¡Por fin es viernes!
Eso es algo que diría alguien que no le gusta su trabajo. Pero dado que yo amo lo que hago, esa expresión no es algo que yo diría normalmente, es más yo no quería que este día llegara en lo absoluto pues hoy es el día de la infame cena.
Para mostrar mi inconformidad respecto a lo que tengo que sufrir hoy, decidí vestirme con colores oscuros por lo que usando un jersey negro manga larga, unos pantalones negros y unas botas negras sin tacón salgo de mi cuarto rumbo a la cocina para desayunar.
—Buenos días Andie —dice Henry sin mirarme mientras voltea un panqueque.
—No son buenos, para nada —respondo sonando toda oscura.
—Deja el pesimismo, hoy en un gran día.
—Tal vez para ti, para mi te aseguro que no.
—No seas exagerada, una vez que lo conoces te das cuenta que Sebastian no es tan mala persona.
—Claro, él es todo un pastelito —digo sarcásticamente.
En ese momento Henry termina de cocinar el último panqueque y poniéndolo en el plato donde están los demás se acerca a la mesa para poner el plato sobre esta dándome una mirada extrañada.
— ¿Y tú por qué estas vestida así? —Pregunta confundido—, pareces un dementor.
—Quiero que mi exterior combine con mi interior —respondo encogiéndome de hombros.
—La exageración y tu son uno solo —dice sonriendo.
—No es así —replico—, es que Sebastian de verdad no me agrada en lo absoluto.
—Todavía no entiendo por qué —dice bufando—, sigo pensando que Sebastian es exactamente tu tipo de hombre.
—Arrepiéntete de lo que acabas de blasfemar —digo mirándolo enfadada—, él no es y jamás será mi tipo.
—Claro que sí, él es rubio ojos azules justo como te gustan y si trabaja en una editorial eso significa que le gusta leer, otra cosa que te gusta.
—Retira lo dicho —replico ofendida.
—No lo haré pues es la verdad —dice con suficiencia.
Decido no seguir hablando con él y terminando mi desayuno lo más rápidamente que puedo, lavo los platos que utilice para luego salir del departamento y dirigirme a mi trabajo. Conduzco calmadamente a la editorial y una vez que estoy saliendo del ascensor en mi piso, permito que mi buen humor aumente un poco pues hoy comienza mi plan de venganza hacia Sebastian.
—Buenos días Andie —dice Karah entrando conmigo en la oficina mientras me tiende una taza y un muffin.
—Buenos días Karah ¿Por qué me das esto? —pregunto mirando lo que tengo en mis manos mientras me siento tras mi escritorio.
—Bueno —responde un poco nerviosa—, es que Henry llamo y dijo que hoy estabas un poco alterada así que decidí recibirte con chocolate caliente y un muffin de arándanos que al ser tus favoritos sé que te harán sentir mejor.
—Pues gracias, la verdad es que al recordar que hoy iniciamos con nuestra venganza comencé a sentirme mucho mejor.
— ¡Hoy comienza! —Exclama emocionada—, ya tengo todo listo y casi ni puedo esperar comenzar a hacerlos pagar.
—Te falto la risa malévola de villana —le digo burlándome.
—Tienes razón —es todo lo que dice antes de comenzar a reír malévolamente mientras sale de mi oficina.
El resto del día transcurre con relativa normalidad y cuando ya es hora de irme a mi casa a alistarme para la torpe cena me acerco al escritorio de Karah que se encuentra fuera de mi oficina y encontrándola sentada leyendo un libro de romance con portada rosa le pregunto:
— ¿Ya está todo listo?
—Si mi capitana, solo tengo que esperar a que David y Sebastian se vayan.
—Perfecto, supongo que te veré el lunes.
—Claro que no, recuerdo que tú me dijiste que ibas a salir conmigo este fin de semana así que mañana tú, Faith, Rissa y yo iremos a un club.
—Bueno, entonces nos vemos mañana —digo mientras me dirijo al ascensor.
El trayecto hacia mi hogar transcurre relativamente rápido, y antes de darme cuenta ya me encuentro en mi cuarto preparándome para salir. Peino mi cabello castaño en una trenza francesa de lado y luego de aplicarme una ligera capa de maquillaje tomo de mi armario el atuendo que usaré esta noche. Este consiste en un vestido azul cielo con estampado de flores de cerezo de mangas cortas que llega justo por encima de mis rodillas, unas zapatillas grises con un poco de tacón y unas argollas plateadas en mis orejas como único accesorio.
—Andie ¿Ya estas lista? Si no sales en este momento me iré sin ti —grita Henry desde algún lugar de la sala.
—Ya estoy lista, pero si quieres eres libre de irte sin mí y ahorrarme el dolor de asistir a esa cena —respondo mientras cierro la puerta de mi cuarto y me dirijo a la cocina.
—Para ser alguien que no quería ir a la cena, te esmeraste demasiado arreglándote —es todo lo que dice Henry mientras salimos de nuestro departamento.
—El que no quiera ir no significa que vaya a dejar de arreglarme, ante todo el estilo mi amigo —replico.