Mi protegida.

Extra: Nathaniel 2.

Nathaniel.

Llegar a la casa de Ahyleen y encontrarla vacía me asusto, el primer pensamiento que paso por mi cabeza fue Alexander sacándola de su casa, pero tuve suerte de que una vecina me viera tocando la puerta.

—¿Estas buscando a Ahyleen o a Tiana?

—Ahyleen —respondí girándome hacia ella, era una mujer de mediana edad, con el cabello recogido y un libro en la mano.

—Esta en el hospital, hace como veinte minutos llego una ambulancia…

—¿Cuál hospital? —la interrumpí, si Ahyleen estaba herida, me encargaría de buscar la manera de atacar a Alexander y hacerle pagar por lo que le haya hecho.

—Creo que el del centro, Tiana se veía realmente mal cuando salieron de aquí.

—¿Tiana? —era ella y no Ahyleen, estaba bien.

—Si, estaba consciente cuando la subieron a la ambulancia.

Asentí y caminé hacia afuera, a mi auto sin decirle nada más a la señora.

El camino al hospital no era muy largo, por lo que llegue unos diez minutos después. Entré y busqué por toda la sala de espera, no era difícil de encontrar ya que su cabello rojo era lo suficientemente llamativo como para hacerlo en un lapso muy corto de tiempo. Camine hasta donde estaba sentada y le hable.

—Ahyleen —giro su rostro hacia mí, se veía preocupada y un poco pálida, me senté junto a ella y la mire —Fui a tu casa y no estabas, una vecina me dijo que habías salido con tu amiga en una ambulancia. ¿Qué paso?

—Desperté por unos horribles golpes en la puerta, me levante a abrir y vi a Tiana afuera, sus ojos estaban muy extraños y no se movía, tome su mano y la lleve al sofá, ella empezó a decir un montón de cosas, cosas sobre ti —ella no me conocía muy bien, ¿Qué podría estar diciendo además de cómo me veía físicamente? — Decía que debía alejarme y todas esas cosas, después sus ojos se pusieron en blanco y se desmayó.

—¿Dices que decía cosas sobre mí?

—Si, decía que debía alejarme de ti que lo único que lograría estando contigo era la muerte, que causabas dolor —en eso tenia cierta parte de razón, desde el momento en el que se encontró conmigo y me llevo a ese hospital, se había puesto en peligro y cuando la hice acompañarme a buscar a Alexander la expuse más, definitivamente eran palabras llenan de razón.

Me levante de la silla, estire mi mano, ella la tomo y se puso de pie también.

—Guíame a donde está tu amiga —ella empezó a caminar, pero una enfermera nos detuvo.

—No pueden estar aquí, deben ir a sentarse, cuando sepamos algo le avisaremos —estaba seria y miraba a la nerviosa Ahyleen y a mí.

—¿Puede avisarnos de cualquier cosa que suceda por teléfono? —pregunté, ella asintió

—Dejen un número de contacto con esa chica de allá —señaló hacia donde estaba la recepcionista—Les avisaremos cualquier cosa de inmediato.

—Está bien, gracias —camine aun sosteniendo la mano de Ahyleen que estaba un poco fría —¿tienes papel y lápiz? —la chica estiro una hoja y un lapicero, apunte mi nombre y numero y se lo entregue —Es mi número de contacto.

Sali del hospital y le abrí la puerta de copiloto para que subiera, rodee el auto, subí y encendí la calefacción, sabia hacia donde debíamos ir, a quien buscar para ayudar a Tiana.

—Lo que le paso a tu amiga no lo solucionara un doctor —ella me miro confundida.

—¿Si no lo hace un doctor quién va a hacerlo? —me miraba muy seria, casi enojada con una de sus cejas levantadas —¿Lo harás tú?

—No, esto solo lo puede solucionar una persona —encendí el auto y arranque, no podía darme tiempo a pensar bien las cosas, solo debía conducir hacia allá.

—¿Quién? —tenia curiosidad por quien era y se notaba en su rostro.

—Dennise D´Angelo, la esposa de mi hermano.

Ella se quedó en silencio y también lo hice yo; no quería hablar de ella o de mi hermano y terminar dando una vuelta en el camino por miedo a la reacción que ellos podían tener al verme; no iban a recibirme bien, de eso estaba seguro.

Cuando llegamos a la casa donde vivían Ahyleen se quedó boquiabierta, supongo que no se esperaba llegar a una casa como la que tenía mi hermano y su familia.

—Estoy enamorada —suspiró.

—Es sorprendente lo rápido que las mujeres olvidan —no pude evitar decirlo, hace menos de media hora estábamos en el hospital y ella preocupada por su amiga y ahora ella estaba suspirando y declarándole su amor a una casa.

Bajamos del auto, tome su mano y camine lo mas lento que pude sin parecer sospechoso, hacia la entrada de la casa, cuando estuvimos frente a la puerta, levante la mano para tocar, pero no pude hacerlo, Thomas iba a encontrar una manera de enviarme de nuevo al infierno o me mataría mejor, para que no tuviera modo de volver.

—Toca Nathan —hablo muy suave, como si quisiera absorber mi miedo con esas dos palabras.

—Esto es una mala idea —baje la mano —Por más que ruegue mi hermano no permitirá que Dennise nos ayude, el perdió su confianza en mí y estoy muy seguro de que estaría feliz de encadenarme al infierno nuevamente.

— No vinimos hasta aquí solo para mirar la maldita casa —soltó mi mano —Voy a conseguir la ayuda de esa mujer de cualquier forma, no seré una cobarde como tú.

Toco la puerta y espero, cuando la puerta se abrió pude ver a Dennise cargando una bebé, ella sonreía, al menos hasta que sus ojos se posaron en mí, la sonrisa desapareció.

—¿No deberías estar en el infierno? —su voz sonaba mas calmada de lo que debería, aunque se seguía viendo el disgusto que sentía al verme.

—Debería, pero no lo estoy —asentí y después metí las manos en mis bolsillos, una mujer pequeña y cargando un bebe me estaba intimidando.

—Lárgate de aquí —su voz era suave, pero en sus ojos se podía ver la rabia que tenía dentro y no demostraba para no asustar a su hija —No te quiero aquí, Thomas no te quiere aquí, no queremos que estés cerca de nosotros.




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