Mi querido, Harry

Suspendido hasta nuevo aviso

La sorprendente coincidencia que tuvieron el matrimonio Feumansel al llegar a New York fue algo a lo que no le prestaron nada de importancia. Los dos condujeron su auto y lo estacionaron fuera de la mansión, salieron al mismo tiempo y empujaron al ama de llaves cuando los recibió con desconcierto en la puerta. Estaban tan enfadados que el enojo les hizo concentrarse solo en ellos.

—¿Y ahora qué te pasó a ti? —preguntó Eleanor en voz alta.

—Una estupidez. La peor de todas.

—Claro, como no sabes lo que me ocurrió a mí… creerías que lo tuyo no fue un problema.

—D. Roller es un chico, ese no es el problema, ¡me mintió todo el tiempo!

—¿De verdad? Tu secretario jugó con mis sentimientos y al final resultó amarte.

Harry soltó una carcajada y aprovechando que los dos estaban en la habitación, destendió la cama y caminó al armario por el cobertor.

—Dime algo que no sepa.

Eleanor se acercó a él, retirando con sus pies sus zapatillas y dejándolas botadas en el piso.

—Eres muy idiota por creer todo este tiempo que ese tal Roller era una chica.

Ambos se regalaron una sonrisa llena de una innegable furia, destendieron el cobertor y cubrieron su cama con él; tras acostarse los dos exclamaron “¡No quiero divorciarme!”

Sí hablamos de Dante, él regresó la tarde del día siguiente y las lágrimas con las que recorrió el pasillo del nivel del edificio de donde se ubicaba su departamento llamó la atención de Harriet. Nadie le dijo que saliera, sin embargo, salió de su departamento como bala, tomó la maleta de su mejor amigo y con sus acciones lo invitó a pasar.

—¿Qué te pasó?

A comparación de la intensidad con la que lloraba en el pasillo, fue poco a como lo hizo después de la pregunta. Estaba privado e inhalaba sus lágrimas. Apenas podía ver el interior del departamento porque el agua de sus ojos volvía su entorno borroso. Su vecina lo miraba preocupada y caminaba seguido al baño por pañuelos desechables hasta que se le ocurrió llevarle la caja entera.

—Lo… lo siento mucho…

—Descuida, puedes llorar todo lo que quieras aquí conmigo. Te escucharé cuando estés listo.

—No, no… ya estoy listo.

—¿Y bien?

—Tomé un vuelo a New York lo más pronto posible… Ayer fue tan mágico y romántico que ni siquiera nos importó lo que sucedía a nuestro alrededor, incluso lo más simple como caminar por las calles fue todo un sueño porque él estaba ahí. Sobre el musical… creo que no lo habría disfrutado igual si lo hubiera visto solo por primera vez.

—¿Es la primera vez que ves ese musical?

—Sí, pero eso es lo de menos, te contaré la verdad después.

—Mientes demasiado.

—¿Puedo seguir? He aprendido mi lección.

—Bien, sigue.

—Creo que quien le dijo todo fue ese estúpido Adam, porque justo dejó una última carta junto al par de collares que compró. La carta decía que le ofendía todas las mentiras que dije todo este tiempo y que Adam estuviera incluido en ellas, que no quería verme en un tiempo. ¿Cuánto crees que sea “un tiempo? ¿Una semana? ¿Dos semanas? Tengo planeado decirle que soy trans para suavizar las cosas y así poder seguir teniendo una relación amistosa con él… ¿crees que me vaya a querer?

Harriet rodó los ojos y golpeó levemente la coronilla del muchacho, quien soltó un quejido, acto seguido ella cruzó sus brazos y sus piernas.

—¿Y acaso eres trans para decirle eso? Porque lo único que he observado desde que te conozco es que puedes ser algo femenino, pero al final de cuentas no cuentas con los requisitos para considerarte un trans. Solo te vistes como chica cuando vas a ver a Harry, ni siquiera lo haces con ese tal Adam o conmigo, ni para el trabajo. No tiene caso que trates de justificarte con otra mentira, porque apuesto a que, si él no es el último, vendrá alguien más a quien le mentirás así o peor por tu propia conveniencia emocional y lo que vas a lograr en ti será vivir con el frecuente sentimiento de estrés por fingir algo que no eres. Nunca vas a ser feliz.

» Dices que ese señor no quiere verte por un tiempo. Deberías comprenderlo, ¿sabes por qué? Porque no eres el único que se lastimó aquí o el único que se siente miserable. Ponte en sus zapatos: ¿Qué harías si alguien a quien aprecias tanto como a nadie más te miente de esa forma? ¿Perdonarlo tan de pronto? Tiene que digerir la verdad y eso no va a ocurrir en una semana o dos, claro que no. Dale su tiempo, no todo se tiene que arreglar tan de pronto, eso a veces perjudica la relación. No lo busques ahora, pero serás tú quien deba buscarlo después, no él y cuando eso ocurra ¡se honesto! No más mentiras.

» Sobre lo de quererte o no, él lo hará si no condiciona su amor. Deja de mortificarte por algo que ya paso y mejor piensa en lo que sigue. ¿Qué es lo que quieres ahora? ¿Qué piensas hacer para arreglarte con Harry o por lo menos dejar bien las cosas antes de decir adiós para siempre?

Mientras tanto con Adam, él regresó la misma mañana que Dante. Sus horarios coincidieron, incluso se toparon y tuvieron una espontanea plática de tres guiones en el aeropuerto y aun así no se dieron cuenta que se conocían por la preocupación que los aturdía. El secretario tenía un conflicto interno con presentarse o no al trabajo el día de hoy. Su fidelidad pedía a gritos que lo hiciera, pero el temor por lo que Harry diría de él murmuraba que abortara la misión y se mudara a Rusia para olvidar todo. Al final les hizo caso a los gritos y se presentó en Feumansel Company, sin embargo, al cruzar frente a la recepción en donde anotaría su hora de llegada —que por supuesto fue la primera vez que llegó tarde en toda su vida— y la recepcionista lo detuvo.




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