Mi querido, Harry

Epílogo: Helpless

La reconciliación no solo trajo consigo amor, sino también más cosas que podrían considerarse buenas o satisfactorias. Adam fue perdonado por Harry y a su vez le confesó sus sentimientos como si nunca hubiera sabido de ellos; la respuesta que recibió por parte de su amor platónico fue un: “Oh, Adam… lo supe mucho antes que tú”, acompañado de una sonrisa. No fue demasiado, sin embargo, el secretario sentía que se había quitado el mayor peso de encima y, por cierto, Harry le permitió volver a su mansión y trabajar como secretario bajo la condición de no atenderlo obsesivamente, ya que él podía hacer varias cosas.

A lo que todos considerarían como matrimonio, entre Eleanor y Harry parecía no existir más con el pasar de cada día y solo prevalecía esa palabra tan visible como un pequeño remolino de escasas hojas.

Debido al cambio de estación que se presentaba en el año, Dante se enfermó como de costumbre. Harry salía más temprano del trabajo para auxiliarlo y el poeta pidió permiso a su trabajo para faltar por un breve periodo de tiempo. En esa semana en la que estuvo enfermo insistió con ir donde Eleanor para hablar sobre la relación; Harry estaba no estaba del todo de acuerdo por la idea de que estaba resfriado, sin embargo, al final accedió.

Por lo que sabía, mañana por la mañana la modelo partiría de Estados Unidos rumbo a Rusia con el propósito de “encontrarse a sí misma” durante un mes. Una noche antes de la despedida, Harry fue al departamento de Dante por él para conversar sobre su romance.

El director de la empresa los reunió en la sala de estar y le pidió a su trabajadora un par de tazas de té y leche caliente para el poeta. Apenas tomó una bocanada de aire cuando Eleanor le arrebató la palabra.

—“Elle, tengo que hablar contigo sobre mi relación con Dante” —Eleanor imitó la voz de Harry—. Señor, sé perfectamente lo que vas a decirme o al menos tengo una idea de lo que dirás. Conociendo el tipo de persona que eres, puedo apostar a que dirás un discurso extenso de cuanto amas a ese muchacho, romántico, por cierto. Entiendo a lo que vinieron, no voy a interponerme en su romance porque te amo y quiero que seas feliz, más me ofende muchísimo que hayas sacado al pobre Roller de la cama en ese estado. ¿Qué te pasa? ¿Tan imprudente eres?

Dante tomó las manos de Harry, hizo un esfuerzo por no sorber sus mocos, pero su instinto lo engañó.

—No, señorita. Yo le pedí que viniéramos. Harry me dijo que mañana viajaría y no quería esperar hasta su llegada…

Eleanor lo miró fijamente, formando una trompa con sus labios y poco después formó una sonrisa. Se levantó del sofá y tomó su taza de té.

—Tendremos que arreglar el divorcio a distancia, si no te parece incómodo, Harry.

—Oh, yo estoy bien como quieras arreglarlo. Cuídate mucho, ¿sí?

—No hay porque temerle al peligro si tú eres el peligro.

Respondió con una sonrisa entusiasta la modelo de dorados cabellos y se retiró de la sala, bebiendo su taza de café mientras caminaba rumbo a su habitación a preparar sus maletas.

A pesar de que pareciera un final podría ser el inicio de una nueva historia. Todavía había mucho de qué preocuparse, como de la reacción de los padres de ese matrimonio fallido o ese impulso que Dante tenía de hablar con su familia para comunicarles cuán enamorado estaba de su amado.

Por el momento podrían afirmar que vivían una atmósfera llamada Helpless.




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