Capítulo 23: Algo
Mi primera reacción es mirarlo con la boca abierta. Cuando soy consciente de sus palabras comienzo a empujarlo y golpear su brazo.
—¡Eres un imbécil! —Ashton intenta esquivar mis golpes, pero estoy tan enojada que no puedo dejar de golpearlo—. ¡Maldito idiota!
—¡Ariadne!
—¡Te odio! —Lo empujo sintiendo que de esa forma toda mi frustración y enojo comienza a irse—. ¡Tarado! ¡¿Cómo me haces esto?! —pregunto empujándolo por última vez antes de pasar las manos por mi rostro.
Es un jodido imbécil y si no fuera porque hace poco tuvo un accidente, lo estaría golpeando con los puños.
—Definitivamente no esperaba esa reacción —musita. Gruño poniéndome de pie y comenzando a caminar para despejar un poco mi cabeza.
—Eres un idiota.
—Eso parece —comenta acariciando su brazo y mirándome ir de un lado al otro.
—¡Maldición! —Doy un grito frustrado y zapateo el suelo—. Te odio tanto en este momento.
—Y eso me hace sentir tan bien —ironiza rodando los ojos.
—Ni siquiera se te ocurra hacerte el gracioso con comentarios sarcásticos —aseguro señalándolo y él sonríe llevando sus brazos al respaldar—. No sé de qué te ríes —Su sonrisa se agranda y muerde su labio inferior mirándome de pies a cabeza antes de centrarse en mis ojos.
—Te ves caliente toda enojada, tomatito —Resoplo y eso parece divertirlo porque ríe sin dejar de recorrer mi cuerpo con su mirada—. Mis camisas eran mejore que tu pijama.
Ruedo los ojos, pero siento mis mejillas ruborizarse. Aún estoy enojada con él, pero no puedo evitar sentir el alivio de que Ashton no me puso los cuernos como creía.
—Eres un idiota.
—Sospecho que estás quedándote sin argumentos y, por ende, me insultas —Entrecierro mis ojos hacia él y vuelve a reír levantando las manos en señal de paz—. ¡Está bien! Puedes comenzar a decirme todas las cosas que pasan por tu mente, espero disminuyas tu lista de insultos —dice con una mirada que pretende ser seria, pero el brillo divertido de sus ojos delata que quiere seguir riéndose—. No es bonito ser insultado por tu novia.
—No somos novios, corté contigo.
—No es un rompimiento válido —comenta moviendo la mano para quitarle importancia—. Yo no tuve ni palabra en ello, así que no cuenta.
Ruedo los ojos una vez más.
—Como sea, eres un maldito —Me mira sin decir nada y muy en el fondo agradezco que me esté dando este espacio para expresarme, incluso cuando sabe que voy a insultarlo bastante—. No puedo creer que me hayas hecho creer que me habías engañado para no admitir que me querías. ¿Qué clase de novio hace eso? Me tuviste sufriendo una semana sin aclararme absolutamente. Me hiciste llorar y sentir otra vez que era totalmente reemplazable —Las lágrimas se vuelven a acumular en mis ojos y gruño de la furia—. ¿Cómo pudiste dañarme tanto si se supone que me quieres? ¿Por qué no pensaste un poco en el hecho de que me afectaría mucho más pensar que me engañaste a que me quieres? ¡Por Dios! Estaba superando una relación desastrosa, me arriesgué contigo y tú me sales con esa mierda. ¡Te quedaste callado! ¡No me hablaste! —Llevo mis manos a mi rostro y las paso muchas veces intentando calmarme—. Tú malditamente me quieres y me haces sufrir. ¡Dios! ¡Eres un egoísta! Te cagaste en mis miedos, en mis sentimientos y no tienes ni puta idea de la semana asquerosa que me hiciste pasar —Retomo la caminata de un lado al otro sin darme cuenta y percibo su mirada en mí, pero no dice nada—. ¿Por qué me dejaste pensar tan mal de ti? ¿Cómo es que me hiciste esto? —murmuro sintiendo un par de lágrimas caer. Me detengo a mirarlo, luce completamente serio. No hay burla en sus ojos ni diversión. Se pone en pie y da un par de pasos hasta estar frente a mí—. ¿A qué le tenías miedo? ¿A quererme?