“Por supuesto, ambos son mis amigos, pero… ¿Qué ha pasado con ustedes dos? La última vez que nos vimos eran un poco más… delgados.” Káel estuvo tentado a decir normales.
Era bastante extraño encontrar a un mago gordo, pero la situación actual de estos dos era mucho más anormal que solo eso.
Simplemente eran un par de esferas enormes. Dos bultos qué si no tuvieran brazos y piernas, posiblemente podrían rodar por el suelo sin problemas.
Los gordos suspiraron. Ellos sabían que deberían contar esta triste historia otra vez. Lennox fue quien tomó la iniciativa:
“Es una larga historia, pero todo comenzó cuando dejaste el pabellón de novicios. Después de que te fuiste, nosotros quedamos en una situación mucho más precaria debido a que ya no podíamos conseguir nuevos conocimientos tan fácilmente como antes, y además, nuestro talento mágico nunca fue demasiado bueno por empezar. A raíz de esto, tuvimos que buscar nuevas formas de conseguir Puntos de Reconocimiento, para poder seguir progresando en el pabellón de novicios, pero esto no fue algo fácil ¡De hecho fue extremadamente duro y comenzamos a quedarnos sin PR! Hasta que finalmente se nos presentó una oportunidad de oro… ¡Pero quien hubiera sabido que esta oportunidad en realidad estaba llena de espinas!” contó Lennox, con una mueca de pesar en su rostro.
Nicov, con el rostro sombrío, fue quien continuó la historia:
“¡Espinas envenenadas! Un alquimista oficial de la academia estaba necesitando de dos personas para experimentar con una nueva poción que había creado recientemente. Según nos contó, se trataba de una poción revolucionaria que podría mejorar enormemente el potencial de un mago y que era totalmente segura. Debido a que nos aseguró que no habría problemas de ningún tipo, y que la paga por participar era realmente buena, nosotros aceptamos el trabajo de inmediato. Además, nos dijo que aumentaríamos nuestro maná máximo después del experimento, y todo parecía muy conveniente para nosotros hasta este momento. Pero… ¡el muy bastardo se olvidó de mencionar los efectos secundarios!”
“¿Efectos secundarios…?” repitió Káel, que ya se imaginaba donde acabaría esta historia.
“Luego del experimento, nuestro maná realmente se duplicó. E inesperadamente, nuestra fuerza y resistencia física se incrementó todavía más que nuestro maná. Pero, a cambio, quedamos así…”
“¿Así…? ¿Gordos?” preguntó Káel, con una sonrisa casi imperceptible en su rostro.
“Me refiero a que nuestros cuerpos se hincharon enormemente y este solo fue el inicio de nuestros problemas, ya que cosas mucho peores siguieron luego…” mencionó Nicov, con el rostro ennegrecido. Parecía un poco reacio a seguir contando su tragedia.
“Ya veo… Las pociones de alquimia pueden ser algo peligroso si quien las prepara no tiene suficientes conocimientos o es descuidado al hacerlas. Pero no se preocupen, aquí hay muchos alquimistas talentosos y quizás alguien pueda curarlos. Por otro lado, es gracias a este incremento en su poder que ustedes pudieron aprobar la prueba e ingresar a este pabellón superior tan rápido.” mencionó Káel, intentando animarlos.
“Ehhh… En realidad… A pesar de que cumplíamos con todas las condiciones para tomar las pruebas… ¡Nosotros fallamos al tomar los exámenes para ascender a aprendiz mago! ¡De hecho fuimos descalificados en el primero de los tres exámenes!”
“…” Káel estaba confundido en este punto ya ¿Qué hacían aquí si habían fallado en los exámenes para convertirse en aprendices de mago?
Nicov entendió la confusión de Káel en su rostro, y explicó:
“La única razón por la cual llegamos hasta aquí fue debido al experimento fallido que sufrimos. La academia decidió darnos una ayuda extra y nos envió a este pabellón gratuitamente durante todo un año como compensación por lo sucedido.”
Káel se rio en su mente al conocer la historia detrás del asunto. Un pensamiento curioso pasó por su cabeza en este momento:
« Básicamente, la academia no quería hacerse cargo del error producido por uno de sus alquimistas y los envió hasta aquí para que murieran en manos de otros aprendices y poder lavar su culpa… ¡Pobres bastardos sin suerte! »
“Ya veo. Estoy seguro que tenemos mucho con lo que ponernos al día, pero ya hablaremos sobre más cosas luego. Ahora debemos ingresar a la seguridad de la Gran Biblioteca cuanto antes, este lugar no es seguro y más miembros de los Hijos de la Noche podrían aparecer en cualquier momento.” Káel sabía que la única razón por la cual habían vencido recién, fue gracias al ataque sorpresa de Kendra que desconcertó totalmente a sus oponentes.
Los rivales derrotados eran todos del segundo circulo, por lo cual, Káel sabía qué si los combatían otra vez, y en igualdad de condiciones, sería una batalla sumamente difícil. Y, además, tuvieron la suerte de que no había nadie del tercer circulo entre ellos, de lo contrario, habría sido casi imposible derrotarlos, incluso con la ventaja del ataque sorpresa.
“Killian ¿Por qué no has terminado todavía con lo que te encargué?” soltó Káel, frunciendo el ceño, al ver que Killian todavía no había acabado con la vida de una de los sobrevivientes de la facción Hijos de la Noche, quien se encontraba inconsciente en el suelo.
Aldair y Cedric ya habían eliminado a los otros dos sobrevivientes inconscientes, mientras que Tullido había matado a uno, y dañado a otros tres, cuando lanzó su ataque explosivo. Y Kendra, que todavía estaba desmayada, había matado al arquero con su veneno. Por lo cual, solo Killian quedaba ¨virgen¨ de asesinatos en este momento.
“¡Pero Káel! Esta chica ya está inconsciente y probablemente no recordará nuestros rostros cuando despierte…” replicó Killian, mostrándose dubitativo.
“Tan solo falta ella y podremos irnos… ¡Así que deja de discutir y hazlo rápido!” ordenó Káel, con ojos fríos, que dejaban en claro que no era bueno desafiar esta orden directa.