Mi querido alfa

Capítulo 36

Fin de maratón

ANA

Observo cada parte de él, me acuerdo la sensación increíble que sentí al tenerlo dentro de mí, Al principio solo fue ardor y dolor, luego hizo que tocara las estrellas con mis manos.

Me avergonzaba de estar desnuda delante de él. Pero es algo estúpido, ya que lo he estado varias veces así delante de él.

Me llevo al borde de la tina y me senté allí, abrió el agua y hecha esencia, al llenar a un punto cerró las llaves y me ayudo a meter.

— Esto ayudará a relajar tu cuerpo.— me habla, pude sentir agua fría.

Al sentarme sentí un ardor y cerré mis piernas y el ardor se intensificó.

— Enzo.— chillo.

— Ya pasará.— besa mis labios.

— Tienes hambre.— pregunta y yo me imagino como anoche devoró cada centímetro de mi cuerpo.

Él se para y acomoda su ropa, el bulto en sus pantalones es notable.

* ¿Quiero más?.* susurra Asly.

* Ahora debes descansar.* Pero que demonios, ¿cómo es que puede hablarme sin abrir la conexión?

— ¿Cómo es que...?— le pregunto, me interrumpe.

— Puedo escuchar, sentir y saber todo de ti.— me guiña un ojo.

— Y si no quiero.—

— Tenemos unos días libres, te enseñaré a bloquearme.— me habla con tristeza.

Sale del baño y escucho la puerta principal siendo cerrada.

Salgo de la tina y tomo una toalla que hay cerca y la envuelvo en mi cuerpo, me acerco al espejo que hay en el baño y puedo ver mi cuerpo entero, estiro mi cuello a un lado.

Observo la mordida que permanece roja y a un lado está la corona y una flor es la misma flor de la cual no recuerdo su nombre ni su significado, pero hay algo más, no puedo ver porque está en mi espalda.

Miro mi pecho derecho donde encuentro una marca de los dientes de Maximus, pues cuando me penetro mordió ese lugar.

Salgo del baño dirigiéndome al guarda ropa, saco una camisa de Enzo y busco unas bragas de color negro y las deslizó por mis piernas. ¿Cómo no me fijé en la decoración de la cama? Es increíble que no viera el dorsal en la cama lleno de diferentes flores, me acerco y puedo apreciar la mancha en las sábanas.

* Fue algo movida la noche.* ríe Asly.

* Si, aún me duele cada músculo de mi cuerpo.* Saco las sábanas de la cama y busco nuevas y las coloco y me tiró sobre ella.

Al rato llega Enzo con una bandeja con comida en sus manos y se acerca a la mesa a un lado de la habitación, dejándola allí.

— Come.— sus ojos verdes destellan en negro al recorrer mi cuerpo.

— Mi alfa, podemos volver a repetir— pregunto y le sonrió.

— Ana, debes recuperar fuerzas y descansar—

— Pero...— intento reprochar, pero él me interrumpe.

— Tendremos toda la eternidad.— se acerca y me roba un beso y apega su cuerpo al mío, y alza la camisa y lleva una mano a mi nalga y la aprieta, así adjuntando más su cuerpo al mío.

¡Mm! Gemí al sentir mi sexo contraerse.

— mi luna, deja de ponerme las cosas difíciles— traga saliva.

— ¿Pedo marcarte?— le pregunto, él me observa con su ceja levantada.

— Yo te pertenezco y puedes hacer lo que quieras conmigo.— me sonríe.

— pero no hoy.—

— Sabes algo, te odio— una carcajada suya resuena en el lugar.

— Come ahora.— demanda.

{...}

Hemos estado durante una semana encerrados y ya me aburrí, duermo, cómo y hablo con mi alfa, el cual me ha enseñado a bloquearlo en mis pensamientos.

* No bebemos hacerlo.* regaña Asly.

* Pues no lo quiero todo el día en mi mente, yo también necesitó mi privacidad.* le gruñó.

* Yo no bloquearme a mi alfa y a mi lobo, me encanta hablar con ellos.*

* Ok, pero no los quiero escuchando nuestra conversación con mis amigas o mi familia.* Acabo de empacar mis cuadernos en el morral y salgo al pasillo donde veo a Teo.

— Hola Teo.— él hace una reverencia.

— Buenos días, luna.— me sonríe y yo sigo mi caminó al comedor donde mi familia y amigos hablan entusiasmados.

— Buenos días.— Saludo sonriéndoles.

— Oooh, por fin mi mejor amiga sale de su encierro.— ríe Meri.

— Enzo.— pregunto por él ignorando el comentario de Meri.

— En su despacho.— responde su padre, salgo corriendo.

— Recuerda que ese lugar no es para aparearse.— escucho la carcajada a lo lejos de mi ex beta Oliver.

Entro al despacho sin tocar mi alfa fija su mirada en mí y pone a un lado los papeles.

— Mi luna, acércate.— me llama.

Camino esquivando el sofá blanco, llego a su lado y volteó su silla giratoria y pongo, me siento sobre él asiendo que nuestros sexos se rocen.

Solo llevo un vestido que llega a mis rodillas y unas bragas color rosa.

— Oh, mi luna, no tientes tu suerte.— me susurra al oído haciendo que una corriente recorra mi cuerpo.

— ¿Por qué si no he hecho nada?.— pongo mi cara de yo no fui.

— ¿Quieres regresar a los aposentos?— aparto sus manos de mi trasero y me paro dirigiéndome al comedor.

La propuesta está interesante, pero no quiero pasar ni un día más encerrada.

— Desayuna conmigo, debo ir a la universidad.— le recuerdo.

— ¿Tienes el lazo rojo?— me pregunta y yo le enseño la muñeca.

Salimos al pasillo y vamos al comedor donde desayunado unos deliciosos huevos con tocino y jugo de naranja, al terminar nos despedimos y salimos directo a estudiar.

Esquivo las preguntas que me hace Meri, sobre estos días.

* Aquí está la chismosa de Casandra.* gruñe mi loba.

* ¿Por qué crees que no le he contado nada?.

* No confío demasiado en ella para contarle mi vida privada. Meri está enorme, su cachorro creció mucho esta semana y se ve hermosa.

— ¿Cuánto falta?.— pregunto señalando su panza.

— Un mes y medio.— sonríe y soba su panza.

— Pronto conoceremos al futuro beta.— le susurro.

— En unos días sabrás si tú también...— la interrumpo.

— No, aún es muy pronto.— mi corazón se acelera de solo imaginarlo.

— Vamos Ana, ese alfa te ha anudado durante una semana y no lo crees.— me regaña.




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