Mi rota vida.

Abuela

ABUELA QUERIDA.

Rosas rojas, rosas blancas, y entre tantas rosas, la rosa mas bonita que conocí en mi vida.

Aquella que está olvidada, aquella rosa marchita.

¡No llores abuela! ¡no digas que estás sola!
¡Siempre estaré contigo!

Fue mi abuela la rosa mas hermosa del jardín en primavera, hablo en pasado, como si ya no lo fuera.

Solo pasó el tiempo, en tí no cambio nada excepto tu aspecto.
Que hay más bonito de ver, tu historia reflejada en tus lindas arrugas, tus experiencias vividas, escrita en cada cana de tu pelo, ese balanceo de tu mecedora anunciando que estás hay, esperando que vaya a darte un beso, es el beso de tus buenos días, el que me hace sentirme un nieto afortunado.

No quiero volver a ver esas malditas lagrimas en tu cara, no mientras estés junto a mí.

Me acerqué a ella dándole un beso en la frente y un abrazo, un abrazo interminable que sin decir una sola palabra, lleva consigo el más bonito de los mensajes.

Cuéntame preciosa ¿Por qué lloras?

- Mi niño, tuve dos niñas hermosas, tu preciosa madre y tu tía Lola.

Tu abuelo fue víctima de una sangrienta guerra, eran mis niñas aún muy pequeñitas.

Era tiempo de hambre y abuelo buscaba entre escombros y basura algo para llevarnos a la boca.

Era bueno como nadie, nunca tuvo reparo en proteger su familia ante todo lo malo que nos deparó la vida

Sus dos flores, como el las nombraba.

Un día triste salió temprano, habíamos pasado toda la noche escondidos bajo la cama. Trinaban bombas cerca de casa, mientras muchos vecinos corrían desamparados por las calles.

Vecinos asesinados, amigos desaparecidos y sangre mucha sangre mirase donde mirase.

El nunca soltó una lágrima delante de nosotras, pero cuando dormíamos siempre iba a otro cuarto donde desahogada sus penas, creía que no lo oía nadie, pero yo no dormía, no podía dormir tranquila sabiendo todo lo que sufría. Nunca salió una queja de su boca.

Colocaba mi oreja sigilosamente en su puerta y lo escuchaba hablar en voz baja.

Siempre me acordaré de sus palabras.

- No puedo darme por vencido, mis tres flores tienen que volver a brotar, tienen que sonreír de nuevo y ver que la vida es hermosa, que esto es algo pasajero y que algún día dejarán de sonar esas bombas que matan nuestras alegrías y las transforman en penas.

Tengo que ser más fuerte, no doy lo suficiente, no merezco la familia que tengo.

- Esas palabras aún las tengo en el corazón grabada, volví acostarme como la que no había escuchado nada, creí que no era el momento mas indicado.

Al otro día por la mañana me levanté muy temprano con la intención de darle un beso y decirle que era el hombre perfecto, el marido que siempre había soñado y el padre que ni en sueños imaginé que podía tener mis niñas.

Pero fue tarde, esa maldita mañana tu abuelo había salido de madrugada, había escuchado gritos y salió ayudar a quien pudiese, lo leí en la carta que me dejó en la mesita de entrada.

La tengo bajo mi almohada, le doy un beso todas las noches igual que él me hacía, y pienso que me escucha como siempre me escuchaba, antes de quedarme sola.

- Lo siento, se que me tienes prohibido salir sin decir nada, pero escuché voces de una niña desesperada, habían entrado en su casa, creo que han matado a los padres y tengo miedo de que también maten a ella, tranquila no tardo, llegaré antes de que el sol salga.

-Tardaba mucho y no era normal en él, siempre venía a vernos, aunque luego se volviera a ir.

Escuché a la vecina gritar mi nombre, mi cuerpo sintió un escalofrío y entonces escuché.

- Corre, corre, lo siento.

- Ese "lo siento" me hizo crujir mi cuerpo y una sensación de pena inundó ... .

-Abuela no llores por favor, anda dame un beso.

- No pude comunicarle todo lo que había pensado decirle, siempre me quedó el remordimiento de haber esperado al mañana, cuando podía haberlo echo en ese mismo momento.

- Abuela no todas las cosas hace faltan expresarlas con palabras, el sabía que lo quería igual que se que tu me quieres, tan solo hay que ver tu mirada.

Por cierto ¡Que guapa eres!

- Tuve que luchar para poner grandes a mis niñas, no había trabajo, el hambre y la miseria nos comía.

Tuve que vender mi cuerpo por comida.

-Abuela ¿Por qué no pediste ayuda a tus familiares cercano?

- Mi niño la familia es tu marido y tus hijos, cuando está la vida alegre la familia es muy grande, pero a medida que la vida se pone fea, vas restando familiares hasta el punto de quedarte sola.

- Tu nunca estarás sola te lo prometo con mi sangre, que es la tuya.

- Tuve muy mala vida, pero también mucha valentía, siempre de todo lo malo se puede sacar algo bueno.

Me sirvió para darme cuenta que cuando alguien quiere algo, y lo quiere de verdad, no hay barreras que pongan, que no se puedan derribar.

Luche tanto, me sacrifique tanto, solté tantas lágrimas, para poderlas llevar conmigo donde yo fuera.

Ahora muero de pena, llevarme a un asilo, como el que lleva un gato a una perrera.

No me duele el quedarme sola, no me duele no estar en mi casa, es el sentir que quizás no fuese buena madre, el que destroza mi alma.

Lágrimas, lágrimas y lagrimas.

 

Poesía

ABUELA

Etapas de vida, futuro y presente.

Flor de colores radiantes y néctar de primavera.

Fruta de dulce jugo y sabores intensos.

Hueso en la arena de un seco desierto.

 

Soledad impregna su mundo, mundo mudo sin ideas.

Vestido negro, pelo Cano refleja su espejo encantado.

Reloj de la vida reflejado en el balanceo de su mecedora.

Enseres del pasado, buscado con su mirada perdida.

 

Reloj de manillas rotas sin importar el tiempo.

Memorias perdidas y cubiertas por tinta negra.

Sin respuestas aún porque o un cuando.

¡Quiero marchar y creer que me están esperando¡



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En el texto hay: amor, vida, guerra

Editado: 26.03.2022

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