Tenía 5 años cuando mis padres murieron en un incendio en nuestra casa, mi padre corrió conmigo en brazos intento salir del cuarto principal pero el fuego se adelanto a la puerta impidiéndole el paso, y su última opción fue encerrarse en el baño, pasando por la cama donde estaba el cuerpo de mi madre, llegamos al baño y papa me dejo en la bañera mientras sacaba toallas y las mojaba, me enrollo con una de ellas y con otras tapo la orilla de la puerta, mi padre dejo el grifo abierto, se acerco a la bañera cargándome para después sentarse conmigo y cerrar las cortinas.
-Mi bebe…- dijo con su acento alemán- todo estará bien mi pequeña wald, solo tenemos que esperar un poco para que venga la ayuda… te amo mi pequeña con rizos… solo esperemos- dijo mientras una lagrimaba se escapaba de sus ojos, era la primera vez que lo miraba llorar.
-Mi pequeña… recuerda siempre lo que te diré…- pauso para limpiarse las mejillas ya húmedas- tú no eres como los demás, eres especial y nunca dejes que tus diferencias sean una excusa para que los demás se burlen o te hagan de menos porque eres más que ellos y tienes dones y talentos que nadie entenderá…
-Me dio un beso en la frente antes de seguir.- eres igual a tu madre fuerte, inteligente, ágil y con muchos valores que las personas no apreciaran… Ich liebe dich, mein kleiner Wald.
Después de eso bastaron unos minutos para que el humo pasara la puerta hasta el cuerpo de mi padre, no sé cuánto tiempo paso hasta que unas personas derrumbaron la puerta sacaron a mis padres y a mí pero ya era muy tarde para ellos…- hola…- me hablo un hombre con una careta por encima de su cabeza- ¿cómo te llamas?- pregunto aquel hombre sucio en un traje amarillo.
-Wald…- dije con dificultad, el hombre sonrió y llamo a una mujer que al instante se acerco.
-Tu nombre es muy lindo Wald…- dijo- ella te cuidara mientras te buscaran un lugar donde te puedan cuidar mientras buscan un hogar para ti- sonrió- mi nombre es André- me tendió la mano y yo la recibí, se veía tan pequeña a la par de la de él.
La mujer se acerco- hola wald, soy Melanie ven conmigo iremos a que te den comida, ¿tienes hambre?- asentí.
-Bien iremos a buscar un poco de comida antes de irnos, André…- llamo al hombre- infórmame de todo-asintió y nosotras seguimos nuestro camino.
Pasó una semana después del incendio y me llevaron a un orfanato, donde me recibieron con una sonrisa y para ser sincera no me gusto así que cuando una mujer se acerco a saludarme pase de largo.
Así fue como empezó mi vida en ese orfanatorio, cuando intentaban juntarme con otros niños solo los ignoraba e incluso llamaron a una psicóloga para saber porque actuaba así y según ellos era trasto por estrés postraumático por ver la muerte clara de mis padres, aunque simplemente desde pequeña simple fui un tanto asocial.
Paso el tiempo y solo veía familias ir y venir, sus caras de decepción o muecas de no querer una hija como yo después de perder a sus padres de tal manera, eran ya tan normal para mí que ya no me sorprendía cuando decían que no o que querían ver a otro niño, paso uno, dos, tres hasta 5 años y entre mas crecía entendía que las parejas que venían no era para adoptar a niños de casi 10 años con el recuerdo de la muerte de sus padres.
Para cuando cumplí mis 10 años me tomaban como una niña avanzada al menos un poco más que los demás niños así que decidieron ponerme en un grado más alto y para esa edad ya estaba terminando la primaria. Ya no me esforzaba en caerle bien a las parejas que venía y decidí enfocarme en mis estudios a pesar de tener 10 mi psicóloga sabia y tenía claro que tenía un punto de vista diferente que los demás niños de mi edad.
-Wald... vendrá una pareja- menciono una vez mi psicóloga- inténtalo ¿quieres?- sabia que se refería a mejorar mi actitud así que solo asentí y sonreí para que se sintiera segura.
Claro que no asistiría tomé la costumbre de escaparme antes de que me llevaran con una pareja, iba a mi único lugar favorito... llegué hasta arriba del edificio, me daba el aire frío algo que agarre como nuevo gusto y ya me había acostumbrado, ya mi piel no se erizaba al contacto.
No subía con las manos vacías, siempre traía algún libro otra de las cosas que más me gustaba porque era una manera de estar conmigo y mi mundo.
Hasta que un día cambio todo, iba de camino a mi habitación después de clases hasta que una de las maestras se acercó y me indicó que la siguiera asentí y la seguí, hasta que caí en cuenta que íbamos hacia la oficina principal.
Me detuve en seco cuando vi a una pareja sentada enfrente de la mesa de la directora, ella dirigió su vista hacia mí sobre el hombro del señor que parecía tener al menos unos 30 años y la mujer a su lado izquierdo tener un poco menos tal vez unos 26 años. Sonrió y era una sonrisa que no me daba buena espina.
-¡Wald!- me llamo- ven querida pasa, puedes sentarte en el sofá- me señaló el pequeño y hundido sofá en la esquina de su oficina, solo me limite a obedecer porque por más que no me agradara seguía siendo alguien superior a mí.
-Bien ya que estás aquí quería darte la noticia de que esta pareja te ha adoptado y desde ahora por fin tienes un nuevo hogar –todo paso en cámara lenta, mire a la pareja y a la bruja de la directora, salí corriendo.
Una de las ventajas de ser asocial y difícil fue que me dieron una habitación propia así que no tuve que escuchar quejas al tronar la puerta del baño, mire mi reflejo y solo vi a una niña de 10 años asumiendo que después de tanto la habían adoptado y que eso llevaría a olvidar a mis padres, de alguna manera dolía, y por mucho que mi psicóloga dijera que nadie los cambiaría era imposible no pensar en el hecho que dos personas desconocidas entrarían a mi vida con los mismos derechos en mi que en algún momento lo tuvieron mis padres.
Hice lo que me calmaba cuando no quería saber de los demás y era hablar con ese pequeño de ojos color fuego.