Mi segundo nombre es desastre.

Capítulo 15: Ni por todo el oro del mundo.

— ¡Estas mintiendo! —exclamo mientras abro la puerta del departamento.

—Te juro que es cierto —asegura Sebastian entrando detrás de mí y cerrando la puerta a mis espaldas—, eso que vi ese día era un fantasma.

—Realmente me cuesta creerte —digo riendo.

—Yo sé que es difícil de creer, pero eso no evita que sea real —se defiende.

—Bueno, si tú crees que fue real, tal vez lo sea —replico para tratar de apaciguarlo.

Al ver que la sala se encuentra vacía y unas voces provienen de la cocina, Sebastian y yo decidimos dirigirnos hacia donde provenían las voces y nos encontramos a Henry y a Tomas hablando tranquilamente mientras Henry revisa algo que está en el horno.

—Buenas noches gente ¿Qué están cocinando? —pregunto con curiosidad.

—Hola Andie —dice Tomas sonriendo.

—Lasaña, ensalada cesar y jugo de maracuyá —responde Henry.

— ¿Qué pasó? —pregunto mientras comienzo a preocuparme.

— ¿Por qué lo preguntas? —cuestiona Tomas.

—Porque hicieron mi comida favorita, eso significa que tienen algo que decirme que no va a gustarme —digo encogiéndome de hombros.

— ¿Y puedes deducir eso solo por su elección para cenar? —pregunta Sebastian ligeramente impresionado.

—Si puedo, soy así de increíble —digo para luego reírme.

—Andie y Sebastian, por favor lleven los platos a la mesa —indica Henry sacando la lasaña del horno.

Me acerco al gabinete donde están los platos y dándoselos a Sebastian tomo los vasos y los cubiertos para luego caminar hasta la mesa del comedor y colocar las cosas en la mesa. Caminando detrás de nosotros vienen Henry y Tomas cargando la comida y una vez que todo se encuentra colocado, nos sentamos en la mesa para comenzar a comer.

— ¿Ya arreglaron las cosas? —pregunta Tomas luciendo curioso.

—Algo así —respondo mientras me sirvo ensalada cesar.

—Estamos en eso —responde Sebastian sonriendo.

—Bueno Andie, la razón por la que hice esta cena es porque quiero preguntarte algo —dice Henry ligeramente nervioso.

— ¡Oh por dios sí! —exclamo emocionada—. Me encantaría ser su dama de honor.

— ¿De qué hablas? —preguntan Henry y Tomas al mismo tiempo.

— ¿No van a casarse? —replico confundida.

— ¡Claro que no! —exclama Henry asustado—. Es decir, no me opongo a la idea de casarme pero eso es algo de lo que no hemos hablado aún, como sea eso no es lo que quiero preguntarte.

— ¿Me pedirás hacer algo ilegal? Elías puede que te consiga acceso a químicos peligrosos, pero sabes que yo soy experta en esconder un cadáver y que éste nunca sea encontrado.

— ¿Cómo es que sabes esconder un cadáver? —pregunta Sebastian interesado.

—No quieres saberlo —es todo lo que digo.

— ¿Podrías dejarme hablar? —Pregunta Henry comenzando a enojarse por lo que de inmediato hago silencio—, gracias. A lo que iba, la razón por la que hice toda esta cena es para preguntarte si te gustaría participar conmigo en el festival.

— ¿De qué festival hablan? —pregunta Sebastian confundido.

—Del festival que hacemos en la academia todos los años —responde Tomas—. Es un día donde algunos de los estudiantes se presentan y nosotros los profesores estamos obligados a presentarnos.

—Sirve para mostrarle a las personas lo que los estudiantes han aprendido y también ayuda como publicidad para la academia —continua Henry—. Entonces Andie ¿Participarías conmigo? Serían solo dos canciones.

—No, ni lo pienses —respondo mientras comienzo a engullir lasaña nerviosamente.

—Por favor Andie, sabes lo bien que suenan nuestras voces juntas, no le niegues eso al mundo —dice Henry tratando de convencerme.

—No lo haré, sabes que no me gusta mucho cantar frente a personas que no conozco.

—Pero si cantamos juntos la primera vez que me toco presentarme en el festival.

—Eso fue hace 4 años y la academia no era ni la mitad de reconocida de lo que es ahora —digo seriamente—. Además no entiendo por qué de pronto quieres cantar conmigo si te ha ido bien sin mí estos últimos años.

—No es algo repentino, llevo pensando esto desde mi cumpleaños hace 3 meses —asegura Henry—, cuando cantamos juntos en ese karaoke recordé lo divertido que es cantar contigo en un escenario y todas las veces que ganamos los concursos de talento de la escuela, así que me puse un poco nostálgico.

—En la escuela era diferente, antes no me ponía tan nerviosa como ahora y en ese entonces no asistían tantas personas a vernos así que no cuenta. Además el día de tu cumpleaños estaba borracha por lo que no recuerdo haber cantado contigo —digo tratando de excusarme.

—Pues lo hiciste —dice Tomas—, y fue realmente increíble. Jamás pensé que pudieras cantar y bailar de esa manera.

—Como sea, no lo haré.




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