Mi querido alfa

Capítulo 22

Enzo


Algunas cosas pueden marcar una relación, así sea el más mínimo detalle. Temo que este detalla marque la nuestra y ella se aleje de mí, puedo ser causante de algunas heridas en su cuerpo, pero haré el esfuerzo de controlarme.
Me molesta ver su cara de preocupación, sentir su miedo tan mío y no poder borrar eso, es mi naturaleza y no puedo desecharla, aun queriendo no hay forma.


— Ana, es durante la unión y la marca, luego mi lobo estará más controlado.— ella debe confiar en mis palabras, soy un maldito alfa, un alfa real y ella es mi pareja, la luna de mi manada. No, pero ella está tan asustada que no se fía de mis palabras.


¡Diosa luna! Ella me pidió una explicación, la cual le di. Pero está asustada, quiere huir de mí y lo entenderé, aun así muera de tristeza y soledad.


— ¡Podemos intentarlo!.— sus ojos muestran un brillo excepcional.


Beso, sus labios, apego su cuerpo al mío, caigo de espaldas a la tierra seca de la cueva, giro dejándola debajo de mí. Abrí sus piernas, poniéndome en medio de ellas, mi miembro exige algún contacto y ella lleva un vestido blanco el cual alzo hasta su cintura, restregando mi dureza en su intimidad. Inmovilizándola contra el duro y sucio suelo, las ganas de "baisee" (Follar) a Ana, son muy intensa, mordisqueo su labio inferior.


Haciéndola jadear, introduzco mi lengua a su cavidad y juego con la suya.


* ha mejorado en sus besos.* jadea Mazlo. 


—Ana.— ¡maldita sea! La necesidad que tiene nuestros pulmones por tomar aire hace que nos separemos.


A pesar de lo que hemos hablado, ella me desea, al igual que yo.
Su reparación es cada vez más lenta, dejo salir me desnudo y mi alfa para darle calor y que duerma más cómoda, mi alfa ronronea.


[...]


En madrugada, pase el mayor tiempo contemplando la belleza de Ana, cuanto más cerca estoy de ella. Es difícil separarme.

Desearía mandar todo al carajo y vivir mi vida a su lado, sin responsabilidades, ni miedos. Temo por su seguridad ella es mi alma, mi vida y el aire que respiro, ella es todo.


Dormimos en la cueva, el sentido del tiempo lo he perdido, solo sé que es de día por la claridad del lugar, Ana aún duerme en mis brazos, es tan pequeña, su cuerpo se amolda perfectamente al mío.


— Bueno, días mi alfa.— saluda con voz adormilada.


— Buenos días" Mon précieux"(preciosa mía).— saludo.


— No entiendo francés, ¿qué significa mi preux?.—pregunta y yo suelto una carcajada que resuena en el sitio.


— No te diré y es" Mon précieux"(preciosa mía) y no lo que dijiste.— carajo, tengo que enseñarle francés.


— Pero ¿quiero saber?— mejor salgo a buscar algo de desayunar. Para evitar sus preguntas curiosas.


— voy por el desayuno.— voy saliendo directo al bosque.


Dejo que mi lobo tome el control, encuentro unos conejos a unos metros, cazo un par de ellos y regreso a la cueva donde Ana está poniendo distraída mirando el bosque, me acercó sin hacer ruido e intento tomarla por sorpresa.


— Sé que estás ahí.— voltea y me mira con esa sonrisa encantadora.


— Solo pude cazar dos conejos.— ella los mira y me las quita.


— busca un poco de leña.— salgo al bosque y encuentro unas cuantas ramas secas, las recojo.


[...]

Al regresar el beta Antuan nos pide que vayamos al despacho donde nos espera el alfa Eitan, nuestras ropas sucias, ella no durmió en su casa, nos fuimos sin dar explicación, olemos a excitación.


* Nos van a asesinar.* ríe Mazlo.


— Mi padre es un lobo cariñoso, él no nos hará daño.— habla mi luna deteniéndose frente a las puertas del despacho.


Ella empuja la puerta, un gruñido sale del alfa y su mirada se dirige a nosotros, mi cuerpo tiembla (no es miedo, es respecto. Si él nos ataca, no podre defenderme, mi luna me odiaría si lastimo a su padre, ella adora a ese hombre) él suelta unos documentos, camina a los sofás y nos hace seña para sentarnos, mi luna lo hace si pensarlo y se sienta y yo a un lado.


— Papi...— habla mi luna y el alfa con la mano le dice que silencio.


Esa mujer es dulce e inocente, suficiente, ya he prácticamente perdido el control de mí, su dulzura y ese olor característico es que más hace perder la cordura. Los minutos en silencio y le saltaré encima a ella como un lobo que asecha a su presa para devorarla.


— Alfa Enzo, un día entenderás este sentimiento de querer proteger a mi pequeña.— suspira.


— Mi luna Elisa y yo viajamos a la isla cerca de aquí. Nuestra intención era desconectarnos un tiempo de las responsabilidades, la cuestión fue...— el alfa Eitan hace una pausa.


— que al llegar aquí no solo llegamos nosotros dos.— él suelta una lágrima.


— Te amo.— balbucea Ana.


— Tu madre me odiaba, ella decía que me buscaba por la necesidad de mi cachorro sentir a su padre. Cada palabra destrozaba mi corazón—


— papa por favor.— pide mi luna.


— Ana, ver tus ojos azules, tu cabello rojo, tus manos, hizo que ese sufrimiento valiera la pena — dice limpiando algunas lágrimas.


Mis ojos pican, sale unas cuantas lágrimas de ellos. Mi luna se acerca y lo envuelve en un abrazo, después se sienta a su lado, limpia algunas de las lágrimas de las mejillas de su padre.


— Sabes papá, tú siempre fuiste mi ejemplo a seguir, soy quien soy por ti.— ella acuna las mejillas de su padre en sus manos.


— No, Ana, yo siempre he preocupado porque no fueras mejor.— el alfa toma sus manos y las besa.


— Eitan.— él me mira.— le prometo que mi cuidaré de Ana— le digo.


— Espero que así sea.— me dirijo a su silla y le doy un apretón de mano.


— Me acompañas a dar un recorrido por la manada.— me invita Eitan.


*diablos, nos dará una paliza.* 




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