Capítulo - 28
Elaine ingresó a la habitación de su amiga, River alzó la vista al percatarse de su presencia, y con un gesto de indignación continuó guardando sus cosas.
—Me contó Rob que pelearon.
—No me gusta que me usen, lo sabes.
—River…
—Amiga. —La interrumpió tirando una prenda a la maleta—. No me vas a engañar, sé que me escondes cosas, y no me molesta el hecho de que tengas una vida, o tus secretos, lo que me enfada es que no puedas simplemente decirme: «River, estoy en algo, y no te lo puedo decir, pero estoy bien».
Elaine se mordió el labio inferior, y la culpa llenó su cabeza, si bien era verdad que ella guardaba este secreto a su amiga, ella tenía razón, nada costaba ser honesta, al fin y al cabo, River era su única familia.
—Lo siento tanto, River, pero te juro que mi silencio se debe a que simplemente…
—No necesito explicaciones, Elaine, solo quiero que me mires a los ojos como la amiga que eres, y me digas que sea lo que sea, estarás bien, y si algo va mal, vas a alzar ese teléfono y me vas a llamar.
Elaine caminó con rapidez hacia su amiga y le dio un fuerte abrazo, ambas se fundieron en ese acto y ocultaron sus cabezas en el cuello de la otra.
—Lo haré —respondió Elaine al borde del llanto, sintiendo el peso de ocultar algo tan importante a su amiga —. No tienes idea de cuanto te voy a extrañar.
—Por supuesto que lo sé —respondió la morena a la par que soltaba el agarre a su amiga e iba a sentarse a su cama —. Será la primera vez, desde que nos conocimos, que no estaremos en el mismo lugar, pero eso me pone feliz, mi bebé creció, y ya tiene novio.
River rió con burla y estiró a Elaine a la cama para que se sentara a su lado. La rubia estaba tan roja de la vergüenza, que no le dio tiempo de cubrirse el rostro.
—No es mi novio, River, somos amigos, solo eso —se defendió Elaine.
—Que sea como esa peli… ¿cómo se llamaba? —pensó un rato—. ¡Amigos con derecho!, y él es más guapo que el flacucho de Justin Timberlake. Un folla amigo, sexi que habla raro el inglés —se río.
—Ay, tú, mucho bla bla bla, pero no te animaste a entregarle el caramelito a Rob —le recriminó Elaine.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque no me lo contaste.
—Puede que tenga secretos como tú.
—Eso no te lo guardarías, estabas muy decidida a descubrir que ocultaba bajo su falda escocesa.
—Está bien, lo acepto, solo vi su calzón de Piolín, pero ya estaba a punto de descubrir su gran secreto.
—Si la gente supiera que solo alardeas, no pensarían que eres una promiscua.
—Amiga, tengo una reputación que cuidar, que nadie se entere —dijo River y comenzaron a reír.
—¿Te irás mañana? —preguntó Elaine cortando el momento.
—Es lo mejor, además, tengo muchas cosas que preparar, seguro mi apartamento está hecho un asco y también quiero ir a ver a mis padres, mamá no está muy bien, me gustaría pasar tiempo con ella.
—Pero no es nada grave, ¿verdad?
—Ellos me dijeron que no, pero sabes como soy.
River y Elaine continuaron hablando, ambas se acomodaron en la cama, y recordaron su vida en Nueva York, las veces en que se quedaban hasta tarde hablando, imaginando cosas, haciendo planes y soñando despiertas. El peso de la realidad cayó sobre ambas, ellas ya no iban a estar juntas de esa manera, pero de algo estaban seguras, su amistad iba a perdurar. Hablaron hasta el cansancio, que el mismo sueño tuvo que hacerlas callar.
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William se quedó dormido pensando en lo que le esperaba, no solo en la destilería, sino que también en casa de los Todd. Tenía que esperar al otro día para llamar al padre de Emma y concertar el encuentro. Sabía que eso no terminaría bien, pero era su obligación, no podía enviar a su padre, como un chico de primaria, a arreglar sus asuntos.
En la mañana, como siempre, entrenaron. Elaine resultó ser muy buena con la espada, eso lo dejó sorprendido, aunque ella empezó un poco tímida y, hasta con miedo, llegó a un nivel muy bueno en poco tiempo. Empezaron a practicar con espadas reales que eran tan altas como ellos y pesaban un montón, había que tener mucha fuerza en los brazos para poder manejarlas. En esta ocasión y, gracias al visible progreso de ambos, así como el tema de que Alistair y la guadiana debían seguir investigando sobre el tema de Axel, William pudo retirarse más temprano.
Fue primero a la destilería, y desde ahí llamó al padre de Emma que lo invitó a almorzar en su casa. El pobre hombre, todavía creyendo que William era su futuro yerno, pero cuando él suelte la bomba, en medio de la comida, se armaría la guerra entre las familias. Emma era una malcriada, pero nunca la consideró una persona tonta, por lo que no podía entender qué pretendía fingiendo que seguían juntos, cuando William le dejó claro que no podían continuar y que no se iban a casar.