Mi Secreto

Ella...

Leo

La noche que Wald cayó a la piscina

-Ava no tengo tiempo de explicaciones- rodo los ojos por enésima vez en nuestro regreso a casa.

-entonces al menos dime ¿qué hacían en la piscina y como no se congelaron?- puso sus brazos en forma de jarra.

Desde que regrese con Ava se nos era difícil controlar lo que somos.

-¿tú qué crees que hice?- pregunte, me encogí de hombros.

-Leo…-advirtió- sabes que no puedes exponerte, al menos aun no- me quede mirando a la nada. Tenía razón pero era necesario. Suspiro.

-lo sé- susurre- pero no hice nada solo… sentí el dolor del agua fría y sé que ella también- pase las manos en mi rostro con frustración- tú sabes lo que ella y su hermano son y lo que pueden hacer- le recordé.

-Leo gracias a ellos estamos vivos pero no podemos arriesgarnos- bajo la mirada- no quiero regresar a ese lugar- susurro. Me acerque y la tome por los hombros.

-no regresaremos pero sabes que necesitamos de ellos- la abrace- te lo prometo, no volveremos- termine. Asintió alejándose.

Decidí ir a la pequeña biblioteca. Cuando llegue inhale el olor a libros y muebles viejos. Hace mucho que no entraba aquí.- ¿Qué tal la visita?- no me sorprendió saber que ella estaba ahí. Gire para verla, estaba sentada en el pequeño sofá con un libro en mano y una taza de café en la mesita a su lado.

-no necesito decírtelo- dije cortante, se levanto dejando el libro en la mesita. Se acerco quedando a dos pasos de mí.

Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que ella lo rompió.

-solo… no te encariñes con ella ¿quieres?- asentí- yo también pase mucho tiempo en ese lugar y no quiero regresar Leo- dijo más serio- yo dependo de ustedes y ustedes de esos dos hermanos- note como tenso los hombros- las brujas de sus madres me encerraron y eso les costó la vida- trague saliva- pero claro ellas pensaron que eran las únicas que procrearon- soltó una risita irónica.

-solo vine por un libro- dije para evitar mi tema menos favorito.

Levanto las cejas dando la vuelta para regresar, tomo el libro que tenía antes dubitativa y luego regreso extendiéndolo a mi dirección- creo que buscas este ¿no?- vi la portada que decía “Divina Comedia” de Dante Alighieri. Asentí.

-gracias- susurre tomándolo. Gire para regresar a mi habitación pero me detuvo tomando mi brazo.

-¿no te despedirás de tu madre?- su tacto hizo que mi piel se erizara, estaba igual de fría que siempre. Me acerque para darle un beso en la mejilla- descansa mi pequeña bola de fuego- asentí un tanto incomodo con el apodo y seguí el camino a mi cuarto.

No pude leer y mucho menos dormir el resto de la noche. Desde que regresamos con mamá y Ava las cosas se tornaron… extrañas, con muchas reglas y un solo propósito. Mientras seguía pensando en el plan de mamá, escuche una voz en mi cabeza… Wald. Cerré los ojos recordando cómo se sentían sus labios cuando le di calor. Pude sentir el dolor que ella sentía cuando cayó al agua, eran como mil cuchillos en la espalda que no soporte y decidí ir por ella.

Suspire volviendo abrir los ojos. Mi madre nos enseño con Ava que ellos son el enemigo pero desde nuestro regreso… ah sido difícil no querer formar parte de su vida. En una cosa tenía razón mi madre… no podíamos exhibirnos y se estaba volviendo difícil.

Ava

Después de hablar con Leo decidí tomar un baño. Seguía pensando en Adam, quien sospecha algo de mi hermano y yo pero sabe ocultar su curiosidad. Es raro por fin hablar con él y… tocarlo sin hacerle daño, siempre quise eso pero era inevitable no estar pensando en las palabras de mi madre.

“No te encariñes, solo es una salida”

Quite esas palabras de mi cabeza, no era momento para eso. Iba camino al baño cuando sentí como llegaba una punzada en mis sienes.

Adam

¿Justo ahora se le ocurrió hablar conmigo? Me apresure a prepararme si no quería que mi madre me encontrara en el suelo, fui corriendo a mi cama, quite mis zapatos. Cuando por fin estaba lista me recosté y cerré mis ojos concentrándome en esa voz que conozco a la perfección.

 Volví abrir mis ojos y ahora ya no estaba en mi cómoda habitación. Odio ese lugar desde que tengo memoria, pero tenía que aguantarme si no quería regresar.

-¿hola?- pregunto Adam, costó adaptarme a la oscuridad pero no tarde. Ubique la figura de Adam y me acerque, en momentos así no podía hablarle, me reconocería así que con la capucha de mi suéter cubrí mi pelo y parte de mi rostro.

-ah aquí estas- dijo sorprendido- este yo solo quería verte- carraspeo- te preguntaría algo pero sé que no responderás- se encogió de hombros.

Me hizo sacar una risilla, eso lo hizo levantar la mirada- esa risita me gusto- sentí un poco de calor subir por mis mejillas. Se sentó como siempre ¿y ahora que preguntas tendrá?

-Ava se que eres tú- dijo mientras me sentaba lo que termino de hacerme caer de trasero. Lo noto y me tomo de un brazo- oye tranquila ¿Estás bien?- asentí tragando saliva.- eso me lo confirma ¿sabes? Aprendí a leer tus acciones y en tus ojos es algo evidente- eso llamo mi atención.

¿Cómo que por mis ojos? Noto la duda en mis… oh

-si lo sé es raro pero te entiendo- suspiro- ahora que ya estoy seguro de quien eres ¿Por qué no me hablas?- era una buena pregunta, negué para que entendiera que no era el momento- está bien- asintió.

Levanto un poco el pantalón en señal de que era hora de irse- adiós Gray- sonrió y acerque mi dedo a la zona que me señalo. Escuche sus gritos mientras sentía como si alguien jalara de mí y desperté.

Me levante tan rápido que me maree- carajo- susurre colocando una mano en la pared para sostenerme. Cada vez era más difícil regresar.

-¿Ava todo bien?- preguntaron desde afuera, me acerque y abrí encontrando a la persona por la cual tengo mis ojos grises.




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