Es algo estúpido preocuparme por lo que Eithan quería, pero me daba miedo sus intenciones. Me acostumbré a que nadie se involucra demasiado en mi vida. No debía hacerme ideas apresuradas sobre lo que podía pasar más adelante, pero para ser sincera es extraño que de la nada haya querido hablar conmigo.
-¿pasa algo? –me tomo por sorpresa. Me quede en silencio sin saber que decir.
-sí. Digo no. Lo siento. Me distraje es todo –le respondí torpe y con una risita nerviosa.
-también me pasa, no te preocupes, es normal –se rio. Sentí que trataba de que no tuviera pena-. Ha pasado un tiempo desde que conversamos, bueno medio conversamos. ¿Cómo te fue en el semestre? ¿muy pesado o normal? ¿Qué es lo que estudias? Se me olvidó.
-estudio literatura. Pues cada semestre trato de mejorar un poco más. Me funciona, así que me fue bien en general, hay momentos donde se acumulan muchas cosas, pero he podido con todo. Afortunadamente. ¿y a ti que tal te va?
-ingeniería civil. Cada vez se pone más pesado pero me he dado cuenta de que no necesito matarme estudiando, entiendo rápido así que estoy agradecido por eso –se ríe. Y aquí viene el momento de silencio incómodo. ¿Qué debería decir? Piensa rápido Ani. Hay que aprovechar el momento, casi no conversas con otras personas.
-qué diferencia –por dije algo- tú con números y yo con letras.
-sí –contesta riéndose- supongo que son más fáciles las letras ¿no? ¿o qué opinas vos?
-creo que cada una tiene su grado de complejidad. El hecho de que sean textos no quiere decir que sean sencillos. Hay cosas que no comprender a la primera, así como con los números, necesitas practicar con varios ejercicios, en mi caso, debes leer hasta 15 veces –creo que con esto habrá tema de conversación.
-pues sí, en eso tenes razón. Y más porque uno no acostumbra a leer o no leemos bien, pero ya le tenes practica a la lectura.
-te acostumbras, pero no hay momentos en los que la lectura no se queda. Quiero decir, es como cuando estas triste, las cosas no te salen bien, no las haces con ánimo y así, a eso me refiero.
-supongo que lo dices porque te ha pasado ¿cierto? –me pregunto algo preocupado.
Y no sabía si responder cerrado o abiertamente. No estaba segura de si quería que tuviera más curiosidad sobre mí. Pero de mi boca salió una respuesta positiva abierta. Podía preguntar mas al respecto.
-¿y te han puesto así cosas de la universidad o con tus papas? –el tono de su voz era precavido. Era sutil. Podrías decirle sin más, no necesitabas conocerle más para contarle asuntos personales.
-sí. Los problemas en casa no hacen falta, como en todas las familias –no sabía que más decir. Hace dos años que no vivía con mis padres, no había vuelto a saber de mi mamá y para mí, ya no tenía una familia como tal.
A partir de allí, no hubo más silencio entre los dos. Hablamos y hablamos durante dos horas y media. Con él, pude hablar sobre cualquier cosa, no tenía prejuicios, en ningún momento criticó mis pensamientos, solo escuchaba y daba su opinión. Cuando nos dimos cuenta de la hora, salimos rápidamente a casa. Como todo un hombre, me acompañó a la mía.
-esta es mi casa, o bueno, el apartamento donde vivo –le dije mientras señalaba la puerta- es un segundo piso.
-bueno, ya sé dónde vives para venirte a buscar –me sonrió. Y me puso nerviosa. ¿Qué quiso decir con eso?- ¿puedes darme tu numero?
El tono de su voz fue delicada y sutil. Se notaba que estaba preparado para un no como respuesta, o tal vez tenia precaución pues apenas hablamos hoy y ya me está pidiendo mi número. Pero así empiezan. Primero el número, hablar por mensajes, tal vez alguna llamada en la noche, luego te invitan a salir y las cosas se ponen sentimentales.
-te lo daré si llamas.
-bien, te llamaré. Pero también puedo escribirte ¿verdad?
-está bien. Es un trato entonces. Dame tu teléfono y lo anotaré.
Entonces me pasa su teléfono y comienzo a marcar el número. ¿Qué estoy haciendo? Siento que estoy comenzando a adularlo.
-muy bien. Hasta luego. Nos vemos otro día.
Me dio un beso en la mejilla y yo solo pude asentar la cabeza, observando cómo se iba para su casa mientras abría la puerta. ¿Qué fue lo que dije? No es propio de mí, yo no digo estas cosas. ¿Por qué le dije que llamara? ¿realmente quiero que llame? Ay por dios, ¿Ani que hiciste? Ya está hecho, no hay vuelta atrás, más bien pon las cosas que compraste en su lugar.
Ahora, estaré ansiosa. No me hallaré esperando a que llame. ¿y si mejor no contesto? No, no, debería atender, yo le dije que llamara. ¿Qué se supone que voy a decir? Ya basta. Vamos a distraernos y no pensaremos en eso. Debo prepararme algo de comer, mi estómago está vacío, el café no llena.
¿Por qué estoy tan ansiosa? Ni que un chico no me hubiera llamado antes. Pero hace tiempo que no espero esto, que alguien tiende a interesarse en mí. Es algo mínimo, solo fue el número de teléfono, seremos amigos y ya. No debo mortificarme tanto por esto.