Marzo 3 de 1882
La noche de los juramentos era una de las mas especiales en el mundo angelical, todos estaban emocionados por jurar y poder caminar entre mundos, algunos estaban interesados en ir al infierno, conocer demonios y saber exactamente como era el sufrimiento allí; otros preferían quedarse en sus hogares, preparándose para tomar los cargos mas altos, obtener conocimiento. Y la mayoría, quería conocer el mundo humano, les parecía interesante la vida que tenían, sus costumbres, pero especialmente su libertad.
Mi juramento había sido mas de cien años antes, no quería escoger ningún mundo, mi deseo era conocerlos todos, así que empecé por el mas sencillo, mi hogar. Reuní tanto conocimiento como pude en veinte años, los veinte siguientes visité el infierno y por último, aprendí todas las técnicas que se usaban para lastimar a quienes lo merecían y por último, conocí la humanidad y todo aquello que era interesante a ojos de mis demás compañeros. Me repugno, tanta libertad, su falta de respeto por los seres superiores, la tranquilidad o estupidez con la que vivían era asquerosa, su vida era la mas corta y la desaprovechaban.
Entre mas tiempo pasaba en medio de esos seres, más odio sentía hacia ellos, su ignorancia de los demás mundos, sus equivocadas creencias o la falta de ellas me hacían resentirme cada vez más, pensé que nunca odiaría nada mas que eso, pero estaba equivocado, mas que la humanidad, odiaba el amor que algunos de mi especie sentían hacia ellos, tanto, como para perder sus alas por ellos y terminar procreando, manchando nuestra sangre, acabando con nuestra pureza. Por eso mismo estaba en la noche de juramentos, tenia un plan para acabar con esa mancha y si era posible, acabar con toda la especie inferior; necesitaba más ángeles que me ayudaran, no podía hacerlo solo, necesitaba apoyo.
Dentro de todos los que estaban a punto de hacer el juramento, había dos que llamaron mi atención después de ver su compañía, la persona que los iba a acercar al arcángel para que juraran, era el mismísimo Thanathos, ángel de la muerte, nadie era mejor que él, su oscuridad era lo que necesitaba y estaba seguro que sus hijos, Thomas y Nathaniel, tendrían algo de ella.
La ceremonia dio inicio y los hermanos se separaron, Thomas hizo su juramento, pero no cualquiera, era un ángel especial, por lo cual juro buscar y proteger a las gemas, después paso Nathaniel, quien juro ser un vengador y salir en busca de todo ángel o humano que mereciera un castigo ejemplar, pero dentro de todo lo que debía recitar estaba, proteger, aunque eso no lo hacían muy a menudo.
Cuando todo termino, me acerqué a ellos y les di una felicitación.
—Cuando un ángel hace su juramento y finalmente puede salir, es cuando empieza a vivir —ambos sonrieron —Si en algún momento necesitan apoyo para algo, pueden buscarme, mi nombre es Alexander.
Después de eso me alejé, ese era el primer acercamiento; el próximo seria cuando uno de ellos necesitara algo de mí.
Abril 26 de 1882.
Habían pasado casi dos meses desde que me acerque a los hermanos D´angelo. Los dos empezaron rápidamente a ser reconocidos por su trabajo, eran muy buenos en lo que hacían, estaban sobresaliendo cada día más, pero Nathaniel iba muy por encima de su hermano, era el mejor vengador, atrapaba a los más difíciles y no temía, ese era el tipo de ángel que necesitaba, así que decidí no esperar mas e ir a buscarlo.
Lo encontré de camino al mundo humano, me acerque y salude.
—Nathaniel, que casualidad encontrarte —él me miro y continúo caminando.
—Alexander —respondió serio.
—Algo esta preocupándote, recuerda que aun esta mi oferta en pie —me miro y asintió.
—Creo que debería tomarla, porque llevo mas de una semana tratando de encontrar un caído.
—Te acompaño entonces, entre ambos podemos dividirnos el trabajo y encontrarlo más rápido, solo cuéntame quien es y que fue lo que hizo.
Empezó a contarme todo acerca del ángel que estaba buscando y las técnicas que usó para tratar de atraparlo las dos veces que lo había tenido cerca, dejé que hablara y respondí exactamente con aquello que él quería escuchar, después de un par de horas, empezamos con la búsqueda. Lo que él no sabía, era que ese ángel que trataba atrapar, era uno de los que ya estaba dentro del pequeño grupo que ya había reclutado, su nombre era Cameron.
—Tú ve por el lado sur de la ciudad y yo iré por el lado norte, nos encontramos en una hora aquí mismo —me indico y yo asentí, iba a relajarme, sabía dónde encontrarlo.
Luego de hablar con Cam, me dirigí junto a el hasta el punto de encuentro y esperamos que Nathaniel volviera, le “entregue” al caído y volvimos al mundo angelical.
Después de eso, Nathaniel se acercó a mí y terminamos siendo amigos.
Febrero 11 de 1883
Nathaniel era excelente en lo que hacía, pero su hermano menor se destacaba más y según toda la información que logre reunir, el pequeño Thomas siempre era mejor, resaltaba más, hasta del punto de ser un arcángel guardián, lo cual era muy importante, era el primer paso para llegar al rango más alto, esa información me serviría para mantener a Nathaniel en mis manos, los celos eran fácil de cosechar.
Abril 26 de 2017.
—Nathaniel, Thanathos —salude a los dos hombres que me esperaban en la bodega que usábamos para atacar a los caídos que procreaban con humanos —Como ya sabemos, Thomas tiene la primera gema en su poder, pero cometió uno de los errores mas grandes, cuido de ella por muchos años y ahora esta enamorado de ella, va a casarse.
Ambos hicieron cara de desagrado, pensaban igual que yo, él era un traidor, proteger humanos por encima de los ángeles era una falta de respeto a la superioridad que poseíamos sobre las especies, esa mujer que tanto protegía era una basura en el ojo de nuestra grandeza.