18 de diciembre del 2021
Estimada D. Roller:
Decir que mi corazón hable por mí… no tiene idea de cuántas hojas he ocupado para realizar esta carta. Sin mentirle, me he terminado un paquete entero de hojas con 1000 unidades desde que nos conocimos y otros 2 antes de conocerla, porque intenté hacer el poema por mi cuenta.
Supongo que Adam te contó eso, ¿no? Tengo el vergonzoso presentimiento de que fue así y que por ello aceptaste rápidamente mi propuesta. Lamento no ser nada bueno con la escritura, no es mi fuerte, pero las matemáticas sí. Algo hay que saber hacer bien para vivir, ¿no es así?
Este sería el momento en el que suspiraría por mi gran impotencia con respecto a su trabajo. De verdad, admiro mucho lo que hace. Pocos tienen esa habilidad.
Sabe, no puedo hacer esto, el contarle mis sentimientos por mi esposa tan fácil. Si no quiere reunirse conmigo, ¿hay alguna forma en la que pueda ayudarme a ser más claro? Lamento ser tan pesado con esto y estúpido.
Por cierto, ¡muchas felicidades por su relación con Adam! Significa mucho para mí saber que mi viejo amigo tiene a alguien junto a él, alguien con quien compartirá el resto de sus días. Por favor, duren y cuídalo mucho. Su corazón está lleno de enigmas y eso no implica que no sea frágil.
Siempre tuyo:
Harry Feumansel
Por razones que Adam desconocía, Dante se puso de mal humor después de leer la carta. La cerró y la guardó en su uniforme, acto seguido, entró a la cocina y salió medio minuto después con el disco prometido, para así entregárselo al secretario. Este observó la portada por algunos segundos y acarició el título con su dedo pulgar.
—Podemos dejar esto si te parece demasiado extremista el punto en el que hemos llegado.
—¿Crees que voy a dejar todo y darte ese disco como consuelo? No. Tu jefe está empezando a estresarme y a hacerme dudar en si ama o no a su esposa. Ni siquiera puede responderme algo tan sencillo, es como si siguiera un plan. Mi profesor de Metodología de la preparatoria le diría a él algo como “eres todo un caso”.
—¿Entonces…?
—Entrégale ese disco. Espero que pueda ayudarle a pensar en algo. Si no es así, vamos a tener que echarle una mano y si de verdad es un caso perdido, temo que tendremos que hacer algo para reunirnos o que pueda escucharlo en persona.
La irritabilidad de Dante se notó a simple vista en cuanto tomó una servilleta como papel y escribió ahí un pequeño formulario de no muchas preguntas. Apenas lo dobló mal por la mitad y se lo entregó a Adam, quien guardó ambas cosas. Antes de salir se llevó un par de hamburguesas y sodas en lata para comer en su área de trabajo, también le entregó su teléfono móvil.
De regreso a Feumansel Company, Adam pensó en lo ocurrido y se cuestionó si de verdad el poeta estaba enfadado porque su jefe era un tonto para expresarse o por todo lo que el día de hoy le agregó a la mentira; su inseguridad le hizo creer que era lo último y avergonzarse por ello. ¿Cómo iba a ver a la cara otra vez a su nuevo amigo? Y clasificaba aquella pregunta como una pregunta sin valor bajo el argumento de que no estaba enamorado de él, sino de alguien más.
En el pasado o bien, desde que es consciente de que tiene memoria, la familia Feumansel lo apoyó en todos los sentidos. A falta de una familia, una casa o un apellido, el desamparado de Adam fue falsamente adoptado por ellos; debido a que tenían la costumbre de cobrar o pagar por los favores en los que se veían inmiscuidos, Adam fue contratado a temprana edad para trabajar dentro de la familia, primero desempeñando papeles pequeños, como el de un intendente o un ayudante de cocina y después se convirtió en el secretario del hijo de los Feumansel. Si hablamos de su educación, la recibía junto a Harry, con profesores privados.
Fue así como su lealtad por la familia Feumansel se volvió inquebrantable y casi ciega, algo parecido a vender su alma, pero que estaba del todo lejos para considerarlo así. ¿Para qué seguir negándolo? La lealtad que tenía por Harry no era eso del todo; llevaba algún tiempo enamorado de él profundamente, sin embargo, siempre prefirió callarse y mirarlo de lejos, apoyarlo en todo y aconsejarlo en lo que estuviera más allá de su propia y ordinaria visión. El día de la boda de Harry no lloró, ni rio con honestidad. Estuvo satisfecho por verlo tan feliz, a pesar de saber que ese día le habían robado un gran trozo de su vida.
Y todos esos profundos pensamientos y sentimientos que arrastró en el camino se derritieron se enterraron en el pavimento cuando el timbre de su teléfono sonó a todo pulmón. Sobresaltó y lo extrajo de su pantalón, era Harry.
Contestó.
—Adam, ¿vienes de regreso? Quería pedirte que me trajeras algo de comida chatarra cuando volvieras.
—Compré un par de hamburguesas y sodas. ¿Quiere una? Aunque puedo pasar a una tienda y comprar cualquier cosa. Solo dígame qué nombre lleva su antojo y se lo conseguiré.