Rob y River corrieron detrás de Elaine. Al llegar al lugar, vieron a William tendido en el suelo, sobre un charco de sangre, inmóvil. Apenas respiraba, pero cuando su amigo se acercó y le habló, pudo responderle.
—Vas a estar bien —le dijo Rob que se acuclilló a su lado y tomó su mano.
—No te preocupes, se ve peor de lo que es —respondió William con la voz ronca. Aunque estaba preocupado, intentó disimular. Le entregó las llaves del automóvil a su amigo.
—¿Bien? —preguntó Elaine en tono consternado — ¡Esa cantidad de sangre! Es un milagro que sigas hablando.
—Elaine… —murmuró River tomando la mano de su amiga—. Un poco de delicadeza, por favor.
—Sabía que no era buena idea venir, y mucho menos aceptar la invitación de Rob, pero no, tuve que dejarme arrastrar por ti.
Los paramédicos no tardaron en llegar, revisaron a William, le dieron los primeros auxilios y lo subieron a la camilla para luego llevarlo a la ambulancia. Elaine se agachó a recoger sus zapatos y vio el móvil de William, lo cogió y siguió a su amiga y Rob.
Escoltaron a la ambulancia hasta el hospital. El silencio que reinó en el corto trayecto hizo que este pareciera eterno. River subió junto a Rob en el asiento del copiloto y Elaine se acomodó atrás, pudo ver como su amiga colocó la mano sobre el muslo del hombre, intentando sosegarlo.
En todo ese tiempo, Elaine se preguntaba cómo era posible que William siquiera hable, debería estar inconsciente, considerando la gravedad de las heridas. Ella fue testigo del momento en que su cuerpo se desplomó, esa cantidad de sangre en el suelo y en su vestido, era suficiente evidencia de que tenía una herida mortal. Ella no era médico y profesional en el área de la salud, pero estaba segura de que aquello que vio, era para contar la historia con un muerto al final.
Apenas estacionaron frente al hospital, el celular de William sonó. Elaine lo miró, Emma ponía en el identificador de llamada, y atendió, debía hacerlo, podía ser algún familiar, su hermana o su madre…
—Hola, habla Elaine —respondió.
—¿Elaine? ¿Quién...? ¿Por qué tienes el móvil de mi prometido? —siseó Emma a punto de explotar—. Pásame con él, ahora —añadió en tono de orden.
—¡Oh! Entiendo señorita, pero… no puedo, lamento informarle que está siendo atendido, resultó herido... —Elaine habló sin dar importancia al tono de orden de Emma y, aunque en otro momento eso la iba a molestar, ahora tenía la mente nublada.
—¿Cómo? ¿Y por qué tienes su móvil? no respondiste eso.
—Es lo que estoy intentando explicarle, pero usted no me deja. —Elaine estaba nerviosa, jamás, a pesar de vivir en una ciudad como Nueva York, fue testigo de algo parecido—. Es mejor que venga.
—Por supuesto que iré. ¿En qué hospital están? —indagó Emma en tono de suficiencia.
—No tengo idea, no soy de aquí, le paso con Rob, él la guiará. —Le tocó el hombro al joven, le dio el teléfono y añadió—: Quieren hablar contigo.
—¿Conmigo?
—¡Sí! una tal Emma.
—Mierda, mierda, mierda —murmuró entre dientes—, ¿por qué te llamó a ti?
—Es el móvil de William, lo recogí cuando lo subieron a la ambulancia…
—Mierda —volvió a susurrar, pero cogió la llamada—. Emma, querida, estamos en el hospital general, ahora acabamos de llegar a urgencias —habló de seguido Rob.
—Seguro que esto es culpa tuya, solo para hacer tonterías William se junta contigo, pero ya me escucharás, en cinco minutos estaré ahí —dijo Emma y colgó.
Rob se relamió el labio y guardó el teléfono en el bolsillo, estaba estresado, su amigo entró a urgencias y la loca de la novia vendrá a hacer un show sin sentido, con tan solo imaginarlo ya se le ponían los pelos de punta.
—¿Quién es Emma? —preguntó River antes de bajar del coche.
—La prometida de William —respondió Elaine.
—Vamos, chicas, entremos a averiguar cómo está William —azuzó Rob—. Tengo que avisar a su padres y al mío.
—Llámalos, nosotras preguntamos por él —dijo River.
—Bueno, gracias por todo…
—No te preocupes, llámalos de una vez. —River le regaló una sonrisa y acarició su antebrazo.
Pasaron los minutos y no habían noticias sobre William, Elaine caminaba de un lado a otro, River estaba quieta, recostada contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho, Rob se encontraba sentado, sosteniendo su cabeza con ambas manos. El momento era bastante tenso para los tres.
—Buenas noches —dijo un hombre mayor al ingresar a la sala de espera, las chicas contestaron apenas —. Hijo ¿Cómo está William?
—No lo sabemos padre, estamos esperando el parte médico, pero estoy seguro de que está bien. —Rob se puso de pie y abrazó al recién llegado.
—Estará bien, no se preocupen, ¿ya avisaste a sus padres? —indagó Alistair, el padre de Rob.