GP Australia, Viernes 21 de Febrero.
—¿Estás muy atacado?—preguntó Alma a su chico al llegar al circuito.
—¡Estoy hecho un flan! No quiero decepcionar a nadie y quiero impresionar a la gente.
—Lo vas a hacer genial ¡Ya lo verás!—animó Alma con una palmadita en la espalda.
Había demasiada gente pendiente del debutante, y mucho más la prensa que estaba a la caza de cualquier rumor para poder ventilarlo a los cuatro vientos. Eso era una de las cosas que más preocupaba a Alma, sabía que meterse en aquel mundo significaba perder su vida privada y ella no quería eso, así que entre Eric y ella habían acordado que no dirían o harían nada que pudiera comprometerlos durante los grandes premios.
Entraron en el box, allí se encontraban los mecánicos, los hombres de confianza del equipo y Nowak. Alma estuvo poco tiempo allí, ya que aquel hombre la tenía atravesada y ella a él. Habían coincidido varias veces durante la pretemporada en diferentes eventos del equipo y siempre volaban las miradas asesinas entre ambos.
Sólo eran las ocho y veinte de la mañana, aún quedaba un buen rato para la primera sesión y decidió ir a darse una vuelta por el paddock mientras imaginaba como habría sido su vida si aquello no le hubiera pasado.
—¡Alma!—una voz chillona y divertida la interrumpió sus pensamientos, era Alina.
—Hola, no sabías que estarías por aquí desde hoy—ambas siguieron caminando.
—Creo que soy la primera que llega y la última que se va, tengo que apoyar a la familia, ya sabes—la muchacha puso los ojos en blanco.
—Claro, me imagino—la compadecía tanto por tener que aguantar al ser más insoportable del mundo—¿Y cómo es que una chica de tu edad, tan mona y tan salá, está metida en este mundo tan masculino?
—Ya te lo he dicho, apoyando a la familia—Alina siempre tenía una sonrisa en la boca era algo que a Alma le agradaba muchísimo—¿Y a qué te refieres con eso de a tu edad? Tú y yo somos prácticamente de la misma.
—Ya, entiendo que quieras apoyar a tu hermano y eso, pero ¿Y tus padres no te echan de menos? ¿No tienes por ahí ningún amigo especial? En fin esas cosas.
—Mis padres murieron cuando yo tenía siete años y mi hermano dieciséis—soltó de pronto—Mi tío Milek y su esposa, que por cierto es española, de ahí que hablemos bien español, nos acogieron—su radiante sonrisa se tornó en un mohín triste—Yo quiero mucho a mis tíos y a su hija Melissa, pero Yahir para mí es mi única familia, por eso voy a donde él va, mientras podamos estar juntos, a pesar de su mal carácter.
—Lo siento, no debí preguntarte—si en ese momento la tierra se hubiera abierto y se la hubiera trabado, Alma lo hubiera agradecido.
—No pasa nada, esas cosas pasan lo tenemos superado, si quieres para que te sientas mejor cuéntame algo de ti y ya estamos en paz—la sonrisa volvió a su cara en un momento.
—Bueno al menos lo puedo intentar ¿No?—observó a Alina y supo que, a pesar de no conocerla de casi nada, era una persona en la que se podía confiar—No tengo mucho que contar, nací hace casi veintitrés años en Barcelona, mi madre era de allí. A los pocos días de haberme tenido, ella se largó y me dejó a cargo de mi padre y nos trasladamos a Málaga. Allí viví hasta los dieciocho, después volví a Barcelona para trabajar, me reencontré con Eric y nos enamoramos, después tuve que volver con mi padre. ¿Fascinante no?—la miró y fingió una espectacular sonrisa.
—Yo también siento haberte preguntado, sin duda ninguna lo hemos pasado bien—ambas se pararon frente al box y se dieron un abrazo, todos los que estaban dentro las vieron pero nadie dijo nada.
—¿Qué narices miráis?—regañó Nowak a todos los mirones—¡Volved al trabajo!
Ambas pasaron por su lado y cada una se fue a la parte que le correspondía, faltaba poco para la primera tanda.
Como era de esperar estuvo muy disputado pero sorprendentemente Eric hizo mejor tiempo en esa sesión y en la siguiente, cosa que al «tulipán gruñón», como Alma lo había bautizado, no le hizo ni pizca de gracia.
Llegaron al cercano hotel muy entusiasmados pero justo en la puerta principal había un par de periodistas queriendo conocer al que le estaba mojando la oreja al supercampeón
—Estás deseando ir—lo instó Alma—Ve, nos encontraremos más tarde.
—¿Estás segura?—la joven asintió con la cabeza, lo vio ir hacia ellos. Sabía que a Eric le encantaba darse a conocer, entre eso y su labia natural le iba a caer bien a todos ellos.
Pasó un buen rato y los periodistas no sólo no se iban, sino que aparecieron más, a los pocos segundos recibió un mensaje:
ERIC— Voy para largo, será mejor que no me esperes
—Genial—murmuró con desánimo para sí mima.
Entre todo el jaleo que había, por fin Alma pudo entrar en el hotel, el ascensor estaba bastante cotizado, había demasiada gente pero finalmente pudo colarse. A medida que iban subiendo, la gente iba saliendo de él. Sólo quedaban ella y hombre que estaba a su espalda, cuando de repente el ascensor se paró.