Mi segundo nombre es desastre.

Capítulo 7: Parque de diversiones y encuentros inesperados.

—Está bien, repasemos las reglas —digo mientras conduzco hacia el parque de diversiones.

— ¿Es necesario? —pregunta Alejandro mirándome exasperado.

—Muy necesario —respondo con los ojos entrecerrados—. Ahora, díganme las reglas.

—No separarnos en ningún momento de ti, no correr como locos por todos lados y lo más importante, hacerte caso en todo —dice Alejandro.

—Muy bien, de verdad espero de todo corazón que sigan las reglas, ya que si no me hacen caso no les comprare nada —les advierto.

—No te preocupes tía Andie, nos portaremos muy bien —dice Isaac sonriendo.

—Más les vale.

Durante el resto del trayecto nos dedicamos simplemente a escuchar música mientras cantamos a todo volumen riendo. Una vez que llegamos a nuestro destino, nos bajamos del auto y después de pagar los boletos entramos al parque mientras miramos felizmente todo a nuestro alrededor. Siendo honesta, es casi imposible saber quién está más contento, si los niños o yo, pues desde que puedo recordar he sido muy amante de los parques de diversiones.

Terminamos de entrar y rápidamente nos dirigimos a hacer la fila para subirnos en una de las montañas rusas en las que podemos montarnos los tres, aunque como es bastante temprano por la mañana aún no hay muchas personas. Cuando finalmente es nuestro turno y los trabajadores nos aseguran a nuestros asientos, comenzamos a brincar emocionados esperando que la atracción cobre vida, y una vez que lo hace gritamos hasta mas no poder.

Pasamos gran parte de la mañana únicamente en las montañas rusas, y cuando no podía subir a las atracciones con ellos, me dedicaba a tomarles fotos que de inmediato enviaba al grupo de chat que tengo con mi familia. Mientras termino de enviar las últimas fotos que tome, me sorprendo al ver que ya es la hora del almuerzo así que espero a que los niños se bajen de la atracción mientras los espero en la salida.

— ¿Qué quieren comer mis niños? —pregunto mientras tomo a cada uno de la mano y comienzo a caminar hacia el área donde se encuentran los restaurantes y puestos de comida.

— ¡Pizza! —exclaman ambos al unísono.

—Perfecto —respondo mientras nos dirigimos a un pequeño restaurante que gracias a su fachada deduzco que venden comida italiana.

Nos sentamos en un reservado y mientras espero que nos traigan el menú me dedico a mostrarles a mis sobrinos todas las fotos que tome de ellos, lo que causa que me pidan que me tome una foto con ellos cosa que hago de inmediato. Finalmente la mesera se acerca a nuestra mesa y me entrega el menú.

—Entonces… ¿con que quieren la pizza? —pregunto mientras ojeo el menú.

—Con mucho queso —responde Isaac de inmediato.

—Y tocineta —añade Alejandro.

— ¿Algo más? ¿Pimentón o cebolla? —pregunto y de inmediato sonrío ante la cara de asco que ponen los niños.

—Nada de eso tía Andie, solo tocineta y mucho queso —dice Alejandro.

—Como ordenen —digo para luego llamar a la mesera y pedir la comida.

Nos quedamos en silencio por unos segundos mientras miramos alrededor hasta que digo:

—Cuéntenme ¿Cómo les va en el colegio? —algo muy importante que deben saber de mí: No tolero para nada el silencio.

—Bastante bien —responde Isaac—, tengo las mejores notas de la clase.

—A mí me va muy bien —dice Alejandro—, incluso califique para las olimpiadas matemáticas.

— ¿En serio? ¡Felicidades! —exclamo emocionada—. Sabía que ustedes serían unos genios, igual que su tía.

Ambos se ríen y de pronto Isaac mira a Alejandro para luego sonreír maliciosamente y decir:

—A Alejandro le gusta una niña.

— ¿Cómo se llama? —pregunto interesada.

—Su nombre es Iris, estudia conmigo y también está en las olimpiadas matemáticas —responde Alejandro ruborizándose.

—Qué lindo ¿Ella sabe que te gusta? —niega con la cabeza— ¿Y tú le gustas?

—No sé —dice mientras se encoge de hombros.

—Deberías decirle que te gusta, tal vez ella sienta lo mismo —digo sonriendo.

— ¿Estas segura? —pregunta dudoso.

—Sí, tú eres un niño maravilloso, además no tienes nada que perder y mucho que ganar.

—Lo pensaré —dice haciendo una mueca.

— ¿A ti no te gusta nadie? —le pregunto a Isaac.

—No, las niñas son raras —responde estremeciéndose y haciéndome reír.

Bromeamos durante un rato mientras esperamos que la pizza llegue y una vez que esta llega la atacamos sin piedad. Luego de que terminamos de comer, salimos del restaurante y comenzamos a caminar por los alrededores esperando un poco antes de subirnos a las atracciones pues no queremos vomitar, así que terminamos llegando a los puestos donde jugando puedes ganar peluches y esas cosas.

—Tía Andie, quiero jugar ahí —dice Alejandro señalando uno de los puestos donde tienes que derribar unas botellas con una pelota para poder ganar.




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