Capítulo 39: Malestares
—Está sobreactuando —murmuro frunciendo un poco el ceño. ¿Qué le pasa? Me hizo emocionar muchas veces con su performance, pero ahora está siendo muy mecánico. Parece distraído, incluso tarda en decir sus diálogos. Miro a Steve que golpea con su índice el posabrazo de su silla. Tampoco le gusta.
—¡Corten! —Niega con su cabeza y les pide que se acerquen. Ashton y Daria vienen a nosotros y puedo notar que mi novio está un poco pálido—. Esta escena debe tener una química impresionante y hacer suspirar a muchos espectadores con la declaración de amor. Ni siquiera puedo entender lo que se dicen —murmura bajando de la silla, me aproximo un poco a ellos—. Ashton estás exagerando tus gestos y pareciera que no te sabes tus líneas. ¿Qué sucede, muchacho?
—Yo… no me siento muy bien —comenta pasándose una mano por la frente. Está sudado. Ni siquiera hicieron una escena de adrenalina como para estarlo.
—Estás pálido —señalo antes de llevar el dorso de mi mano a su frente—. Tienes fiebre —murmuro preocupada y miro a Steve, ya no parece molesto, sino preocupado.
—Mejor ve a casa, muchacho. Podemos seguir grabando sin ti —dice palmeando su hombro y mi novio se tambalea. Me posiciono a su lado y trato de que recupere el equilibrio—. Ari, tú también puedes irte. No estoy seguro de que se vaya solo a casa y has hecho suficiente por hoy.
—Te dejo el informe con Julia —aseguro y él asiente mirando a mi novio. Se lleva la mano a la frente otra vez y está a punto de caer, pero suelto los papeles y lo sujeto de la cintura como puedo—. ¡Ashton! —Golpeo su mejilla intentando que reaccione y abre los ojos con dificultad. Víctor me ayuda a cargarlo—. Ashton, ¿qué pasa? —murmuro rogando porque reaccione. Estoy poniéndome muy nerviosa y siento un peso en el pecho al verlo tan pálido.
—Llévenlo al camarín. Julia llama a un médico —ordena Steve en tono preocupado.
Con ayuda de Víctor lo llevo al camarín y lo sentamos en una silla con cuidado. Siento las lágrimas acumularse en mis ojos y le doy suaves palmadas en la mejilla para que mantenga los ojos abiertos. Sus luciérnagas están tan apagadas. Víctor viene del baño con una toalla húmeda y me la entrega para que se la pase por el rostro.
—Ashton… —llamo, pero apenas es capaz de mantener abiertos los ojos.
Tomo el pulso, está muy lento. No me gusta esto. No sé qué le sucede y repaso todos los pequeños detalles que me ha contado sobre su salud. Nada. Ninguna cosa alarmante. Ningún problema cardíaco, de presión arterial, de colesterol. Nada. Me siento tan impotente en este momento. Desearía saber medicina o poder hacer algo para que se sienta mejor.
—Ashton, mírame —pido con la voz un poco temblorosa. Víctor lo abanica sin decir nada—. Ashton dime qué sucede. ¿Qué te duele? —Mojo su rostro y él respira de una forma tan dificultosa que me pone más nerviosa. Tomo su mano y la aprieto—. Ashton, por favor.
Pero no habla, no lo hace ni cuando viene el médico. Le digo todo lo que sé y no me separo del lado de mi novio. Steve se queda con nosotros durante toda la revisión del médico y Daria también está en la puerta. Luego de un rápido chequeo el doctor dice que mi novio se encuentra con una baja de hierro. Me da indicaciones de una receta y unas vitaminas que debe tomar por dos semanas. Ashton bebe un poco de agua y tiene fuerza como para abrir los ojos y moverse un poco, pero está pálido. Demasiado pálido. No puedo evitar preocuparme y él sonríe un poco diciendo que no es la gran cosa.
Cuando se encuentra un poco más repuesto como para caminar lo llevo al estacionamiento y lo ayudo a subir a mi auto. Vamos a su edificio y en todo el camino no dejo de mirarlo mientras él sólo ve por la ventanilla. No me gusta el color pálido que tiene, no me gusta que se vea tan desanimado y con poca energía. Contengo mis ganas de llorar y le pregunto varias veces cómo se encuentra.
Compro las vitaminas de camino y no puedo dejar de ver hacia el auto mientras me atienden de forma extremadamente lenta a mi parecer. No hay música, ni una sola canción durante todo el trayecto. Ayudo a Ashton a caminar hasta su departamento y creo que se marea en el ascensor. No dejo de tirarme del cabello y una vez que entramos lo guío hacia la cama. Me encargo de acomodarlo cómodamente y él no dice nada, sólo me mira ir de un lado al otro.