Mi querido escocés

Capítulo 17

Capítulo - 17

Axel creía tener todo bajo control, preparó un plan y lo estaba cumpliendo al pie de la letra y, de paso, se divertía. No veía la hora de terminar con todo esto y volver a su vida al otro lado del océano. Escocia era hermosa, pero demasiado húmeda para su gusto.

—William se mudó al castillo del viejo McKenzie, con esas americanas —la voz de Gregor se oyó tras el teléfono.

—¿Al castillo Dundee? —Bezos acarició la piel de la mujer que está en la cama. 

—Así es… no puedo creer que todavía no terminó de romper con Emma y ya vaya a vivir con otra mujer.

—Bien, gracias por la información. —Axel colgó la llamada y se relamió los labios. 

Bezos tenía que hacer algo, conocía la importancia del castillo, era una de sus misiones hacerse con ese lugar, pero al parecer se le adelantaron. Debía encontrar la manera de acercarse a esas muchachas, no sabía muy bien cómo, pero ya se le ocurriría algo, nunca hubo reto que no pueda superar. Fue criado para esto y conocía muy bien todo lo necesario para salir airoso. Estaba seguro que tenía ventaja sobre el escocés, que fue criado en una burbuja y se enteró de su inmortalidad por sorpresa.

Pero, lo que él no tomaba en cuenta era que muchas veces tener ventaja no bastaba, porque el confiarse creyendo que eres superior puede ser una gran debilidad y, un contrincante astuto puede aprovechar ese punto débil. La imbecilidad de subestimar al enemigo ha hecho que hasta los más grandes estrategas pierdan una guerra. Pero la soberbia mata y es grande en algunas personas que no pueden ver más allá de lo que ellos quieren. 

Axel miró con lujuria a la mujer, sonrió con arrogancia y la invitó a colocarse sobre él. Ella se movió como hipnotizada por la celeste mirada de su compañero. Se acomodó a horcajadas sobre él y con las puntas de sus dedos recorrió su torso tatuado, siguió con lentitud las líneas de la tinta negra que terminaban justo en la parte baja de su abdomen. Se detuvo y lo miró con picardía y deseo. Él rodeó su cintura y la giró, haciendo que ella quede bajo su cuerpo, inclinó su cabeza y mordió el cuello de la chica que soltó un chillido excitado,  una mezcla de sorpresa y deseo.

—Es una lástima que tenga que ir a tratar un asunto urgente, porque desde aquí el paisaje se ve perfecto, pero te espero mañana —susurró Axel en el oído de la joven mujer.

—Cuando quiera señor Bezos, pero no puedo levantar sospechas si quiere más información —respondió en tono sensual.

—Ya veremos cómo coordinamos nuestros horarios —respondió él y se levantó. 

Con descaro caminó saliendo de la habitación como Dios lo trajo al mundo, la única parte cubierta de su cuerpo era su espalda, igual de tatuada que su pecho. La mujer se perdió mirando como se alejaba. Cada músculo en el lugar correcto. Su bronceada piel y su cabello oscuro hacían que ella pierda la cabeza, pero no podía dejarse engatusar, ha perdido demasiado a causa de entregar su corazón al hombre equivocado, él solo era un escalón, una ayuda para cumplir con su cometido.

******

Todavía les faltaba mucho por conocer a las chicas. Rob las invitó a recorrer algunas destilerías, entre ellas, la de los Campbell. Elaine estaba entusiasmada por conocer sobre el trabajo de William, aunque, tanto a Elaine como a River el clima empezaba a molestarlas. Las tierras altas de Escocia era maravillosa, con unos paisajes de película, de cuento de hadas y, mucho más la zona donde estaban, el lago, las montañas, los castillos, todo era idílico. Pero lo mejor eran sus pobladores, personas, en su mayoría, amigables.

Salieron muy temprano por la mañana, la última destilería a visitar era la de William. En todas y cada una probaron la producción. Tal vez para un escocés no es gran cosa, ya que las chicas pudieron observar que la única diversión en Escocia o, por lo menos en el lugar donde ellas estaban, era ir a un pub y beber. Para cuando llegaron a la destilería Campbell, ambas estaban un poco alegres, eso hizo que su natural desinhibición sea aún más marcada. Rob se estaba divirtiendo, le encantaba escuchar a River y sus aventuras en la gran manzana.

—Lo único que te voy a pedir, morena, es que no te refieran al kild como falda, eso ofende a los escoces, más a los de las tierras altas —le pidió Rob y añadió—: eso y que le pongan hielo al whisky.

—Lo de la falda es solo para ti, no te preocupes —respondió River.

Elaine puso los ojos en blanco, en todo el día tuvo que soportar el coqueteo entre los dos, un par de veces, cuando River se giró para hablarle le hizo señas de que tenía ganas de vomitar, pero ahora, en serio se sentía mal. Entre chupito y chupito, llegó al límite de alcohol permitido para su sistema. Se acomodó la gorra y la bufanda, porque a pesar de estar en temporada estival, no era lo suficientemente caluroso para ella.

—Creo que estoy empezando a sentirme mal —anunció Elaine y eructó—, siento que el estómago me arde y el piso se mueve. —Aspiraba por la nariz y exhalaba por la boca.

Se bajaron del coche y caminaron hasta el showroom. Elaine tan solo con ver el pequeño vaso que le ofrecía una muchacha, sintió náuseas. No podía ni oler el alcohol, por su parte, River lo recibió, probó de cada clase. Charlaba con los dependientes, preguntaba sobre la historia del lugar y observaba todo con real interés.

—Estás pálida —le dijo Rob a Elaine.



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En el texto hay: romance, highlander, inmortales

Editado: 07.07.2021

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