Me levanté temprano para prepararlo todo y justo a tiempo la mesa estaba lista.
-Buenos días, mamá, papá, Kay - digo con pequeña inclinación a cada uno.
Me miran raro, dirigiendo sus miradas a la mesa.
-¿Qué es esto? - pregunta papá.
-Desayuno - contesto lo obvio. Lo favorito de cada uno se encuentra en su respectivo lugar.
-Lo vemos - dice mamá. Siguen sin comprender.
El primero en sentarse es Kay que se ve es triste por la ruptura con Nisa. Yo lo sigo y tomo mi sitio.
-Gracias por lo favorito - me lo agradece en el tono bajo de ánimo. Supongo que lo poco que le trabaja el cerebro cree que lo hice por consolarlo. - Espera, ¿Cómo sabías? - pregunta, parando de comer. - Nos preparaste lo que amamos - continúa, mirando la mesa.
Comienzo a reír descontroladamente al ver sus caras.
-¿Recordaste? - pregunta mamá, entre lágrimas.
-Si - digo, sonriendo. - Deberían haberse dado cuenta desde que los llame mamá y papá - les digo.
Los tres se abalanzan sobre mí abrazándome.
-Es el mejor regalo.
Pasaron los meses y el tiempo que se dieron Nisa y Kay de luto.
-Hola, ¿Quieres venir conmigo? - me pregunto Kay.
-¿A dónde? - pregunto, sospechoso. Sigo sin acostumbrarme a nuestra nueva relación.
-Voy por Araceli.
-¿Quién es Araceli? - lo pregunto con la ceja levantada.
-Ah - dice tomado por vergüenza. -, mi novia.
-¿Tu novia? - digo sorprendido. - ¿Qué? ¿Cómo? - preguntó, confundido.
Suspirando profundamente, entra en el cuarto y se sienta en mi cama.
-Hoy es San Valentín. Nisa y yo lo escogimos como la fecha de comenzar de nuevo.
Me quedé mudo, no sabía qué decir. Nisa y yo seguimos hablando y nunca me menciono nada de eso.
-Hola - de mis pensamientos me saca exactamente esa voz.
-Hola - dice Kay, devolviéndole el saludo y la sonrisa.
-Qué guapo - le dice.
-Mira quien habla.
-Oye después de pasar dos meses entre pijamas y chándales.
-Ok, yo los dejo que me esperan - dijo Kay, levantándose de la cama.
-Suerte - le deseo Nisa mientras se abrazaban.
-Nos vemos - me dice Kay, dándome un leve golpe en la espalda y guiñándome el ojo.
-¿Me explicas que presencie? - la pregunto.
Ella ríe antes de sentarse a mi lado.
-Nos conocemos desde niños, eso nos dio fundamentos para seguir caminando. El amor murió y la amistad quedo, somos vecinos, además no podemos dejar de vernos solo porque decíamos.
-¿Así qué amigos? - digo, sonriendo.
Asintiendo con la cabeza, pregunta:
-¿Tú tienes planes?
-No, me quedo a casa.
-Vamos a cine - me propuso.
-En San Valentín.
-¿Qué tiene? También es día del amor y la amistad. Y no olvides que hay muchas versiones del amor.
-Podemos mirarlo y aquí, los míos salieron a cenar.
-Está bien, tú escoges - me dice, poniéndose cómoda sobre la cama.
En la mitad de la película me doy cuenta qué hay más de los sentimientos que yo pensaba. Me la quedé viendo y disfrutando, teniéndola bajo mi mano cuál se pasó por los hombros.
-¿Qué? - me pregunta cuando se dio cuenta de que la estoy mirando.
-Nada - digo, embobado mientras ella pone unas palomitas en la boca. - ¿Me das unas? - la pregunto.
Acercándose más me besa. El único recuerdo que tengo de las palomitas es la sal de su boca. Ups, creo que perdí mi memoria de nuevo porque ahí no hay nada.