William siguió a Alistair hasta el mismo salón dónde hacía minutos charló con Elaine. El hombre mayor tomó asiento tras el escritorio y, con un gesto invitó al joven a sentarse frente a él.
William suspiró y lo imitó, tenía muchas interrogantes dando vueltas en su cabeza, además que, no solo lo de la espada y la alucinación lo preocupaba, también estaba lo de la empresa y el incendio. Debía aclarar esto con Alistair, pero luego le esperaba el desastre en la destilería.
—Traje la espada —le informó William una vez que tomó asiento.
—Ya lo sé, debes aprender a usarla —comentó Alistair con seriedad.
—Creo que primero debo saber ¿Cuál es el truco? ¿Quién eres realmente? O ¿Qué soy? Por favor Alistair, necesito respuestas. Este ir y venir en la incertidumbre me tiene de los pelos, y me enoja no tener el control, así que, habla.
—No te apresures, como le dije a Elaine, todo a su tiempo, pero creo que tú entenderás mejor lo que sucede. —Alistair abrió un cajón del escritorio y cogió un viejo papel, se lo pasó a William—. Esto es para ti.
—¿Qué es? —inquirió el joven.
—La respuesta final a lo que buscas —dijo el hombre mayor con seriedad—. Yo voy a desvelarte muchas cosas, pero no podré responder a todas tus dudas, yo también, en cierto punto, tengo las mías…
—Deja de hablar en clave, Alistair, nos conocemos desde hace mucho —respondió William mientras observaba el jeroglífico en la vieja y amarillenta hoja.
—¿Sabes que eres adoptado? —indagó Alistair.
—Todos lo saben —respondió William y lo miró de golpe.
—Pero no sabes quiénes fueron tus padres —afirmó el padre de Rob.
—Nunca necesité saberlo, mis padres suplieron cualquier necesidad de afecto.
—Eres más duro que una roca William, pero estoy seguro de que alguna vez te asaltó la idea de saberlo, y este es el momento de hablar sobre ello.
—A ver, ¿qué sabe? ¿y por qué es ahora que quiere contarme sobre ellos? Rob es mi amigo, pero eso no significa que no pueda recriminarle a usted que haya ocultado cosas por tanto tiempo.
William tensó la mandíbula y se acomodó desabotonando su caro traje, la verdad era que no quería hablar sobre sus padres biológicos, porque en el fondo, solo tenía una respuesta para su condición, lo abandonaron, no lo quisieron, y tuvo la suerte de caer en el seno una familia que, aparte de ofrecer amor incondicional, pudieron darle un buen pasar.
Sin saberlo, eso era algo que compartía con la mujer que pronto sería su anfitriona.
—Estoy para disipar tus dudas —respondió Alistair.
—No me gusta perder el tiempo y lo sabes. Tengo que ver muchos asuntos esta mañana, y perder mis valiosos minutos en sentimentalismos no está en mi agenda.
—Tienes mucho que aprender, muchacho, y solo cuando descifres lo que dice en ese papel, serás realmente libre.
—El concepto de libertad es muy subjetivo. Algunos se sienten libres con muy poco, otros con mucho más. —William señaló todo el lujo que se mostraba a su alrededor.
—William, la libertad nos es concedida desde el interior, desde lo más profundo de nuestro ser, de nuestra esencia, lo exterior solo es apariencia, si por dentro eres esclavo, nada de lo que logres en la vida te hará libre.
—Estoy a punto de levantarme e irme Alistair, te recuerdo que la destilería de mi familia se incendió, me dispararon, y tengo mil cosas que hacer. Vuelvo y repito, al grano.
—¿Estás vivo, verdad? —indagó Alistair y lo miró directo a los ojos.
William hizo una mueca de disgusto, sabía que Alistair iba a sacar el tema en cualquier momento, y él lo ha estado ignorando a drede, como si nada de lo que ocurrió anoche fuera a comprometer su vida, aún tenía fresca en la memoria la sensación de caída, el olor a pólvora y el dolor que generó el impacto de las balas.
—¡Responde, muchacho! —exclamó Alistair—. ¡Estás vivo! —insistió—. ¿Realmente quieres saber la razón?
William se incomodó ante el tono que usó el hombre. Siempre lo vio como un padre amoroso y comprensivo, jamás, en todos los años que lleva conociéndolo, lo escuchó levantar la voz, y pasó mucho tiempo en casa de Rob.
—Por supuesto que quiero saber, no hubiese venido hasta aquí si así no fuera, ya, solo dime. Desde la noche de mi cumpleaños solo pienso en eso.
—Tu padre, fue un inmortal y te pasó a ti ese don…
—¿Don? Eso suena más a una maldición y a delirio —arremetió William con incredulidad.
—No estás convencido, ¿verdad? ¿Qué necesitas para creer? Solo cuando sinceramente creas en lo que tenga que contar, podré revelarte parte de tu pasado.
—¿Para eso me citaste? —indagó William con enojo.
—No, te cité para decirte, que eres inmortal y que solo en este castillo estarás a salvo, eres uno de los dos que quedan. Y el otro, te va a buscar, William, y hará todo lo posible para eliminarte. Si quieres aprender cómo defenderte, debes confiar en mí —le informó Alistair.