El enfado de Harry sobre Adam la noche del 2 de marzo se esfumó por completo por la mañana, sin embargo, Adam creía que esa emoción persistía, por tanto, habló con la chica que solía ocuparse de los deberes del hogar desde que él se convirtió en secretario y le pidió amablemente que le dejara preparar a él mismo el desayuno para Harry —y que ella se encargara de Eleanor—, no hubo demasiado problema con esto después del todo; a pesar de que aquella mujer era consciente de su rol en la mansión de los Feumansel, no le molestaba en absoluto que alguien más se ocupara de su trabajo.
Adam solía levantarse una hora antes que el director desde hace mucho tiempo; sí se despertaba a las 5 am para poder alistarse y así llegar 30 minutos con anticipación, en esta ocasión se levantó a las 4 am y dejó la casa a la misma hora de siempre.
El primero en abandonar la cama fue Harry y 20 minutos después le siguió Eleanor. El hombre de los cabellos castaños estaba a nada de terminarse el desayuno, solo guardó unos pequeños trocitos y un trago de su café con tal de esperar a su esposa para levantarse de la barra de la cocina.
Ambos cruzaron miradas por primera vez en el día. Los ojos de Eleanor estaban somnolientos y prestaron atención poco después a la adormilada y serena sonrisa de su marido. Los dos se saludaron como si fuesen completos extraños.
—¿Qué tal amaneciste, Elle?
—Algo cansada… me duele el cuello.
—Quizá dormiste en una posición incómoda.
—¿No se dice “en una mala posición?
—Bueno… es entendible.
Eleanor cortó la conversación llevando a su boca un bocado, luego otro seguido y así unos cuantos más, de manera lenta, como si el tiempo la esperara sentada. Harry se sintió fuera de lugar en la barra con tan solo ver como la chica con quien estaba casado, disfrutaba de un silencioso desayuno. Sí no mal recordaba, tuvo el mismo resultado ayer después de llegar a casa; tan pronto como los dos entraron a su habitación, ninguno se dirigió la palabra y se fue a dormir. ¿Desde cuándo su relación se había vuelto muda? Antes conversaban cada que tenían tiempo libre y ahora parecían descansar de cada uno. Recordó el verso escrito de D. Roller de pronto y esto lo hizo sentir un estorbo dentro de la barra. Sin haberse dado cuenta, ya se encontraba jugando con los pequeños trocitos restantes de comida y el tenedor.
El ligero ruido que producía el cubierto de Harry, irritó a Eleanor.
—¿Podrías guardar silencio? Estoy tratando de comer.
—Pero no comes con los oídos y yo…
—A ti también te molestaría que hiciera ruido con un tenedor mientras tomas el desayuno —Lo interrumpió— o que comiera con la boca abierta. ¿Por qué eres tan molesto? Sí ya terminaste de comer, deberías irte al trabajo.
—No entiendo por qué te molesta tanto. Solo rechinó contra el plato dos veces.
No esperó por una respuesta y se levantó de la barra. Los platos fueron recogidos por la chica de la limpieza y Harry abandonó la casa. Al llegar al trabajo, Adam lo recibió con una sonrisa y le recordó todo lo que debía hacer hoy, nada diferente a lo que ocurría diario. Aunque no lo demostrara, esperó ansioso por un comentario que tuviera que ver con el desayuno. Nunca llegó y el secretario se resignó rápido, convenciéndose a sí mismo de que fue muy estúpido creer que recibiría un halago por ello, después del todo, no tenía idea de que él hubiese preparado el desayuno, así que podría confundirlo fácilmente con el de la otra empleada; pero… ¿acaso ya habría olvidado el sabor de su comida? Querer hallar la respuesta a esta cuestión comenzaba a ser deprimente.
Más tarde, cuando la hora del almuerzo estaba a la vuelta de la esquina y se sentía por la irresistible necesidad de mandar a volar la pila de trabajo, Harry se contactó con Dante por mensajes, más que nada para tener con quién conversar sobre la actitud de algunas personas que lo rodeaban, debía desahogarse:
“Buenas tardes, espero que no esté interrumpiendo nada.”
Su respuesta demoró hasta la hora del almuerzo;
“En absoluto. ¿Qué ocurre?”
“No quiero que crea que solo le hablo para desahogarme o matar el tiempo. A veces me aburre un poco tener conversaciones con Adam porque los temas son muy repetitivos y hay un punto en el que terminamos hablando de mí. Creo que sabe a qué me refiero… creo que con usted puedo hablar mejor, eso es todo. Me gustan las conversaciones profundas.”
“¿Se refiere a que se siente asfixiado o como si se estuviera ahogando en un mar lleno del mismo tema y sentimientos? En donde el barco que ocupaba para resguardarse de ese sentimiento se ha a averiado y no hay forma de arreglarlo.”
“¡Sí, sí! Algo así…”
De pronto, Harry escuchó los pasos de Adam venir hacia él. Bajó con premura su teléfono y observó a su trabajador un tanto inquieto.
—¿Qué necesitas, Adam?
—Creo que es más viable que yo le pregunte eso: ¿Va a necesitar algo para el almuerzo?
—¿Podría ser comida chatarra?
Adam asintió con la cabeza, sonriendo sereno y salió de la oficina.