— ¿Qué harás mañana por la noche? —pregunta Karah mientras ella, Faith y yo almorzamos en el restaurante en el que solemos comer al menos dos veces por semana.
—Es el cumpleaños de mi sobrino menor por lo que lo celebraremos en la casa de mi hermana ¿Por qué lo preguntas? —respondo mientras tomo otro bocado de mi comida.
—Porque quería que tú y Faith fueran conmigo a un club.
—Sabes que a mí no me gustan esas cosas —digo.
—Pero si nunca has ido, como vas a saber si te gusta o no —argumenta Karah.
—Simplemente lo sé —replico.
—Bueno, la semana que viene saldrás conmigo y con Faith sin poner ninguna excusa —dice Karah seriamente—, saldremos a bailar, nos divertiremos y conseguiremos chicos guapos que quieran estar con nosotras.
—Ese es el espíritu —concuerda Faith—, ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que salí a divertirme y de verdad lo necesito.
—Ya está decidido entonces —dice Karah aplaudiendo alegremente —, el próximo fin de semana saldremos de fiesta.
— ¿No puedo decir algo al respecto? —pregunto mirándolas.
—No, ya está decidido —responden ambas antes de comenzar a reír.
Me dedico a observarlas mientras comienzan a hablar sobre los atuendos que se pondrán y cuál es el mejor club de todos, al verlas tan emocionadas sé que ninguna excusa es lo suficientemente buena como para escaparme de esa salida.
*-*-*-*
La sonrisa de Isaac es lo primero que veo cuando la puerta de la casa de mi hermana Verónica es abierta, de inmediato él se lanza hacia mí y me abraza fuertemente por lo que sonriendo le devuelvo el abrazo.
— ¡Feliz cumpleaños cariño! —exclamo emocionada.
—Gracias tía Andie ¿Dónde está mi regalo? —pregunta mirando mis manos vacías.
—Que mejor regalo que mi presencia —digo bromeando y cuando frunce el ceño no puedo evitar reír—. Tu regalo querido sobrino no es algo material por eso no traigo nada conmigo.
—Está bien —es todo lo que dice antes de correr hacia las escaleras rumbo a su cuarto.
Camino lentamente hacia donde escucho las voces del resto de mi familia y como siempre pasa cuando me acerco a la sala, me tropiezo con uno de los muebles de dicha estancia aunque afortunadamente consigo detener mi caída al posar mis manos en otro de los muebles. Al voltear mi mirada me encuentro a mi mamá, a mi hermana Gabriela y a Verónica junto a su esposo Leonardo sentados en los sofás intentando no reírse mientras sostienen en sus manos unos canapés.
—Hola a todos —digo con toda la naturalidad del mundo mientras tomo un canapé de la bandeja que esta encima de la mesita del centro y me siento al lado de mi hermana Gabriela.
—Hola Andie —responden todos al unísono sin decir nada de mi casi caída pues están más que acostumbrados a mis torpezas.
— ¿Y Alejandro? —pregunto.
—Está arriba jugando videojuegos con Isaac —responde Leonardo mientras toma otro canapé.
— ¿Cómo estas cariño? —pregunta mi mamá sonriéndome.
—Yo estoy muy bien ¿Cómo estás tú?
—Bastante bien, aunque —dice antes de suspirar dramáticamente— estaría mejor si viera a todas mis hijas felizmente establecidas.
— ¿A qué te refieres? Si yo tengo mi apartamento propio y un trabajo estable, créeme que estoy más que felizmente establecida —respondo mirándola confundida.
—Sabes que no es eso lo que quiero decir Andie, ya tienes 24 años y apenas si te he conocido tres novios, estoy preocupada de que nunca te cases y tengas hijos.
— ¡¿Es enserio?! —Exclamo levantándome del sofá mirándola incrédula—, mamá no estamos en la época victoriana, no necesito estar casada y tener hijos para estar establecida y como lo acabas de decir tengo apenas 24 años, todavía tengo tiempo. Además no entiendo por qué no le dices algo a Gabriela si ella tampoco tiene novio.
—Realmente no quiero ser incluida en esta conversación —dice la mencionada mirándonos.
—Y yo no quería que esta conversación existiera, pero ya que lo hace tendrás que aguantártela —le respondo.
—Mamá —interviene Verónica—, no creo que este momento sea el más adecuado para mantener esta conversación.
— ¿Y cuándo seria el momento? Si desde que Andie se mudó casi ni la veo —se queja mi madre.
—Eso es porque cada vez que nos vemos críticas mi situación sentimental —replico.
—Es que de verdad me preocupa —dice haciendo una mueca.
—Hagamos un trato —digo con la esperanza de que dejemos el tema a un lado—, tú dejas de incordiarme respecto a mi falta de relaciones y yo prometo intentar que eso cambie, ¿está bien?
—Está bien cariño —responde mi mamá suspirando con resignación.
—Ahora si me disculpan iré con los niños —digo mientras me dirijo a la escalera.
—Intenta por favor no tropezarte con la escalera y caerte, no quiero sangre en mi alfombra —dice Verónica con la risa desbordando de su voz.