Toda mi vida soñé con el camino al altar, usando un hermoso y enorme vestido de princesa, un peinado y maquillaje elaborados, bonitas joyas en mi cuello y manos. En mi mente tenia la idea de mi boda perfecta, con toda mi familia y la de mi prometido, con algunos amigos en un lugar perfectamente decorado para la fiesta.
Era increíble pensar en que todo lo que había imaginado desde niña no era lo que quería y tenía. En lugar de caminar al altar con ese enorme vestido, iba por el pasillo con un vestido de encaje muy sencillo, el cabello suelto con algunas ondas y la única joya que me llevaba era el anillo que Nathaniel me había dado una semana después de habernos mudado de casa de Dennise y Thomas, que usaba en el dedo anular, símbolo de la promesa que hizo al pedirme que me casara con él.
—Ahyleen, en todo el tiempo que hemos pasado juntos, he sentido una infinidad de cosas que son difíciles de explicar —empezó a hablar mientras estábamos sentados en el sofá de la casa que ocupábamos juntos, pero con habitaciones separadas —Para nosotros los ángeles, las emociones son un poco mas intensas, sentimos amor de una manera tan fuerte que es difícil de poner en palabras o compararlo con algo, cuando sentimos odio pasa lo mismo, por esa razón Alexander odiaba con tanta fuerza todo lo que tuviera que ver con la humanidad, en mi caso, cuando se trata de ti, mis sentimientos son claros, aunque a veces no lo parezca, es difícil demostrar de manera abierta mis sentimientos y decir las palabras adecuadas para que sepas cuanto te quiero.
—Supongo que eres un hombre mas de acciones que de palabras —asintió y me miro.
—Aunque no soy tan romántico como se supone que debería ser, es un poco extraño para mi el tener a mi lado a alguien que me quiera y me apoye como lo haces tú, nadie antes había visto en mi lo que viste tú y fue mi culpa por no comportarme como debería y dejarme llevar por las ideas erróneas de un ángel rencoroso —levante una de mis manos y acaricie su mejilla —Yo quiero casarme contigo y crear una nueva vida a tu lado, donde el único camino posible sea el del bien. quiero estar seguro de que cuando intente desviarme, tu vas a tomarme de la mano y me guiaras de nuevo por el camino correcto.
—Y todo esto lo dices porque… —él me miro, respiro hondo y de su bolsillo saco un pequeño anillo, sencillo, pero hermoso.
—En mi mundo no regalamos anillos, pero entiendo que para ustedes aquí, es algo importante, así que Ahyleen, ¿quieres casarte conmigo?
—Claro que quiero casarme contigo —sonreí y estiré la mano, él la tomo y puso el anillo.
Desde ese momento, decidimos que la boda iba a ser tan sencilla, como esa propuesta, no eran necesarios grandes ramos de flores, una fiesta increíblemente elaborada o salones costosos con un montón de cosas excéntricas, para nosotros dos, lo único que importaba era aquello que sentíamos y por eso era que nuestra boda era la mas sencilla que había visto y eso me hacía feliz.
Mientras caminaba al altar, mi estómago se sentía como si tuviera mariposa revoloteando y tratando de escaparse de ahí, no podía dejar de sonreír, me sentía feliz de estar dando ese paso con él, que además lucia increíble en un traje completamente negro. En cuanto llegue a su lado, tomo mi mano y dio un suave beso en el dorso, ahí fue donde las primeras lagrimas hicieron su gloriosa aparición y en el resto del día no se fueron.
Cuando llego el momento de decir los votos, nos miramos y Nathan empezó a hablar:
—Cuando te conocí aun no salía de la oscuridad, mi vida no era mas que un desastre, había perdido a mi familia, había cometido errores irreparables, no era mas que un recuerdo de lo que antes solía ser, era alguien que perdió su rumbo y no encontró la forma de recuperarlo solo, necesitaba ayuda. Cuando apareciste frente a mis ojos esa noche, vi la luz por primera vez en años, llegaste para cambiar mi vida, y en lugar de guiarme por un camino diferente, te metiste en el mío y me ayudaste a repararlo. Por ti recupere a mi familia y mi vida, todo lo que soy ahora, te lo debo a ti y te prometo que hare todo lo que este en mis manos para que seas feliz, sé que habrá momentos en los que vas a querer matarme, porque no soy perfecto, pero hare mi mejor esfuerzo. Prometo estar contigo en la luz y en la oscuridad, protegerte de todo lo que quiera dañarte y amarte hasta mi último aliento.
Las lagrimas nuevamente salieron de mis ojos y él, gentilmente, las limpio con sus dedos, la sonrisa que tenia en el rostro no iba a desaparecer fácilmente, me sentía la mujer más feliz del mundo.
—Cuando te conocí, estaba aterrada, pensé que era una muy mala idea acercarme a ti y lo fue —él rio y yo respiré hondo, estaba nerviosa —Vivimos momentos muy difíciles, pero fuimos capaz de superarlos a pesar de que constantemente intentaras huir. Tu completaste el libro de mi vida y prometo llenar las paginas que faltan con las mejores cosas, prometo estar contigo en la luz y en la oscuridad, guiarte cuando lo necesites y seguirte cuando sea yo quien lo necesite, voy a protegerte de todo aquello que quiera dañarte y aprenderé día a día de tu sabiduría.
Las personas que nos rodeaban nos miraban con ternura, Thomas y Dennise sonreían y asentían ante cada palabra que decíamos. Ellos sabían mejor que nadie todo lo que habíamos pasado.
Después de los votos y de ponernos nuestros anillos de casados, dijeron las palabras que tanto queríamos escuchar, Nathaniel, desesperado, puso sus manos en mis mejillas y me dio un beso de esos que solo esperas ver en las películas; cuando salimos de la iglesia, fuimos directamente a la casa de Thomas, todo estaba hermosamente decorado y reí al escuchar la canción que empezó a sonar al entrar.
—¿Realmente elegiste Sweet child of mine como canción para nuestra entrada? —el rio y asintió.
—¿No te gusta? —Me reí, él sabia que era una de mis canciones favoritas.