Mi segundo novio, mi primer amor.

I

            Mi vida, para ser sincera, es aburrida. Podría decir que soy de esas chicas que son nerds, a quien le puedes ver la cara de tonta y puedes jugar con ella. Sin embargo, tengo la esperanza de que las cosas cambien. Incluso, mis supuestos amigos me han echado a un lado. A decir verdad, soy solitaria. Es el resumen de mi vida.

            Me he dado cuenta de que cuando se acaba el semestre, no vuelvo a saber de nadie, ni nadie vuelve a saber de mí. Desaparezco del mapa, no salgo de casa y se me olvidan como lucen las calles de la ciudad. Ya me pasó una vez. Siempre iba a la universidad y volvía a casa. Es mi rutina. Un día, salí a comprar unas cosas, entonces observé los edificios y me pregunté “¿eso estaba ahí? No recuerdo haberlo visto, ha cambiado mucho”. En ese momento deduje lo poco que salía de casa, es una sensación horrible, darte cuenta de cómo se te va la vida frente a tus ojos. No disfrutas, no sales, no conoces, no vives. Es lamentable.

            Debería proponerme hacer un cambio en mi vida, pero no sé por dónde comenzar. No es como si fuera tan fácil como despertar un día, sonreír por todo el lugar, hablarle a viejos amigos, tratar de que me incluyan en sus planes, porque no soy de hacer planes e ir por ahí fingiendo que tengo amigos y que ellos tienen un mínimo interés en mí.

            ¿Qué debería hacer primero? Quiero tomarme un café pero debo comprar mis necesidades personales. Supongo que primero comprare las cosas y luego iré a un café. Me gusta vivir sola, a veces se siente muy solitario pero tengo mi libertad y mi privacidad. Sin embargo, las razones por las que estoy viviendo sola, son dolorosas.

            Siendo honesta me sentí una carga para mi mamá toda mi vida, pero sé que me ama, aunque siempre he pensado que ama más a mi hermano. Mi papá vela por mi desde la distancia. Trata de que no me falte nada, y yo también me aseguro de eso. Cuando no puede enviarme dinero yo tengo mis reservas. Ahorros y turnos de trabajo.

            -hola –dijo un chico alto detrás de mí en la fila de la caja. Cuando lo veo, recuerdo haberlo visto en la universidad- ¿sabes quién soy?

            -hola. Sé que te conocí en algún momento, pero lo siento, no recuerdo tu nombre.

          -una vez almorcé contigo en el restaurante de la universidad, soy Eithan –me respondió sonriente.

            -ah, ya recuerdo sí, lo siento, fue hace como 3 meses ¿verdad?

            -sí, no te preocupes, es comprensible, fue solo una vez. ¿vos sos Ana?

            -No, es Ani –le respondí sonriente. Es un poco incómodo para ser sincera, no hemos conversado mucho.

            Entonces soy la próxima en pagar y trato de entretenerme con ello, no soy buena iniciando conversaciones. Y a él no tengo ni la menor idea de que decirle. Sin embargo, por educación, debería despedirme.

            -hasta luego –le digo mientras acomodo la bolsa de víveres en mi mano.

            -¿puedes esperar un momento mientras pago? –y pone torpemente en la caja las cosas que va a comprar.

Y asiento con la cabeza. Pude haberme negado pero ¿Por qué acepté? Hoy quiero tomarme un café. De todas formas debería esperar, no sé qué me dirá.

-eh, ¿tienes afán de ir a tu casa?

-a decir verdad no ¿por qué?

-pensé que podríamos hablar un rato por ahí sentados o algo –el tono que usaba era un poco nervioso.

-sí, claro, podemos ir a un café, tenía pensado ir cuando terminara de comprar –me sentí extraña, no recuerdo haberle dicho eso a un hombre antes, por lo menos, no tan fluidamente y sin chistar.

Sabía que si aceptaba, al principio la situación estaría incomoda. Casi no nos conocemos, las cosas han salido muy espontaneas y no sé lo que pasaba por su cabeza. Además de que caminar a su lado me hacía sentir pequeña. Era un chico muy alto y de piel blanca. No era voluptuoso, pero tampoco estaba muy delgado. Tenía una contextura muy adecuada a su altura y se notaba que al menos trataba de mantener en forma su cuerpo. Sus ojos eran oscuros, las pestañas largas, bonita sonrisa y una barba bien cuidada. En resumen, era guapo.

Al sentarnos en la mesa de Late coffee, todas las miradas estaban sobre nosotros. Probablemente pensaban que hacía un chico guapo con una chica tan común como yo. Me hizo sentir como de película. La chica invisible de la escuela y el chico más popular. Podría decir incluso que la sensación me hacía sentir importante y afortunada. Tenía a un chico guapo frente a mi dispuesto a tomar un café y conversar.



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En el texto hay: primer amor, drama y problemas

Editado: 23.05.2019

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