¿Qué se hace cuando esa persona tiene que marcharse?
Cuando el tiempo se convierte en el enemigo
y la distancia en una sombra que todo lo devora.
¿Qué se hace cuando el adiós no tiene palabras,
cuando los ojos se despiden sin querer mirar?
Aún amas, aún sientes…
El corazón late con la fuerza de lo que no quiere soltar,
como si cada latido pudiera detener los pasos que se alejan.
Pero, ¿qué se hace con tanto amor que ya no tiene hogar?
¿A dónde se envían las caricias que nunca llegarán?
Intentas quedarte con los recuerdos,
con el eco de una risa que ahora suena tan lejana,
como una melodía que el viento dispersa.
Te aferras a los "quizás",
a los "y si hubiéramos..."
pero sabes que el tiempo nunca da tregua,
que el reloj sigue avanzando, aunque tú te detengas.
¿Qué se hace cuando aún amas?
Quizás, solo quizás, aprendes a soltar sin dejar de sentir,
a mirar el vacío con valentía,
a aceptar que algunas historias no están destinadas a continuar.
Y, aun así, el amor no se extingue.
Permanece, como una llama pequeña,
como un recuerdo que duele y abraza a la vez.
Se aprende a caminar con el peso de lo que fue,
a reconstruir con las cenizas de los sueños rotos.
Porque, aunque esa persona se marche,
el amor… el amor siempre encuentra un rincón donde quedarse.
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Editado: 01.09.2025