Wald
Abro los ojos con algo de pesadez, siento una fuerte luz de color blanco, siento dolor en cada centímetro de mi cuerpo. Pasaron unos minutos para que mis ojos se acostumbraran a la luz, trato de incorporarme pero luego una presión en mis muñecas y tobillos hace que regrese a la misma posición.
Abro mejor mis ojos al notar lo desesperada que estoy por estirarme y veo unas cadenas rodear parte de mi estomago, muñecas y tobillos. Los agito pero estos no ceden, levanto mi cabeza observando que estoy en una habitación de color gris completamente, tengo una bata como de hospital pero estoy segura que no estoy en uno.
En la habitación no hay más que aparatos a mis costados, conectados a mis antebrazos al igual que tubos. En frente mía se encuentra una puerta que puedo asegurar es como la de la habitación en la que me encerraron en casa de Leo. Y a los lados dos ventanales que se, son para que yo no vea desde adentro lo que pasa afuera, y los de afuera pueden ver hacia dentro.
Mi último recuerdo es del hombre diciendo que Adam murió al igual que su madre y luego…
-vaya, despertaste- una voz me saca de mis pensamientos, no note cuando alguien entro. Es un señor tal vez de unos 50 años, tiene anteojos, cabello un poco canoso, es alto y algo delgado.
-¿Dónde estoy?- pregunto. Este solo sonríe.
-mi nombre es Edward Torres, soy tu doctor y estas en unos de los hospitales de la organización CDOL o mejor dicho Custodios Del Otro Lado- fruncí el ceño, nunca había escuchado de ellos-Wald nosotros cuidamos a personas como tú y tu hermano- trago fuerte al escuchar la mención de este.
-¿y porque me tienen encadenada si son custodios?
-es por seguridad- suspira antes de quitarse los anteojos dejándome ver mejor sus ojos color verde- tienes cierto poder que nos interesa y tú al no saber usarlo nos toca ayudar.
-¿con ayudar se refieren ah…?- cuestiono.
-solo diré que nos interesa tu poder y que lo controles pero antes debemos saber si aceptas nuestra ayuda- termina.
No lo conocemos.
Esta vez la voz en mi cabeza tiene razón.
Además las películas dicen que debemos negar.
-¿Qué se supone que me harán? Sé que quieren mi poder, pero ¿para qué objetivo?- pregunto un tanto desconfiada.
Ni se te ocurra aceptar.
-Wald, eres un peligro en estos momentos solo queremos ayudarte a controlarlo…
-eso no responde mi pregunta.
-no puedo darte más información, ¿aceptas o no?- pregunta con un tono más fuerte que antes.
-no diré nada si no me dicen que carajos hago aquí- respondo igual de fuerte.
-debes tomar una decisión, arriesgarte o…
-¡¿O qué?!- pregunto más frustrada- ¡Usted es un desconocido! ¡Y NO ACEPTARE NADA!- grito sintiendo de nuevo esa energía correr por mis venas.
-Wald… cálmate…- dice en un tono más preocupado y mi enojo ya invadió cada parte de mi cabeza.
-¡SUELTENME!
-¡Seguridad!-grita el hombre que ahora se encuentra pegado a la pared.
Comienzo a agitar mis piernas y brazos queriendo que las cadenas se desprendan. Mi enojo aumenta más cuando veo la silueta de un hombre que reconozco y agito más mi cuerpo.
-¡SUELTENME!- repito.
Unas imágenes invaden mi cabeza… sangre, fuego, una sombra, varios hombres uniformados y… mi madre.
La puerta se abre de un golpe mostrando a unos hombres vestidos completamente de gris con un enorme traje como de astronauta y con enormes armas. Mis ojos regresan a la esquina notando que ya no se encuentra la silueta. Y exploto.
-¡DESGRACIADO! ¡LO PAGARAS!- siento una fuerza increíblemente grande en mis brazos y los logro liberar, regreso mis ojos a la puerta, una nube negra sale directo hacia ellos que los manda directamente al suelo. Hago más fuerza en mis piernas y cuando por fin las tengo libres…
-lo siento señorita pero necesitamos que controle su poder- giro encontrando al doctor con una jeringa ahora clavada en mi hombro, vacía por completo.
-¿Qué… me harán?- pregunto sintiendo como mi cuerpo cae.
-solo serán unos ajustes señorita- es lo último que dice cuando caigo en la camilla.
Quedo en un sueño profundo, mis músculos se relajan y todo se torna oscuro.
…….
Lugar: desconocido
Tiempo: desconocido
-Veo que hasta piscina tienen- ahora que lo pensaba hace mucho no nadaba.- ¿No vienen aquí seguido verdad?- negué- yo estaría aquí todos los días una hora antes de que el sol desaparezca- fruncí el ceño.
-¿Por qué a esa hora?
Suspiro- es algo tonto pero es el punto cuando no es de día ni de noche, la debilidad de algunos y la fortaleza de otros.- siguió viendo hacia la piscina.
-no es tonto-pause- ilógico tal vez pero tonto no- alzo la mirada hacia mí.
-¿en serio lo crees?- asentí.
-tengo una pregunta- pause- ¿Qué es para ti esa hora? ¿Tú debilidad o tu fortaleza?- evito que me vea esta vez y giro hacia la piscina.
-yo…-Iba a dar un paso para dar la vuelta cuando resbale y me fui de espaldas, sentí el agua fría en microsegundos, a esta hora era muy fría y fue como si tuviera cuchillos en cada parte de mi cuerpo.
No me esforcé en salir, el dolor era fuerte y con mi ropa gastaría energías. Cerré mis ojos hundiéndome cuando unas manos tomaron mi cintura, abrí mis ojos encontrando a Leo muy cerca de mí con sus ojos muy brillosos, que aun en la noche parecían ser alumbrados por una linterna.
Se acerco y sentí sus labios que estaban tan helados como los míos, tome su cuello para sujetarme de él, una corriente paso por mi boca y pude sentir como mis pulmones recuperaban un poco de aire.
Nos quedamos así por unos segundos, olvide lo helado del agua y sentí como su boca tomaba calor con la mía…