Al terminar la clase Káel pensaba profundamente sobre el holograma que vio.
« Toda la escena que acabo de ver podría ser falsa, como en las películas de fantasía de mi anterior mundo. Bastante increíble es que existan los verdaderos magos y que tengan la capacidad de manipular los elementos… ¡Pero si esperan que acepte que una persona puede tener la capacidad de detener el tiempo y de destruir a un enorme ejército de miles de guerreros por si solo están locos! Es demasiado sorprendente para ser real… »
Mientras pensaba sobre este asunto, a su manera, fue interrumpido por una serie de chicas que se le acercaron con rapidez. Lucían bastante curiosas y todas ellas tenían entre 12 y 15 años de edad.
“Hola ¿Eres nuevo?”
“¿De dónde eres?”
“¿Qué edad tienes?”
“Tan pequeño y ya eres un novicio ¡Increíble!”
“Debes ser muy talentoso ¿Verdad?”
Estas entusiastas jóvenes no le daban ni tiempo a responder antes de formular una nueva pregunta. Káel se sentía un poco agobiado debido a tanta atención.
“Mi nombre es Káel, vengo de un pequeño lugar lejano, tengo 6 años e ingresé hoy mismo en la academia” respondió apresuradamente, y casi sin respirar, temiendo a que lo interrumpan con una nueva pregunta en el medio.
Después de charlar un rato con estas jóvenes y de calmar su fisgoneo, finalmente se aburrieron de Káel y lo liberaron. Él no planeaba desperdiciar esta oportunidad, y se escabulló rápidamente en busca de su próxima clase gratuita.
« ¡Sin importar en que universo viva, las chicas siempre aman hablar sin parar! » pensó, un poco exasperado. A veces, hasta envidiaba las habilidades sociales innatas que tenían algunas chicas para conversar.
***
Algunas horas más tarde…
“Arquería.” leyó Káel con nostalgia, antes de entrar en este largo patio lleno de blancos. Esta ya era su tercera y última clase del día.
En sus vidas anteriores había tenido que usar arcos en muchas ocasiones. Pero no como un deporte, como solía hacerse en su vida anterior del siglo XXI; sino como método de supervivencia, para poder obtener comida.
Aunque en su última vida había ganado cierto disgusto contra la cacería de animales innecesaria para obtener sus pieles, esto no significaba que Káel estuviera en contra de la cacería para la supervivencia. Por el contrario, esta era la principal razón por la cual le disgustaban tanto los idiotas que mataban animales con rifles automáticos modernos, tan solo para obtener una piel bonita y venderla a un alto precio luego, o simplemente para presumir de algo que no necesitaba de tanta habilidad real.
Káel entendía mejor que nadie la sensación de estar muchas horas asechando a un animal por un inmenso bosque, con tan solo un arco rustico de madera en su mano, sabiendo que si fallaba en su cometido podría obtener una noche sin cena luego. Por esta razón, estaba totalmente en contra de los idiotas del siglo XXI que cazaban solo por diversión personal con armas extremadamente potentes.
« ¡Si quieres presumir de ser un buen cazador, al menos hazlo como lo hacían tus ancestros! ¡Y ten la decencia de comer lo que sea que caces! De lo contrario, sin importar que tan bueno seas en la actualidad, solo serás basura en comparación a tus antepasados, quienes realmente cazaban por necesidad. » él solía pensar así cada vez que veía algún artículo sobre caza moderna en su vida anterior.
Káel sabía que este mundo se parecía mucho más a aquella época donde cazar era un método de supervivencia para él y su gente, por lo cual estaba más que dispuesto a practicar arquería y volver a rememorar aquellas épocas donde era llamado por el apodo de Flecha Veloz.
Pero había un problema que Káel no contempló ¡Su cuerpo era demasiado pequeño! Los arcos de práctica de este patio eran bastante grandes y duros. Por lo cual, apenas podía sostener uno de estos y mucho menos tensarlo correctamente.
Algunas risas se escucharon en los alrededores, Káel realmente se veía un poco ridículo aquí y había llamado la atención de los otros novicios. Incluso la maestra de arquería lo miraba con ojos llenos de piedad.
“¡Volveré cuando consiga un arco acorde a mi estatura!” enfatizó Káel, mientras se inclinaba levemente hacia su maestra de arquería. Luego se marchó avergonzado.
« ¡Maldición! Debo enfocarme en las disciplinas que no requieran tener un físico adulto. »
Káel entendía que para progresar en este lugar se necesitaban Puntos de Reconocimiento y para poder obtenerlos de forma rápida debía superar los exámenes de las distintas disciplinas enseñadas en la enorme academia.
Aunque convertirse en un aprendiz de mago podría sonar como algo sencillo de lograr, tan solo uno de cada cuatro novicios llegaba a alcanzar esta meta. La razón era sencilla, la mayoría nunca podría juntar los suficientes requisitos para ser considerado como un aprendiz.
Para que un novicio se convierta oficialmente en un aprendiz se necesitaban cumplir las siguientes condiciones:
Káel sabía que le llevaría algún tiempo completar todos estos requisitos, ya que en este momento solo cumplía con la primera cosa de la lista. Por otro lado, la última condición era un poco dura, pero, por suerte para él, las disciplinas disponibles para los novicios apenas estaban relacionadas con el mundo de la magia y en su mayoría eran cosas normales que él ya había visto alguna vez en sus anteriores vidas.
***
Algunos meses pasaron fugazmente y Káel ya estaba totalmente acostumbrado a la vida en la academia. Estaba estudiando diligentemente varias disciplinas y en sus ratos libres asistía a la inmensa biblioteca de la academia para aprender sobre diversos temas interesantes. Aunque no tenía permiso de leer los libros de los pisos superiores, los del primer piso eran una gran colección que podría llevarle años en leer en su totalidad.