Mi Querida Bestia [#1]

Capítulo 30

Siempre que leía un libro me parecía exagerado la manera en que las escritoras o escritores describían los besos entre los protagonista, siempre pensé que no podían sentirse tan perfecto a tan mágico como ellos lo plasmaban en sus manuscritos. Pero mientras Brad tiene sus labios sobre los míos, besándome con tanta pasión, lo entiendo, entiendo que yo era la que estaba equivocada y que si, si se siente tan perfecto y mágico como ciento de veces lo había leído. Solo deseo que el tiempo se detenga en este preciso instante para que esto nunca termine, pero no siempre tus deseos se cumplen y aunque quiero seguir sintiendo a Brad tan cerca de mí no es lo correcto ya que mi prima con la cual he compartido toda mi vida está enamorada de este chico y yo solo estoy aquí deseando que este beso nunca acabe.

Creo que el baño o este beso han hecho que el alcohol que tengo en mi cuerpo disminuya demasiado.

Tomo a Brad por los hombros y lo alejo de mí, haciendo que mi primer beso se desvanezca.

─Estoy...esto está mal ─me llevo las manos a mi cabeza. Brad está inmóvil, viéndome detenidamente. Me pongo de pie dejando que el agua se escurra por toda mi ropa ─. Me voy a mi casa ahora mismo ─cuando voy a salirme de la bañera Brad se coloca de pie con velocidad y me toma por la cintura, posando sus ojos grises en los míos.

─No te puedes ir ─dice casi en un susurro.

Quito sus manos de mi cintura con rabia y sin más salgo de la bañera aún un poco mareada.

─Claro que puedo irme ─exclamo sin dejar de caminar a la puerta del baño.

Siento que Brad se voltea para poder clavar sus ojos en mi espalda.

─Necesito que me expliques porque me odias tanto ─su pregunta hace que mis pies detengan sus marcha ─de verdad no entiendo qué cosas tan mala te puede llegar a hacer para que me odies de esa manera ─trato de poner nuevamente mis pasos en marcha pero mis piernas no reaccionan.

─Solo... ─mi voz se quiebra al darme cuenta que Brad está seguro que lo odio, cuando en verdad lo quiero con demasiada intensidad ─nunca debí conocerte ─con mis pierna temblando un poco termino de salir del baño, con pasos no tan firmes me dirijo a la puerta de la casa, necesito salir de aquí ya mismo, pero cuando le doy vuelta a la perilla de la puerta me doy cuenta que está cerrada con seguro.

─No dejare que te vayas a esta hora ─me volteo y veo a Brad caminando hasta el mueble de la sala de su casa ─son las dos de la mañana ─todo esto lo dice sin mirarme.

─Deja que me vaya, Brad ─ruego, sin quitar mi mano de la perilla de la puerta.

─He dicho que no, Emily ─responde ─será mejor que subas a mi habitación y te quites esa ropa puedes enfermarte ─hace una pausa ─puedes vestirte con cualquier cosa que te guste de mi guardarropa ─mi vista viaja hasta él y lo veo sentado con su mirada perdida.

Dejo caer mis hombros ─yo creo que no debí decir lo que dije hace...

─Eso ya no importa ─me interrumpe. Sus ojos se clavan en los míos y veo que están llenos de algo que nunca había visto en ellos ─traga saliva y se ríe levemente ─no te preocupes por seguir soportándome ya que esto pronto acabara y hoy más que nunca estoy convencido que debo cumplir lo que te prometí ─se pone de pie ─. Así que vamos, para que te cambies y puedas dormir un poco ─él comienza a caminar a las escaleras de su departamento.

Me quedo pensando en la tonta promesa de la que habla Brad y ahí entiendo que es ciento lo que él dice, pronto esto terminara. Pero el dolor que siento en mi pecho al pensar eso es extremo.

Comienzo a seguirlo. Cuando llegamos a la primera puerta él la abre.

─Aquí puedes cambiarte y dormir ─me explica y cuando va a comenzar a caminar lo tomo por su brazo.

─Brad...yo de verdad no quise... ─su mano toma la mano que tengo en su brazo.

─Está bien ─quita mi mano de su brazo ─yo creo que yo tampoco debí conocerte ─sus palabras se clavan tanto en mi pecho que siento que el dolor en algún momento se volverá insoportable. Dicho esto termina de dejar mi mano a un lado y se va, se va sin ningún remordimiento.

Termino de entra en la habitación cerrando la puerta de un portazo. Niego con mi cabeza una y otra vez mientras paso mi mano por mi rostro. Camino de un lado al otro evitando que lágrimas caigan de mis ojos.

─No vas a llorar, Emily. No vas a llorar ─susurro una y otra vez, mordiendo levemente mi labio inferior. Veo que la cachorrita a la que le he curado la herida está moviendo su colita de un lado a otro, viéndome. La acaricio sonriéndole con tristeza.

─Hola chiquita ─digo tomándola entre mis manos.

Después de unos minutos el dolor de mi pecho no ha disminuido en lo absoluto. Camino hasta la enorme cama que hay en esta habitación y veo que al lado de esta hay una mesita de noche que va decorada con una foto, dejo a la cachorra en el suelo para poder tomar la fotografía. En la foto se ve a un niño abrazado con una mujer de una sonrisa hermosa, se ve que en el momento de esta foto los dos eran sumamente felices.

─ ¿Es Brad? ─me pregunto en voz bajo pasando mis dedos por el niño que se ve en la foto.

Nunca desde que conozco a Brad lo he visto sonreír de la forma en la que lo estoy viendo en esta foto, se nota que algo que ocurrió en su vida lo convirtió en lo que ahora es, alguien que no es feliz, alguien que solo se siente mal, alguien que dejó de vivir.



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En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 17.07.2018

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