Brad esta con expresión seria mientras esperamos que la señora María termine de preparar la hamburguesa que le hemos pedido, el pobre chico que estaba esperando sus perros caliente salió literalmente corriendo por las miradas que le lanzaba Brad.
─Podrías dejar de hacer eso ─ordeno, viendo como el chico se ha ido.
Lentamente sus ojos se posan en los míos ─¿Qué? ─me pregunta, formándose una sonrisa cerrada en sus labios.
─Dejar de ver a las personas como estabas mirando al chico que se fue ─digo señalando el camino por donde se ha ido el chico. ─Ese chico no te hizo nada para que lo miraras de esa forma.
Pasa una mano por su cabello, riéndose levemente ─¿Qué quieres? ¿Qué vaya a buscarlo y le diga que olvidó darte su número de teléfono? ─me pregunta con su ceja derecha levantada. ─¡Oh! Verdad que no tienes teléfono ─me recuerda.
Me cruzo de brazos y lo miro con expresión seria ─No me digas que estas celoso –comento.
Se carcajea por unos segundos para luego mirarme directo a los ojos ─¿De quién? ¿De ti? ─Sus ojos dejan de mirarme para mirar a la señora María ─ ¡Ja! Por favor Emily, no me hagas reír.
Pongo mis ojos en blanco al escuchar su arrogante respuesta. Pasan unos segundos en los cuales nos quedamos en completo silencio.
─¿Listo para empezar a hacer educado? ─le pregunto cuando veo que ya casi está lista la hamburguesa.
Él me lanza una mirada corta ─Eso no va a suceder ─responde con ironía.
–Nunca digas nunca –le advierto.
Pasan unos minutos, donde puedo ver la impaciencia de Brad, se cruza de brazos y mira a todos lados con cara de fastidio.
Se ve tan gracioso.
─Ya está lista tu hamburguesa niña Emi ─me informa la señora María, haciéndome entrega de la majestuosa hamburguesa que hará que La Bestia no sea tan Bestia.
Tomo la hamburguesa ─muchas gracias –digo, me giro hacia Brad. –Aquí está la mejor comida que probaras en tu vida ─dicho esto le entrego la mitad de la hamburguesa, él la toma sin muchas ganas.
Comienza a mirar con determinación la hamburguesa.
─Brad, solo debes morderla sin pensarlo tanto ─bromeo al ver como mira a la hamburguesa.
─¿De verdad debo comer aquí? ─me pregunta, mirando cómo las personas pasan por el puesto de perros calientes.
─Obvio wey –respondo con el hermoso acento mexicano. Su mirada se vuelve a posar en la hamburguesa que tiene en su mano. ─Si quieres te la doy en la boca –agrego, riéndome.
Lentamente comienza a desenvolver la hamburguesa para darle un mordisco.
─Creo que puedo hacerlo yo solo ─decreta, llevándose finalmente la hamburguesa a su boca.
Ahora si va a conocer la verdadera felicidad.
Brad mastica y algo en su rostro me dice que si le ha gustado la explosiva hamburguesa de la señora María.
─¿Entonces? ─inquiero, mirando cómo termina de tragar.
Sus ojos poco a poco se encuentran con los míos.
─Creo que debo probar un poco más ─comenta, dándole otro mordisco a la hamburguesa.
¡Ja! ¡He ganado! Ahora le dirán Brad el educado.
Cuando termina de traga su segundo mordisco, vuelve a mirarme.
─No esta tan buena ─habla, y veo como las pupilas de sus ojos se expanden.
En ese momento recuerdo sus palabras la noche que fue a mi casa, cuando mis padres estaban en su cena romántica.
«Cuando una persona miente las pupilas de sus ojos se expanden».
─Me estas mintiendo ─exclamo, sonriendo con satisfacción. ─Tus pupilas se ha expandido como las flores en primavera.
Él pone los ojos en blanco ─Está bien ─se queda en silencio por unos segundos ─. Ganaste, Emily ─acepta, en un susurro.
Camino hasta donde la señora María ─lo logramos, deme eso cinco ─le digo y ella un poco confundida choca los cinco conmigo. Vuelvo a caminar a donde está Brad el cual se está devorando la hamburguesa, le doy la otra mitad para que también se la coma y este no lo piensa dos veces para tomarla.
─ ¿Quieres una? ─me pregunta él cuando llego a su par.
─No, ya yo he almorzado ─respondo.
Busco una de las salsas que tiene la señora María en su carrito y camino hasta Brad para echarle salsa a su hamburguesa.
─ ¿Qué haces? ─me pregunta quitando su hamburguesa, evitando que le coloque mi salsa favorita.
Tomo su mano y acerco la hamburguesa hasta mí, sin responder a su pregunta le coloco la salsa a la hamburguesa.
─Ahora pruébala ─digo, segura de que con la salsa le gustará el doble.
Obedece y su mirada me confirma que le ha encantado la salsa.
Nadie puede resistirse a la salsa de la señora María
─Ahora el arrogante Brad será amable con todos ─le recuerdo, cuando ya casi termina de comerse toda la hamburguesa.
Lame sus labios ─eso no será nada fácil.
─Pero deberás hacerlo ─sentencio, quitándome mi bolso para buscar el dinero de la señora María.
─Yo pagaré ─me informa cuando ve que estoy sacando dinero de mi bolso.
Sin prestarle atención sigo sacando mi dinero ─Este es un regalo que te quiero hacer, así que yo pagaré ─digo y me volteo para pagarle a la señora María, pero Brad toma mi brazo.