Llevaba corriendo una hora, a pesar de solo ser un pueblo, es más un lugar para ricos y millonarios por lo que me toco correr varias millas para solo lograr llegar a mi casa.
Cuando por fin estuve ahí fui directo a donde teníamos las camionetas, que por cierto las cuidaba un guardia que siempre se la pasaba durmiendo.
¡Arriba la seguridad de esta casa!
¡Arriba!
Pase de puntitas, y que si no fuera por mi padre que nos quito hace varias semanas a los guardas no hubiera podido pasar nada de esto. Estaría en mi cuarto leyendo historias de Edgar Allan Poe o viendo alguna serie de los 90.
Llegue hasta donde las camionetas estaban parqueadas, fui a la garita donde suelen guardar las llaves. No había nadie algo que no me hizo esperar más para tomar cualquier juego de llaves.
Presione el botón para encender el auto, cuando escuche el “pip” del auto fui corriendo hacia él. Me monte y salí del estacionamiento encontrando a los guardas con una cara de “¿Qué carajos…?” ignorándolos arranque haciendo que corrieran hacia un lado para evitar que los atropellara, pase la entrada tan rápido que desperté al guardia del que hace rato me escondí.
Minutos después ya estaba en la entrada de la escuela que ya se encontraba vacía, y con el atardecer se veía más grande de lo que ya era.
Estacione la camioneta un poco más adelante y baje corriendo hacia la entrada. Entre encontrando el pasillo más oscuro de lo que pensaba, fui hacia el salón en el que se supone estarían mis cosas… no estaban.
Suerte más…
Seguí buscando en los siguientes salones pero lo único con lo que me tope fue con gomas de mascar, lápices quebrados y escritorios desgastados. Mis ganas de rendirme estaban saliendo a la luz y con la velocidad de una tortuga comencé a caminar por los pasillos y antes de doblar por una esquina escuche unas voces masculinas que me resultaron muy familiares. Así que en silencio y con las rodillas dobladas comencé a gatear hasta llegar a la esquina.
Me asome y…
-…me debes mucho Ray- esa voz.
-hace mucho que no nos veíamos, hijo él es mi socio… Harlys Román- me congele al escuchar ese nombre.
Harlys Román, el socio de la familia Meyer, o como yo le digo “el cobra favores”. Es una deuda que mi familia ah tenido antes del nacimiento del querido abuelo Meyer, de muchas cosas entre ellas… el dinero, mucho, realmente demasiado, dinero.
Mi padre también creció sabiendo de la deuda quien la termino pero Harlys estuvo un paso adelante y la deuda no se saldo, pero eso cambio cuando se entero que yo existía, la deuda acabaría una vez yo tomara el puesto junto con Adam terminando por completo la deuda, que si lo vemos desde otro punto no es mucho.
Una risa me saco de mis pensamientos- oh querido Ray si fuéramos socios no hubiera venido hasta aquí- hizo una pausa viendo los anillos de oro que tenía- ahora que se que tienes hijo ya sabré a quien llamar si no me cumples o… a quien matar- me asome más encontrando a Leo tenso.
-con el no te metas o…
-¿o qué? Dime, me intriga saber- interrumpió- yo sé tú pequeño secreto y…- entrecerró los ojos viendo a Leo de arriba abajo.- ¿no me digas que él?-sonrió de una manera retorcida.
-No- respondió rápidamente.
-ah eres bueno robando, más no mintiendo y menos a mi- hizo una seña a un guarda que salió de no sé donde porque no lo había visto, este le entrego un arma grande más que mi propio brazo- esta arma es nueva, una de mi autoría por la cual puedo atraparte sabiendo tu asombroso poder- tomo el arma, la cargo haciendo un ruido que sonó por todo el pasillo y apuntó hacía Ray.
-¿Pero qué mierda…?- dijo dando pasos atrás.
-mira socio- dijo lo último en un tono sarcástico- antes de que desaparezcas esta cosa caerá sobre ti dejando descargas enormes de electricidad- dio unos pasos hacia Ray- ya veremos si tu hijo no tiene algún poder como su padre- tomo mejor el arma y apunto mejor al torso de Ray.
Cerré los ojos esperando el disparo que sonó segundos después pero nunca el quejido de Ray, a cambio escuche ese sonido de llamas. Abrí mucho los ojos al recibir esa carga de luz en medio de la oscuridad que los pasillos brindaban. Me quede sin palabras al ver como Leo formaba una especie de escudo con llamas cada vez más fuertes.
No sé cuanto paso pero disminuyo la intensidad de las llamas provenientes de Leo, cuando la ultima chispa desapareció el sonido de varias bolas de metal cayendo al suelo resonaron por todo el pasillo.
Quedo un silencio pesado, luego unos aplausos inundaron el silencio.
-vaya, vaya pero que sorpresa- dijo con una sonrisa Harlys- con que fuego eh, parece que el hijo es más poderoso que el padre.
-ve a fastidiar a alguien más con tus armas de mierda- respondió Leo con humo viniendo de la camisa que ahora estaba llena de agujeros.
Harlys sonrió girando para irse por el pasillo que llevaba a una salida de emergencia- nos volveremos a ver… Ray, pero antes tengo pendientes unas visitas- no dijo más y se fue.
Cuando se alejaron lo suficiente, note que había un bulto a unos pasos delante de mí, una mochila, ¡Una mochila!
Es tu mochila mensa
Si eso, mi mochila. Me asegure de que Leo estuviera distraído viendo de que eran esas bolas de metal y de cuclillas me fui acercando a la mochila, cuando por fin estuve cerca escuche a Leo.
-¿ya me dirás que hacías antes de venir aquí? Específicamente antes de buscar el libro- pregunto serio, aun viendo las bolas de metal.
-es… una larga historia
Leo se levanto poniéndome nerviosa al instante, estire el brazo hasta que por fin sentí las tiras de mi mochila, Leo giro sobre sus pies a mi dirección haciéndome pensar que me verían in fraganti.
El destino estuvo esta vez de mi lado, se quedo unos segundos observando todo el pasillo, hasta creí por un momento que me vio a los ojos pero no fue así y termino por recoger su mochila e irse con Ray detrás de él.