Mi Secreto

Querida Escuela.

Escuche a lo lejos mi alarma y automáticamente mi día se arruino, la quite, medite y me levante de tirón para acabar con esta mierda de una vez.

Pésimo error, el día anterior mi padre y mi hermano entrenaron y lo que se supone que era un entrenamiento termino siendo una pelea de tres porque ninguno de los dos quería parar así que tuve que meterme entre ellos hasta que mamá fue por la manguera del jardín y nos mojo, solo así se quedaron quietos.

-¿porque a mi señor?! ¡Marcus!- necesitaba algo para quitar un poco el dolor.

-Si ¿señorita?- dijo abriendo un poco la puerta.

-¿Qué podría hacer para quitarme un dolor en el muslo?- pensó por un momento.

-Tome una ducha con agua caliente y cuando baje le daré algo para que el dolor no le afecte en su día- asentí-

-Gracias Marcus.

Terminé mi ducha y me arreglé con una chaqueta de cuero negra, top de color blanco que dejaba a la vista dos marcas, pantalón de lona que no pasaba de mis tobillos y unos converse negros. Siempre fui fan del negro, mas no era fan del maquillaje pero me ponía lo básico para no parecer un zombi.

Cuando termine baje para mi desayuno- ¡BUENOS DÍAS FAMILIA!- Adam...

-De igual forma irás Adam- dijo Antón leyendo el periódico del día, ya que Adam siempre olvidaba decir buenos días y solo lo hacía cuando quería algo, mal educado de primera.

-Uno ya no puede ser educado en esta casa- rodó los ojos.

-Chicos asistirán a las mismas clases ya que si convencí a la directora de adelantar un año a Wald- lo vimos y al unísono dijimos.

-¡Sí!- no éramos muy sociables así que tenernos el uno al otro nos bastaba.

-Bien, apúrense que los guardas espaldas los llevarán- dijo y escupí mi cereal.

-¿En serio los guardas espaldas irán con nosotros?- asintió.

-Irán dos cada uno- ahora Adam escupió su cereal.

-Mejor tres para los dos- papa lo vio- ¡o ninguno! Iremos a una escuela no a un lugar de mala racha- justifico Adam.

-hecho- respondió luego de un rato- pero nada de estar metiéndose en problemas- se dieron un apretón de manos dando por cerrado el trato, rodé los ojos.

-Bien ya es hora- dijo Lynn, daba risa verla comer tostadas con Nutella y a un lado un plato lleno de fresas con crema batida- los amo, los quiero y espero les vaya bien- Adam y yo reímos nos acercamos a darle un beso en cabeza y despedirnos igual con Antón.

-Aquí vamos querida escuela...- dijo Adam antes de entrar a la camioneta.

-Bien llegamos- dijo el chofer.

Bajamos y porque no me sorprende tener más de 10 pares de ojos encima y la incomodidad la compartí con Adam que se lo devoraban con los ojos, el no convive mucho con chicas de su edad pero una vez que fuimos a una fiesta clandestina no se le complicó coquetear con la que se le atravesara.

-Solo evita romper corazones hermanito- dije empezar a caminar con Adam y si en algo éramos buenos era en ignorar a los demás así que seguimos como si nada.

Ya casi llegábamos a la entrada cuando vi el brazo de Adam rodearme por encima de los hombros y girarme hacia él, mi cara quedo contra su antebrazo ya que es mucho más alto, más bien parece tener 20.

Salí de mi trance cuando la mano de Adam se levantó y con él atrapando en el aire una pelota de fútbol americano- estos idiotas- dijo entre dientes- sigue- susurro, no sin antes tirar el balón por arriba de la escuela.

-¡Oye! ¡Imbécil mi balón!- oí que gritaron, entramos y ¡Más miradas!, fueron interrumpidas por el sonido de unos tacones.

Una mujer caminaba hacia nosotros con un traje completo de color gris y tacones rojos de aguja- ¿hermanos Meyer?- pregunto con una sonrisa y no sé que era más falsa si su sonrisa o el programa de las Kardashian.

-Sí, somos nosotros- le devolví la sonrisa, asintió.

-Bien síganme les entregaré sus horarios y algunos libros que necesitan- la seguimos hasta la que creo es la dirección-aquí esta y este es el numero de casillero y código- termino y se fue.

-Vaya que buen trato…- dijo Adam a mi lado-

-¿Qué esperabas? ¿Un regalo de bienvenida?- le dije con un tono burlón y me dio una mala mirada- ¿QUE?- le levante los hombros con indiferencia.

-¿Vamos a los casilleros? – pregunte y asintió, empezamos a caminar en busca de esos casilleros que muy seguramente no usaríamos. ¿Saben? No es grato ser nuevo y que te miren como basura mientras vas por el pasillo y era justo lo que pasaba ahora.

Cerré mi casillero con mucha fuerza ganándome más miradas de las que ya tenía encima y me dirigí al salón, fue suficiente con esas miraditas juzgonas- ¡¿Qué ven?!- bien puede que este solo un poco enojada, pero basto para que quitaran sus miradas juzgonas, fui a un escritorio que tenia los dos lugares vacios, justo cuando me sentaría una mano tomo la mía quitándola de tirón- oye pero que…- interrumpieron.

-Es mi asiento- agh este día no podía estar más jodido.

-¿Dónde dice tu nombre que no lo veo?- le dije con una sonrisa falsa, y la examine con la mirada, si es una riquilla consentida castaña, de ojos grisáceos, bronceada y con un cuerpo muy voluptuoso.

-¿Disculpa? ¿No sabes quién soy?- agrande más mi sonrisa lista para responder cuando fui interrumpida.

-¿Wald?- dijo alguien desde la entrada, Adam y automáticamente fue como si se encendiera un foco arriba de mi cabeza.

-¡Adam! – Sonreí y con una mirada significativa le di a entender el problema en ese momento. Vio a la castaña y sonrió con picardía.

-Hola preciosa- dos palabras bastaron para que la castaña cambiara su cara enojada por una coqueta.

-Hola- dijo con una gran sonrisa.

-Disculpa pero mi hermana y yo somos nuevos y no sabíamos que los lugares estuvieran ocupados- le dijo Adam.

-¿Mel?- la llamo una chica- ¿ya tienes nuestros lugares?- le dijo la pelirroja-

-Este… ¿ah?- Dios a esta chica se le caía la baba por mi hermano.




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