Mi segundo nombre es desastre.

Extra 5: Pretender.

Cuándo me llegó la invitación para la boda de Martha supe que tenía que asistir, no solo por amargar a Patricia sino porque no quería perderme algo tan especial como la boda de dos buenos amigos. El hecho de que Tomas y Henry sugirieron que fuera con Andie hizo que todo fuera muchísimo mejor por lo que ahora me encuentro en la sala del departamento de Andie esperando que ella salga de su cuarto para dirigirnos a la boda que tristemente se realiza en esta ciudad ya que la familia del novio es de aquí. Realmente me hubiese encantado haber tenido que viajar junto a Andie.

Me entretengo hablando con mi hermano y Henry mientras espero a que Andie salga pero al segundo en que la veo me quedo en silencio mientras todo el aire se escapa de mis pulmones.

Se ve absolutamente impresionante usando un vestido de seda rojo exactamente igual al que usó Louisa Clark cuando fue al concierto con Will Traynor en la película Yo antes de ti —sí, vi la película. No me juzguen—. Su cabello lo tiene peinado en ondas suaves que caen por el lado izquierdo de su cuello y el labial rojo que usa hace que mis ojos se desvíen cada pocos segundos a sus apetitosos labios.

—Andie, te ves absolutamente extraordinaria —dice Henry mirándola mientras sonríe.

—Realmente estas deslumbrante —concuerda mi mellizo.

—Eres la mujer más hermosa que he visto —digo una vez que recupero el aliento causando que Andie se sonroje.

—Gracias, tú te ves muy apuesto —dice mientras señala el esmoquin negro que estoy usando.

—Tienen que tomarse una foto juntos —dice Tomas mientras me empuja hasta que quedo junto a Andie.

Henry toma su teléfono mientras pongo mi brazo sobre el hombro de Andie y luego de tomarnos varias fotos, las envía a nuestros teléfonos mientras se sienta de nuevo en el sofá junto a Tomas.

— ¿Qué hacen aun aquí? —Nos pregunta Tomas luego de unos segundos—. Váyanse, diviértanse y me escriben si pasa algo malo. Adiós.

Andie toma una pequeña cartera plateada y después de despedirnos de Tomas y Henry salimos del departamento hacia la entrada del edificio donde está aparcado mi auto. Me detengo frente a mi muy hermoso auto nuevo, un Toyota GT86 negro y sacando las llaves del bolsillo presiono el botón para desactivar la alarma.

—Por favor dime que no robaste este auto —dice Andie preocupada sin dejar de admirar mi auto.

—Si te dijera que no lo hice estaría mintiendo —respondo seriamente aunque sea mentira—. Pero descuida, fue en una ciudad a unas horas de aquí así que por ahora no creo que me encuentren.

— ¿Estás hablando en serio? —pregunta nerviosamente.

—Tranquila, estoy bromeando —respondo para luego reírme—. ¿Recuerdas que te dije que tenía que cambiar de auto pues estaba casi seguro que el mío era acechado por fantasmas? Bueno, decidí finalmente comprarme otro y este fue el elegido.

—Es realmente precioso —dice mientras abre la puerta del copiloto y se monta en el auto.

— ¿Verdad que si? —Pregunto emocionado mientras me monto en el auto—, apenas lo vi supe que tenía que ser mío.

Enciendo el auto y comienzo a conducir rumbo al lugar donde se va a realizar la boda, durante el trayecto nos dedicamos a repasar nuestra historia y todo lo que se supone debemos saber del otro ya que estamos “saliendo”. Una vez que llegamos al lugar me encargo de estacionar el auto y luego de apagarlo comenzamos a caminar hacia el interior de la iglesia.

Una vez adentro nos sentamos en una de las últimas bancas y mientras yo comienzo a hablar nerviosamente, Andie se dedica a observar todo lo que hay a nuestro alrededor.

— ¿Podrías dejar de actuar como una lechuza? —Pregunto exasperado—, me estás poniendo nervioso.

—Yo soy la que debería estar nerviosa —replica mirándome—, no conozco a nadie de los que están aquí.

—Si te sirve de consuelo, yo tampoco conozco a nadie —digo encogiéndome de hombros—. Estoy comenzando a pensar que fue mala idea venir.

— ¿Y ahora es que te das cuenta? —pregunta incrédula.

—No lo pensé detenidamente hasta que nos sentamos —respondo con calma.

—Increíble —murmura negando con la cabeza—. ¿Quieres que nos vayamos?

Cuando abro la boca para responderle, comienza a sonar la marcha nupcial proveniente de la pequeña orquesta que se encuentra al fondo de la iglesia junto al altar. Como dicta la costumbre, nos levantamos del asiento para recibir a la novia y unos segundos después aparece Patricia usando un vestido rosado seguida por unas pelirrojas que supongo son familia de Martha.

Mi primer pensamiento al ver a Patricia después de todos estos meses es que Andie se ve mil veces mejor que ella y es mucho más bonita por lo que me invade una gran ola de alivio al constatar que luego de meses de tristeza, finalmente puedo mirar a Patricia sin sentir nada por ella. Un ligero empujón me saca de mis pensamientos y dejando de mirar a Patricia me concentro en mirar el resto del cortejo nupcial —y debo admitir que los niños que fungen como pajes lucen realmente adorables—.

Cuando Martha entra detrás de los pajes tomada del brazo de su padre me quedo sorprendido pues nunca había visto a Martha lucir tan increíblemente hermosa y feliz, su sonrisa ilumina todo su rostro y termina contagiándome un poco de su felicidad.




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