Mi querido, Harry

D. Roller

                                                                                                          16 de diciembre del 2021

 

                Estimada D. Roller:

 

He recibido su carta por parte de mi secretario Adam. No tiene idea de cuan agradecido puedo estar con usted por permitirme la oportunidad de trabajar en esto con alguien que sabe sobre el tema como si hubiese nacido sabiéndolo.

Espero que hoy día se encuentre muy bien, puesto que el clima en New York no es del todo favorable para pasearse por las calles y disfrutar del tiempo como si nos sobrara.

Cambiando abruptamente de tema, ¿recuerda haberme preguntado acerca de mi esposa? Su nombre es Eleanor, Eleanor Feumansel; es una bella chica de cabellos dorados, tan lisos que se enfada con facilidad porque la liga con la que tiende a amarrarlo se resbala apenas pasan 20 minutos. Es alta, de cuerpo esbelto, piel blanca, sonrisa brillante y ojos verdes.

Dentro del sobre adjunté una de sus fotos. Creo que usted debe conocerla por su trabajo, puesto que últimamente es demasiado solicitada por las revistas.

Sobre mis sentimientos respecto a Eleanor… Es complicado describirlo como creo que querrías que lo hiciera. La amo más que a nadie, es la persona más maravillosa que he conocido, porque con solo cruzar miradas o escuchar su armoniosa voz, siento que estoy soñando.

Pudo haber sido un matrimonio arreglado por nuestros padres, sin embargo, tanto ella, como yo, somos conscientes de que nos enamoramos el uno del otro la vez que nos conocimos cara a cara.

¿Usted cree en el amor a primera vista?

Por mi parte, no lo creía, pero después de esa magnífica experiencia, me deja sin aliento.

Espero que esto pueda ayudar un poco, lo lamento.

PD: Deberíamos reunirnos lo más pronto posible para conversar sobre el tema. Me es más fácil de este modo.

Siempre tuyo

                                                                                                                       Harry Feumansel

 

Dante no supo que responder al respecto tras la lectura de la carta que Adam le trajo por la mañana. No fue como si de verdad las palabras de Harry tocaran su corazón como lo hicieron las suyas en él; más bien, si su respuesta no era una moderada risilla, entonces no podría ser nada. Adam notó esto casi de inmediato y esto lo hizo sentir ligeramente ofendido.

—Oye, si tu respuesta va a ser una carcajada, le diré al jefe que renunciaste al trabajo y que no te interesa en absoluto ayudarlo.

—No, no es eso… no me estoy burlando de Harry.

—¿Entonces cuál es el problema? No puedo creerme tal mentira.

—Tienes que leer la carta y te darás cuenta de lo que me río.

Entonces Adam tomó la carta y lo leyó. No le hizo falta releerla o pensarlo a fondo, entendió en un instante a lo que se refería, lo cual le hizo esbozar una sonrisa y entregársela.

—Es verdad. El jefe ayer no podía quitarse la idea de que eras una chica, él estaba del todo seguro de que lo eras.

Dante palmeó el hombro del secretario. Estaría ofendido si se trataba de alguien más, sin embargo, le relajaba creer que esas ideas que tenía Harry sobre él no le harían creer en ningún momento que era el sujeto que se acercó a insultarlo el otro día.

—Déjalo. No le digas que soy un chico. Desde hoy comenzaré a escribir cartas en femenino para que no sospeche sobre mi identidad.

—Deja de ser tan exagerado, él ni siquiera tiene idea de que existes.

—Amigo mío… —Dante inhaló profundo— no estás dentro de los pensamientos de tu jefe, no puedes saber lo que recuerda y lo que no.

—Soy su secretario.

—Sí, claro. Eso no te hace igual de capaz que el hada madrina de Pinocho.

A comparación de Harry, Dante fue por un par de hojas y un bolígrafo de la cocina, después caminó fuera de la caja y se sentó frente a una mesa vacía del restaurante. No demoró más de 15 minutos en terminar de escribir la próxima carta. Con la hoja que sobró hizo un sobre como el anterior y metió ahí la carta. Por último, volvió a sacar el sobre que Harry le envió y extrajo la fotografía de la chica. El extremo del bolígrafo en donde se encontraba el botón para sacar la punta terminó acariciando sus propios labios, pensativo. Regresó a la cocina por otra hoja y volvió a sentarse en su lugar, cuando terminó de escribir ahí, la dobló y metió también en el sobre, lo cerró y por último se lo entregó al secretario.

—No escribí todo el poema de golpe, porque su explicación fue muy pobre. Espero que eso sea de ayuda por lo mientas. Si Harry puede responder hoy, sería más rápido terminar con esto.

Adam asentía a gran parte de las indicaciones que el poeta le expresaba. Fue como si tuviera una grabadora en la cabeza, porque cuando volvió con Harry le dijo todo tal cual como lo escuchó, al menos lo último.




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