Mi querido Amigo Servant

10. Compromiso y Determinación

Ella asintió con la cabeza, inhalando profundamente para recuperar la calma que había perdido. "Gracias, Servant. Eres un gran amigo," le agradeció con una sonrisa sincera en el rostro.

Las mejillas del chico resplandecieron con un rubor de gratitud al escucharla llamarlo su amigo, no una vez, sino dos veces seguidas. Se sintió amado y honrado por la confianza que Emily le había brindado al considerarlo un amigo tan cercano. Su corazón se llenó de alegría al saber que había podido apoyarla en su momento de debilidad.

"Emi..." comenzó, con una sonrisa cálida y una voz llena de afecto. "¿Sabes cuánto significa para mí escuchar eso de ti?"

Mantuvo su mano entre las suyas durante unos segundos más, sintiendo el cálido contacto de su piel. En ese instante, no podía imaginar a una persona mejor a la que llamar su amiga.

"¿Qué?" Emily se enjugaba las últimas lágrimas que quedaban en sus mejillas, su voz aún cargada de la emoción de haber llorado. "¿Qué... eres un gran amigo? Pues sí, lo eres," pronunció con ternura, sus palabras resonando con un cariño genuino. Había dejado que sus lágrimas fluyeran, y a través de esa vulnerabilidad compartida, su amistad se había fortalecido aún más. Su voz reflejaba una gratitud profunda por la amistad que habían construido juntos.

"Emily, a veces es difícil ser la hija mayor, ¿verdad? Y las hermanas mayores nunca están muy agradecidas," comentó Servant con empatía mientras la miraba, con una pizca de preocupación en sus ojos. Temía que Emily pudiera estar ocultándole algo más, ya que su relación había llegado a un nivel de intimidad que nunca había experimentado antes con una amiga. La conexión entre ellos parecía llegar al fondo de sus almas, y Servant deseaba que Emily se sintiera cómoda compartiendo sus preocupaciones y emociones.

El chico suspiró suavemente antes de colocar una mano reconfortante en la espalda de Emily. Su tono era de genuina preocupación, pero también de amabilidad. "¿Estás bien, Emi?" Le preguntó, dejando claro que estaba dispuesto a escucharla y apoyarla en cualquier momento que ella lo necesitara.

Ella respondió con una sonrisa cálida y sincera. "Sí, sí, estoy bien ahora. Gracias a ti, Servant," expresó con gratitud en sus ojos y voz, reconociendo el apoyo que él le había brindado en su momento de vulnerabilidad.

Servant, conmovido por sus palabras, respondió de manera igualmente sincera, aunque su voz sonaba suave y apacible. "Tú... me haces feliz."

No se había dado cuenta de lo profundo que sonaba su voz, pero sus palabras eran genuinas. Emily era el tipo de amiga que siempre había deseado: honesta, amable y ahora sin temor a mostrarle sus emociones. La amistad que habían construido los hacía sentirse más humanos el uno al otro, permitiéndoles ser auténticos en su compañía.

Servant sonrió de nuevo, sorprendido por la profundidad de su conexión con Emily. Ella le estaba brindando la oportunidad de ser visto tal como era, sin miedo a juicios ni prejuicios.

Emily, al escuchar las palabras de Servant, se sintió iluminada por una alegría sincera. Su sonrisa se expandió en su rostro, y sus ojos brillaron con emoción. "¿Es verdad? ¿Te hago feliz?" preguntó con un tono alegre, irradiando felicidad en su mirada. "Eso me hace sentir mucho mejor, Servant."

Servant asintió con una sonrisa llena de sinceridad. "Emily, sí", afirmó con ternura. La alegría que experimentaba al verla sonreír de esa manera le calentaba el corazón. "Sí, me haces feliz. Cada vez que veo esa hermosa sonrisa en tu rostro, me llena de felicidad."

No pudo evitar sostener su mirada, como si quisiera transmitir la profundidad de sus sentimientos a través de sus ojos. A lo largo de esa única mañana, habían compartido tanto que sintió que ella merecía conocer la verdad. Emily merecía saber cuánto se preocupaba por ella y cuánto valoraba su amistad.

Emily, aunque con un ligero rubor en sus mejillas, no se sintió nerviosa por el elogio de Servant. Más bien, sus palabras la hicieron sentirse aún mejor. Sus lágrimas anteriores se habían disipado, y ahora su rostro se iluminaba con una expresión de felicidad sincera. "Muchas gracias, Servant", respondió con gratitud en su voz. "Tu sonrisa también me hace feliz."

Su sonrisa resplandecía de alegría mientras se miraban el uno al otro, compartiendo un momento de profunda conexión. Ambos sabían que habían encontrado algo especial en su amistad, algo que iba más allá de las palabras y las lágrimas, algo que les hacía sentirse completos.

El chico se encontraba en un estado de abrumadora emoción. La belleza de la sonrisa de Emily le llenaba de orgullo y calidez, y por un instante, olvidó el motivo detrás de sus acciones.

Servant, con una tos ligera para romper el silencio, luchaba internamente por encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que verdaderamente sentía. Su timidez era palpable, y aunque anhelaba contarle a Emi lo significativa que era para él, su voz se resistía.

Finalmente, optó por devolverle la sonrisa, sabiendo que algunas palabras eran demasiado valiosas para expresarlas en ese momento, pero sus acciones hablaban más fuerte que cualquier discurso.

"Oh cierto... ¿Aún podemos llegar a clase?" Emily recordó su compromiso de llegar a tiempo a la escuela, a pesar de la profunda conversación que habían tenido.

"Tienes razón." Servant notó el reloj y de inmediato su rostro se llenó de preocupación al ver que estaban a punto de llegar tarde. "Oh, no. Vamos a llegar tarde."

Con estrés en su tono, comenzaron a apresurarse por el pasillo, ansiosos por llegar antes de que la campana anunciara el comienzo de la clase. El tiempo se les agotaba, y la expresión preocupada en el rostro de Servant reflejaba su deseo de llegar a tiempo. Con suerte, lograrían llegar antes de que fuera demasiado tarde.

Emily todavía se sentía un poco agotada por haber llorado, y el sueño que antes la había afectado parecía más presente que nunca. Aun así, la felicidad de tener a Servant como amigo era un sentimiento que la reconfortaba. A pesar de que su reciente conversación la había distraído de la importancia de asistir a clases, una chispa de determinación se encendía en su interior. A pesar de su cansancio, no quería correr el riesgo de reprobar y estaba decidida a ir a clases como debía. Aunque su mente estaba en otro lugar debido a las emociones que habían surgido, una sonrisa en su rostro indicaba su firme intención de cumplir con sus deberes académicos.




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