Capítulo 24: Seguridad
Confieso que me arrepiento durante todo el trayecto a casa. Estoy un poco nerviosa y me replanteo muchas veces si en realidad fue una buena idea aceptar dormir con Ashton. Ni siquiera tendremos sexo, pero es obvio que no hay la misma confianza y comodidad entre ambos después de lo que pasó. Mi cabeza es un lío y varias veces estoy a punto de enloquecer y gritar que definitivamente no fue una buena idea, pero de alguna forma Ashton consigue distraerme. Hablándome de música, un sueño extraño que tuvo después de leer a su escritor favorito, anécdotas de su familia danesa.
Incluso consigue que ría y participe en la conversación. Nunca supe descubrir muy a Ashton en personalidad, sólo podía decir que era encantador y cautivador. Supongo que parte de su encanto se debía a que él es tan seguro de sí mismo que logra generar la misma seguridad en los demás. Es capaz de quitar el nerviosismo y hacerte sentir como si te encontraras con alguien familiar. Te genera una comodidad propia del hogar.
Siempre tiene las palabras correctas para decirte y un sutil sentido del humor que acaba haciéndote sonreír, quizás no es tan bueno ni tan divertido, pero lo compensa con coqueteo. Hay algo en él que siempre te hará sonreír, pero no de forma comprometida. No, él es espontáneo. Es como que sin darte cuenta puedes hacer cosas que muchas veces reprimes. Pero con Ashton fácilmente puedes estar hablando de tus miedos a la hora de haberlo conocido. Entonces comprendo que, aunque hubiera puesto mucha más resistencia a él, difícilmente habría podido evadir sus encantos. Ashton es irresistible y creo que eso me molestó desde que lo conocí. No pude ignorarlo, porque dudo que alguien pueda ignorar a un hombre como este.
—Escuché que Daria estaba un poco triste —comenta cuando bajamos de mi auto. Pongo el seguro y él camina a mi lado—. Algo sobre su novio.
Asiento con una mueca.
—Parece que Josh no fue un santo durante la relación —digo cuando nos adentramos al ascensor. Creo que comienzo a sentir los nervios de nuevo en mí—. Y ella lo descubrió de la peor forma.
—¿Lo vio?
Niego con mi cabeza.
—Una mujer apareció con una ecografía y diciendo que él es el padre.
—¡Mierda! ¡Pobre Daria! —Las puertas se abren y salimos del habitáculo para caminar por el pasillo—. ¿Por eso apareció ebria en el set esa vez? —Asiento sacando mis llaves, pero mis manos tiemblan y se caen. Las recojo e intento abrir la puerta, pero no cede—. Estás temblando.
—Debe ser el frío —musito intentando abrir la puerta una vez más, pero no abre.
—Hace calor y creo que estás nerviosa —Gruño intentando una vez más, pero de nuevo no pasa nada. Incluso pateo la puerta del enojo—. Déjame a mí —pide cubriendo con sus manos las mías. Gira y empuja la puerta abriéndola—. No estoy seguro sobre dormir contigo —Entro al departamento y él me sigue cerrando la puerta.
—Yo tampoco.
Suspira y se acerca hasta detenerse frente a mí. Alza mi rostro con sus manos y las luciérnagas de sus ojos parecen hablarme.
—Dormiré en el sofá —Asiente y abrazo su cintura. Parece sorprendido, pero después corresponde y creo que olfatea mi cabello—. Aunque no puedo decir que no leeré alguna de esas revistas de chismes que hay por ahí.
Río alejándome para ver mi sala. Las chicas dejaron un desastre. Hay comida chatarra en el suelo, la mesa y los sillones. Revistas esparcidas por la mesa, manchas de chocolate y helado en el suelo y algunos almohadones.
—¡Qué vergüenza! —Quiero matar a las chicas en este momento.
—Creí que eras una maniática del control que se escandalizaba cuando algo estaba un milímetro fuera de su lugar —Frunzo el ceño y él alza las manos en señal de paz mientras sonríe—. Sólo era un pensamiento.
—Yo no hice este desorden. Fueron las chicas.