir.

Después de terminar con todo lo que había en la bandeja, me levante, tomé la bolsa y me metí a bañarme, me puse el bonito vestido que Nathan me había traído y baje a la sala de estar, cuando llegué me entrego una rosa y beso suavemente mis labios.

— Vamos — tomó mi mano y empezó a caminar.

No me dejó despedirme de Dennise ni de Thomas, ni agradecerles todo lo que habían hecho por mí, solamente pude mover mi mano en modo de despedida y salimos de la casa, subimos en un auto y fuimos al apartamento donde vivía cuando toda esta locura había empezado.

Al entrar no pude contener las lágrimas, en ese lugar tenía demasiados recuerdos, mi amiga Tiana ya no estaba ahí hablando y siendo tan hermosa como siempre, ya no me contaba sobre sus conquistas ni estaba más ahí. La extrañaba demasiado.




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