Mi querido alfa

Capítulo 24

Enzo

El control que mi luna ejerce en mí es increíble solo dos palabras y hace que el animal salvaje que hay dentro de mí se vuelva un cachorro.

Estaba que me tiraba encima de Joel, por sus comentarios hacia mí.

* Es un idiota.* gruñe Maximus.

* Le está afectando haber encontrado a su pareja.* ríe Mazlo.

* Si ha estado de muy buen humor.*

* Si le hacía falta una buena follada.* se carcajea Mazlo.

* Igual que a nosotros.* gruño.

— Se trasladarán para el mismo día o por un grupo— pregunta Ian.

— ¿Cómo creen ustedes que se sientan cómodos?— pregunto.

— Sería bien, si trasladamos primero a las madres con cachorros.— habla mi luna.

— Es una excelente idea, el lugar para ellos está listo, es acordar una fecha específica.— le dice Joel.

— Quiero que te encargues de acomodar cada familia.— le menciono a mi luna.

— Tendría que viajar.— pregunta — No considero que pueda, ya tengo más responsabilidad.— habla mi luna con tristeza.

¡Oh no Ana, tú iras a verme este mes y medio, cueste lo que me cueste!

— Mon précieux.(preciosa mía), tú te encargaras de eso.— le hablo en francés, yo sé que la enoja porque no me entiende y esa mirada asesina que me da me divierte.

— pero.—

— Pero nada, tú más que nadie sabe lo que le gustara a cada familia.— Mi sonrisa se agranda.

— No es más fácil decirle que quieres verla.— menciona Joel.

— Joel, considero que Meri te necesita.— le gruño.

— Ok si es buena idea, además puedes hacerle una visita a la familia real.— Joel.

* Ana, al todo estar listo te mudarás conmigo.* le hablo por el enlace.

— la visita se hará en dos semanas y en la cuarta semana se enviarán las primeras familias, que sería unas veinte.

— Alfa Eitan menciona y así concluye la reunión después de ponernos de acuerdo.

                     [...]

Estos días en la manada luna azul, han sido agradables, abrir mis ojos y cada mañana y sentir su dulce olor, tocando la suavidad de su piel, es un recuerdo que hoy es mi último día aquí.

La familia de Ana es cosa de locos, sus hermanas son agradables, bullosas y sobre todo aman a mi luna, me ha hecho sentir que soy parte de este lugar.

Adoro a Tamara, ella prácticamente se enfrentó a su padre, pues él no iba a permitir que Ana durmiera conmigo. Ella argumentó que somos parejas destinadas y en algún momento mi luna y yo íbamos a tener sexo fuera en estos días o más adelante, pero que él no podía intervenir siempre.

Después de esa discusión salió y no regreso, al día siguiente le pidió a Joel que me dijera que lo acompañara a dar un recorrido por las fronteras, hoy no es la excepción, acomodo a mi luna en la cama, ella se queja como cada mañana.

Luego de una agradable ducha, me dirijo a la casa de la manada donde me espera el alfa Eitan con un desayuno listo.

— Buenos días.— saludo al entrar al comedor.

— Buen día, listo para el último recorrido.— pregunta. Desayunamos en silencio, el recorrido es largo y vamos en la mitad cuando unos vampiros están rezagados están al punto de matarla.

* Tú encárgate de los dos de allá.* me señala el alfa a la izquierda.

* ok alfa.* le respondo.

Salto encima de ellos, al primero con mis garras le arranco la garganta y al otro con mi pata le aplasto la cabeza, los que el alfa se encargó están igual muertos.

Volvemos a nuestra forma humana y nos acercamos a la mujer de piel morena, tiene los ojos serrados y varias heridas, la ropa sucia.

— Por favor ayúdame.— habla con dificultad.

* Dejala, no me da buena espina.* gruñe mi alfa.

— ¿Quién eres y que haces en mis territorios— le gruñe el alfa Eitan.

— Soy Casandra, ellos me han seguido durante varios días y creí que al venir aquí me podrán ayudar— habla la loba.

* No confío en su versión.* gruñe Mazlo.

— Puedes caminar.— pregunta el alfa Eitan.

— Sí.— habla Casandra poniéndose de pie, ella me mira de arriba abajo deteniéndose en mi entrepierna al sentirme incómodo volteo y camino.

* Te lo dije.* me advierte mi alfa.

* le pediré al alfa Eitan que la vigile.*

* Si, no me gusta, nos está mirando el trasero.* gruñe Mazlo.

Giro mi cuerpo y le doy una mirada de desprecio, un gruñido sale de mí, ella baja la cabeza, me transformo y ellos me siguen al entrar a la manada.

Ana estaba esperándome con unos pantalones, lo cual me parece maravilloso, no soporto que otras mujeres miren lo que le pertenece a mi luna, si todo mi ser es de ella.

Ana mira con curiosidad a la loba gris que está a nuestro lado, vuelvo a mi forma humana y pongo el pantalón y ellos hacen lo mismo con la diferencia que a esa loba le dan una sabana para cubrirse. Ana la observa, pone cara de querer recordar.

— Te conozco de algún lado.— pregunta Ana.

— No, nunca te he visto.— Casandra niega.

— Es imaginación mía.— Ana le habla y le sonríe.

— Mi luna, me acompañas.—le susurro en su oído, ella asiente con la cabeza y nos dirigimos a su habitación.

Ella se mete a la ducha y yo busco algo en el guarda ropa, me dirijo al baño, mi luna tiene los ojos cerrados, sus pechos no son pequeños, son de un tamaño adecuado, su cintura es estrecha y caderas anchas, su culo es redondo.

Su feminidad está cubierta por bello, no soy fan del vello en esta parte, pero se ve jodidamente hermosa, desnuda y ella es mía en todo su esplendor.

Me acerco y abro la ducha con cuidado de no alertarla, me posiciono detrás de ella y choco mi pecho con su espalda, ella brinca y voltea sus ojos, muestran la sorpresa.

— Enzo...— Habla cubriéndose sus senos, lo cual no permito.

— Ana.—tomo sus manos alejándolas de su pecho.

— Eres hermosa.— el color rojo sube a sus mejillas.

— Gracias.—

— Ana, eres perfecta, para nosotros.— le menciono.

Ayudo a enjabonar su cuerpo, me detengo en partes específicos, juego un poco con sus dos pequeños botones rosados de su boca, escapan algunos gemidos, mi miembro está duro palpitante aclamando por atención ella con su mano traza las líneas de mi pecho y abdomen hasta detenerse cerca de mi v ella mira dudosa y pone un dedo en su boca y me mira pidiendo permiso.




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