Mi querido alfa

Capítulo 29

ENZO.

He batallado con mi alfa para mantenerme tranquilo, revisado cada uno de los problemas de la manada, estos asuntos mantienen mi mente ocupada.

Pero al llegar la niche mi mente se llena de los recuerdos de mi Ana Sofía.

— Enzo.— Izan me saca de mis recuerdos.

— Dime.—

— No hemos avanzado nada, hemos estado tres horas y solo has firmado un documento.— me reprocha.

Los documentos pendientes están en una pila al lado de mi escritorio y se amontonan más y él tiene razón.

— Maldición no terminaré nunca.— grito atrayendo la mirada de Izan mi beta.

— Enzo, relájate.— me calma mi amigo.

— Joel, tenía razón.— él no está aquí, Meri no se sentía bien esta mañana y no se quería alejar de él y cada día que pasa estoy más seguro que mi delta Joel y su mate Meri esperan su primer cachorro.

Jalo mis cabellos, los trabajos que tengo son demasiados, pues he descuidado durante dos semanas y mi luna estará aquí en unas horas, termino unos documentos más y me dirijo a la habitación de mi madre.

Toco la puerta, al pasar unos segundos la puerta abre, dejando ver a una loba de ojos grises, ella está con su sonrisa contagiosa.

— Hijo, pasa.— me sonríe al entrar a la habitación, mi padre se encuentra distraído mirando por la ventana.

— Buenos días, padre.— lo saludo, él se acerca y me da un abrazo.

— ¿Qué tanto piensas?— pregunta mi padre me pide que lo siga.

— En Ana y este maldito vacío en mi ser.— me tiro en el sofá.

— No puedo entender ese sentimiento, cariño.—habla mi madre.

— lo sé madre, ustedes tuvieron la bendición de conocerse desde siempre.— le susurro, ella está a un lado mío y recuesto mi cabeza en sus piernas, como lo hacía cuando era un cachorro.

— Es una etapa crucial para su relación— menciona mi padre, mientras yo cierro los ojos disfrutando de las suaves caricias que mi madre hace en mi cabeza.

Así paso una parte del de la mañana, mi padre prometió ayudarme leyendo los documentos y me separará los que puedo firmar y cuáles debo buscar mejor solución.

Soy capaz de hacerlo, pero mi mente no tiene la disponibilidad y más cuando te toca lidiar con un par de imbéciles en tu mente pidiendo ver a su mate, si yo la extraño, pero también tenemos responsabilidades.

Al llegar la hora me despido y me dirijo a la manada a supervisar algunos trabajos, los cuales están en orden.

Ahí estaba ella acompañada de Otsana y Oliver.

Observando cada detalle del lugar mientras Otsana le señala algunas casas que fueron hechas para las familias.

*El negro te sienta bien* le hablo a través del vínculo de pareja.

La peli roja mira alrededor buscándome entre los lobos que a esta hora hacen sus deberes.

Sus ojos color azul se detienen en mi dirección sonríe, mi mirada está fija en ella, ¿es mi imaginación o ella cada día está más hermosa?, con sus jeans blanco y camisa negra.

* No, ella es hermosa.* ronronea Mazlo.

* Sí, acércate, quiero quitarle esa camisa.* gruñe Maximus.

* Sabes bien que no podemos, hacer esto, nuestra manada no lo sabe.* regañó a Maximus, él solo me gruñe.

El olor a fresas, me atrae a ella. Evito que mi alfa cometa una locura y salgo de allí dirigiéndome al castillo. Le doy la orden a Otsana que la lleve al castillo.

* ¿Por qué no huele a nosotros?.* pregunta Maximus.

*Está ocultado nuestro olor*

Evitó mirar a tras de nuevo, pero sé que ella me mira. Corrí a la seguridad de mi casa, cruzó las puertas como un ladrón que es perseguido. Nada más su presencia me altera.

* Ana, por favor, te necesitó.*

* Mi alfa voy a tus aposentos.* me dice.

* Mueve tu trasero o voy y te traigo yo mismo.* gruñe Maximus.

Ana se ríe, es un sonido maravilloso.

* hermosa no te demores.* le habla Mazlo.

* tan impacientes, como siempre.*

Al caminar por el pasillo del despacho una tos interrumpe mis pasos, giro mi cuerpo y Teo hace una reverencia

— Alfa, la bruja Marta, está aquí y solicita hablar con usted.— habla Teo.

— Dile que la atenderé en una hora— le ordeno.

Enpuje las puertas dobles de mi despacho, me dirijo al libro que abre la puerta secreta y entro al pasadizo, dirigiéndome a mi habitación.

Espero unos minutos hasta que su olor se filtra por la habitación.

Tres toques anuncian su llegada, abro y jalo su brazo atrayéndola a mi cuerpo. De un movimiento brusco estrelló su espalda a la pared, besos sus labios suaves, apretó un poco haciendo que suelte un jadeo y su parte íntima se sobre con mi creciente erección.

— Hola.— chilla al separarse.

Mi respuesta es un beso en su pelo.

— ¡shhhh!.— solo quiero estar, así las palabras sobran ahora es sentir miles de sensaciones que me causa su toque, su olor activa, mis sentidos.

Separo su espalda de la pared, hago que enrede sus piernas en mi cintura y la llevo a la cama donde la acuesto jalo su manano haciendo que se siente, me acerco arrodillándome en la cama, tomo el dobladillo de su camisa negra y la subo sacándola.

Un corpiño color negro cubre sus hermosos pechos, beso su cuello donde está la marca de la corona, su cuerpo vibra.

— Tienes mucha ropa.— me susurra.

 

— Es verdad, ¿puedes ayudarme?— demando.

Me separo un poco y ella toma mi polo y lo levanta al hacerlo tiene que arrodillar.

Nuestros cuerpos desnudos, con una capa de sudor, cada gemido que sale de sus labios son una canción.

No hay penetración, solamente caricias, de esas que te llevan al cielo y luego al infierno, donde solo se busca nuestra liberación.

Al tocar las estrellas y ver fuego puro, pongo el cuerpo de ana encima del mío logrando bajar el ritmo de nuestros corazones.

Después de nuestro encuentro recuerdo que Marta pidió hablar con nosotros, (Ana se encuentra dormida), muevo su cuerpo.

— Mi alfa, ¿a dónde vas?.— su voz suena somnolienta.

— debo ver a Marta.— le respondo.




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