Mi querido, Harry

Tortugas y ballenas

El viaje de Eleanor y Adam rumbo a Hawái no tuvo un sentimiento diferente al del observatorio, eso porque Eleanor estuvo escuchando a Adam hablar todo el tiempo. A decir verdad, sus palabras no fueron tan sorprendentes, ni cambiaron demasiado. Le expresó que sentía que su presencia era invisible, como si solo fuera un objeto más en el escritorio de Harry, luego cambiaba radicalmente de parecer y decía que temía ser egoísta, un pesado y que era incapaz de dejar que Harry hiciera las cosas por sí mismo por temor a que no volviera a ocupar de su ayuda.

Por otra parte, todas esas inseguridades y contradicciones que llenaban de preocupaciones al secretario, encantaban los oídos de la modelo. Ella le acompañaba la larga conversación de vez en cuando con un “Continúa” o “Te escucho”. De cierta forma, aunque fueran respuestas cortas lograban reconfortarlo.

Una vez bajaron del avión, Adam se encargó de las maletas, como era de esperarse. Tomaron un taxi para llegar al hotel y Eleanor se recostó en la cama matrimonial de su habitación mientras su acompañante se encargaba del resto. En ese momento la modelo decidió comunicarse con su supuesto esposo.

“Adam y yo hemos llegado. Pienso decirle hoy sobre mis sentimientos. ¿Qué harás tú?”

“Supongo que haré lo mismo.”

“No olvides lo que haremos dependiendo de la respuesta de cada uno”

Poco después de haber colgado giró su cuerpo y recargó su codo sobre el colchón, después su mejilla sobre su puño y miró de manera coqueta al secretario.

—¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres hacer hoy? ¿Hacemos algún tour por algún lugar que tenga algo de cultura o sea atractivo? ¿alguna excursión? ¿Practicamos algún deporte extremo? Escuché que podíamos ver el mar desde un submarino o podríamos subir a un crucero para tener una experiencia más romántica.

Adam la miró con una sonrisa absurda y negó con la cabeza.

—¿No le parece peligroso entrar en un submarino? Y la idea del crucero debería guardársela para cuando venga con el señor Feumansel. Me conformo con una excursión.

Eleanor suspiró con pesadez y rodó los ojos, posteriormente tomó su teléfono de su bolsa de mano y entró en la página de internet que le ayudó a encontrar algunos lugares interesantes en Waikiki. En eso le entregó la página abierta en el apartado con las excursiones disponibles.

—Cariño, ¿cómo explicarte de nuevo lo de Harry y lo mío para que lo entiendas? Dios… ¿Entonces a dónde quieres ir de excursión?

Adam tomó el teléfono y leyó todo lo que exhibían. Se detuvo en el apartado de “Cicle island, costa norte, tortugas y comida local”, le agradaba la idea de que hubiera tortugas, le gustaban mucho las tortugas, no obstante, la opción de la excursión de un día entero a la isla Oahu era tentadora.

—Me gustan mucho las tortugas, pero también quiero ir a la isla Oahu.

—Vamos a la isla hoy y mañana vayamos a ver las tortugas.

—Señorita, espere. No es necesario que vayamos mañana a ver a las tortugas… aquí dice todo lo que viene incluido en el viaje.

—¿Qué es lo que viene incluido?

—Aquí dice que pararemos en la playa de las tortugas, practicar surf de North Shore de Fama mundial, algunas playas algo distanciadas, películas, monumentos e historia, un sitio en donde podemos degustar café y nueces, sitios para comer y también podemos ver a las ballenas, aunque no estoy muy seguro de ello, necesitamos ver si estamos en temporada.

—Supongo que te gustan más las tortugas que las ballenas, ¿no? Solo esperemos que podamos tener la oportunidad de ver a esas tortugas.

Eleanor le dedicó una honesta sonrisa y volvió a sujetar su teléfono móvil, lo guardó en su bolsa al igual que otras cosas importantes y Adam hizo lo mismo. Tras salir del hotel, solicitaron la ayuda de un transporte público pequeño para poder llegar a su destino. Una vez dentro de su excursión y estando a unos breves instantes de comenzar su aventura, la modelo extrajo de su bolsa un protector solar el cual utilizó en el rostro de Adam, abusando del contacto físico con tal de apachurrarle las mejillas y acariciar sus cejas por un rato más; también abrió ligeramente su camisa para verter un poco de este. A comparación de como lo hizo ella, Adam procuró cubrirla de bloqueador solar lo más pronto posible y sin abusar de ello. El que se supone iría sobre sus piernas se lo dejó a ella. Eleanor estaba un tanto decepcionada por esto, no obstante, le hacía sentir mejor el saber que Adam seguía conservando sus modales y educación a pesar de haberse vuelto más cercanos este último tiempo.

El primer lugar donde la excursión hizo la parada fue en la playa de Waikiki y seguido de ello la estatua del Duke Kahanamoku, una estatua que narraba la historia de un hombre que puso en la cima su nombre tras conseguir su victoria de los 100 metros de natación en los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912.

La próxima parada fue en Queen's Beach que no duró más de 5 minutos, pero el paisaje dejaba satisfecho a cualquiera de las personas que integraba el grupo. Durante ese pequeño lapso de tiempo Eleanor no se contuvo a soltar un comentario.

—Las paradas deben ser cortas para todos los lugares que visitaremos las próximas seis horas, ¿no lo crees?




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