Mi regalo navideño, tú

Extra

Dos años después…

 

La pequeña Míriam duerme plácidamente con Eric en nuestra cama. 

Mi niña es una pequeña manipuladora que en cuanto siente a su padre se acerca gruñe para que esté la tenga en brazos.

Cada tarde es igual, él dice que la llevará a su cama enseguida para que no me moleste, pero en cuanto toca la cama se queda dormido con ella.

 

Con Eric hemos pasado un buen año, es nuestra segunda Navidad juntos. El primer año con Míriam fue especial, pero era demasiado bebé para apreciar las luces, no como lo hace ahora, se queda embobada con las luces y las formas. Es gracioso ver como estira los brazos a cada papá Noel que encontramos, pero siempre sin dejar de lado a su padre.

De nuevo estoy ilusionada con las fiestas, además de feliz, porque mi sueño se realiza por completo, tengo mi propia familia.

 

Me acerco a la habitación a despertar a mis dos florecillas.

 

—Eric, vamos despierta, está al llegar Eva.

 

Hoy cenaremos todos juntos para celebrar el cumpleaños de esta.

Poco después de que yo empezase una relación con Eric, ella se enamoró de un chico que trabaja en la cafetería que está justo al lado de la perfumería.

Las cosas siguen bien allí, solo que ahora Eric y yo desde que nació nuestra pequeña pasamos más horas en casa.

 

No sé si Santa escuchó mis súplicas alguna vez o si es que mi Dios, me dio la oportunidad con Míriam de cumplir mis anhelos, ahora solo sé que el que fuera me escuchó y le agradezco con el alma.

 

—Amor, nuestra cerecita sigue dormida, si me levanto ahora despertará. —explica con cara de pena.

 

—Vamos Eric, sabes que no. ¡Levanta!

Eva se ha ofrecido alistarme el pelo para ir a su fiesta de cumpleaños.

 

Por supuesto le he dicho que no, es su fiesta, ella debe de arreglarse y no venir a preocuparse por cómo voy yo.

 

Nos ha invitado a cenar a un restaurante de lujo que me encanta, nosotros no estamos acostumbrados a acudir a estos sitios, así que hoy lo disfrutaré con todas mis ganas.

 

Me he comprado un vestido color verde esmeralda, no es que tenga el mejor tipo, tan solo hace como un año que di a luz, pero puedo decir que me sienta maravillosamente por la cara que pone Eric al verme.

 

Voy a ver a mi cerecita que gruñe cuando su papá se aleja de nuestro lado para vestirse, pero al ver uno de mis pechos, se le olvida papá, tiene hambre.


 

ERIC

 

Ver a María con ese vestido dando el pecho a mi pequeña me hace recordar porque la amo tanto. 

Nosotros siempre estamos antes que ella misma, igual que ellas están antes para mí que yo mismo.

 

Me enfundo en mi traje gris marengo y mi camisa blanca, esta noche todo debe estar perfecto.

Ha costado mucho encontrar reserva en estas fechas en el restaurante, pero al final lo he conseguido.

El timbre del de mi casa suena, seguramente es Eva que viene con Marcos y con Emma.

 

Respecto al novio de Eva, al principio no sabía qué pensar de él, pero con el tiempo ha demostrado que es un buen chico y se ha ganado nuestro cariño, es uno más de la familia.

 

La pequeña Emma pasa corriendo hacía la alcoba donde están María y Emma, se sienta al borde de la cama esperando pacientemente a que Míriam acabe de tomar, no debe esperar mucho, ya que mi cerecita en cuanto la ve estira sus bracitos para abrazarla.

 

—¿María me dejas coger a Miri? —pregunta contenta.

 

—Claro pequeña, pero con cuidado.

 

Le pongo un bonito vestido verde parecido al mío a la cerecita, para que vaya como yo, que sepan que soy su mamá.

 

Unos minutos después vamos todos juntos hacia el restaurante donde se escribirá un pedacito más de nuestra historia.

 

MARÍA.

 

Entramos al restaurante, para mi sorpresa llegamos a la primera planta, todo es muy lujoso, hay una mesa grande donde ya están sentados los padres de Eva, de Eric y sus respectivos hermanos.

 

Eva no parece sorprendida, delante de cada plato luce una tarjeta con el nombre correspondiente al lugar donde debemos sentarnos.

 

Mi bebe emite graciosos sonidos queriendo alcanzar cada plato de comida que nos traen para degustar. Va a ser una zampa.

Pasamos la comida charlando con mis suegros y mi cuñada.

 

La velada está siendo perfecta, ya que en el postre traen una tarta para mi amiga que, para sorpresa de todos, lleva como velas dos interrogantes.

 

Ahora, al final de la cena, Míriam está cansada y gimotea, se quiere ir con papá, no deja de removerse en su trona.

 

Poco a poco la fiesta parece que va empezando, Míriam se va con mi cuñada que le hace mimos y cosquillas, ya que Eric quiere sacarme a bailar.




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