“¿Son los guardaespaldas de la academia? ¡Pensé que enviarían al menos a un mago oficial, pero son solo una parda de niños ¡Que decepción!” se quejó el hombrecillo, en voz alta.
Kendra mostró una expresión extraña y comenzó a frotar sus manos locamente, mientras observaba al sujeto con ojos asesinos. No soportaría que ningún plebeyo del montón se comporte atrozmente frente a ella y la despreciara. Y, por alguna razón incomprensible, ella sentía que si seguía haciendo este movimiento con sus manos, seguramente algo interesante pasaría luego...
Káel se interpuso entre Kendra y el pequeño hombre fornido, mientras una gota de sudor frio bajaba por su rostro. Este idiota no sabía a quién estaba provocando.
Forzando una sonrisa incomoda, dijo:
“La academia asigna a una escolta acorde al precio que nuestros clientes pagan.”
Sus palabras eran claras, y significaban ¡Esto es lo mejor que pudieron pagar, así que no te quejes!
El hombrecillo resopló, y murmuró despectivamente:
“¡Hmm! Es una pena que el jefe desperdicie su dinero así. Por menos dinero de lo que pagó por unos niñatos, podría haber obtenido a un grupo de mercenarios bien entrenados. Como sea, no es mi problema…”
Luego posó su mirada en Killian, que era el más alto del grupo, y declaró:
“Me llaman Gran Oso y estoy a cargo de la seguridad de toda la caravana durante el viaje. A partir de ahora, hablaré contigo cuando haya algo importante, debido a que, pareces ser el mayor de todo tu grupo ¡Ahora todos síganme! Los llevaré hasta donde están los demás.”
“…” Káel suspiró con pesadez. Incluso si no encontraban ningún obstáculo en el camino, este todavía sería un trabajo difícil.
« ¿Primero provocas a esta loca desquiciada y luego decides que el más cobarde del grupo sea nuestro representante? Sin duda quieres causarme problemas… » pensó Káel, mientras le seguía el ritmo al pequeño hombre fornido que se hacía llamar como Gran Oso.
Káel sabía que esta misión se complicaría bastante si no hacía algo pronto. Pero la ciudad era muy bulliciosa, y llena de ojos curiosos, así que decidió esperar al momento oportuno.
Mientras atravesaban parte de la ciudad, el grupo divisó varias tiendas ordenadas, con cientos de productos en exposición.
Káel no sabía mucho sobre la economía de este lugar, ya que, era su primera vez en una gran ciudad. Pero, después de ver que los precios de los carteles de las tiendas estaban expresados en monedas de cobre, plata y oro, estaba completamente seguro de que los PR de la Academia Celestine no le serían de ninguna utilidad aquí.
En la pequeña aldea de Isla Ilaia, la mayoría de los habitantes todavía hacían trueque para comerciar. Además, nunca había tenido la necesidad de hacerlo mientras vivió en ese lejano lugar. Por otro lado, en la academia solo se usaban los Puntos de Reconocimiento, como el único sistema económico permitido para el comercio. Por estas razones, Káel no tenía mucha idea sobre el sistema económico real de este mundo y los precios de las cosas.
« De todas formas, no vinimos de compras… » se consoló Káel, mientras apartaba su mirada de las tiendas.
“¿Qué creen que hacen ustedes dos? ¡Muévanse!” chilló el hombre autoproclamado como Gran Oso, señalando hacia Lennox y Nicov, quienes se habían detenido.
~ ¡grhrrr! ~
El estomago de Nicov sonó con fuerza, mientras observaba fijamente a una tienda con frutas de la calle.
“¡Tengo hambre!” soltó Nicov, mirando fijamente la tienda; como si estuviera a punto de cometer un asesinato con sus ojos.
“No hemos podido comer nada el día de hoy, debido a que estuvimos escapando todo el tiempo, y no tenemos dinero con nosotros ahora.” explicó Lennox, mientras babeaba y se acercaba peligrosamente hacia una canasta con algunas manzanas.
Ambos ignoraron completamente la existencia del Gran Oso, con su ruidosa voz
“…” Káel se quedó pasmado en el lugar, preguntándose porque todos los miembros de su facción eran tan excéntricos.
Ninguno de ellos había traído comida, debido a que estaba incluida como parte del pago por el trabajo, a lo largo del transcurso del mismo. Además, no tenía ni una misera moneda de cobre consigo; ya que nunca había necesitado de tal cosa, hasta ahora.
Pero si no hacía algo pronto, estas dos esferas de grasa, asaltarían la tienda en cuestión de segundos.
Káel miró a Cedric, quién normalmente era el más confiable del grupo.
“¿Tienes algo de dinero…?” preguntó, con una leve sonrisa.
“Si…” Cedric tragó saliva, tenía un mal presentimiento.
“Excelente, sabía que eras confiable. Por favor, ayúdalos a llenar sus estómagos.” pidió Káel, mientras señalaba a los gordos.
“Bueno, solo déjame buscar mi monedero…” Cedric aceptó a regañadientes, mientras analizaba:
« Son solo unas frutas, no será gran cosa… »
Pero, mientras Cedric se encontraba revisando su monedero, y lejos de los pensamientos más descabellados sobre comer en exceso, los gordos ya estaban devorando frutas; como si no hubiera un mañana en este mundo.
Apenas llevaban medio minuto comiendo, cuando Cedric levantó la vista y vio una escena aterradora.
¡Los bastardos ya se habían terminado las manzanas y ahora comenzaban a degustar las peras!
¡Solo que no parecían peras en absoluto, porque los gordos las comían como si fueran un bocadillo casual y probablemente ni siquiera se molestaban en quitarles las partes no comestibles!
“Lo siento por ti Cedric…” suspiró Káel, algo avergonzado.
“Ustedes…. ¡Paren! ¡Ya han comido demasiado!” chilló Cedric, con una lagrima en sus ojos. Pero el pobre fue totalmente ignorado por ambos.
Pasaron algunos momentos más, hasta que los gordos parecieron salir de un trance, mientras se miraban entre sí y se limpiaban sus sucias bocas con sus mangas.
Luego, miraron a Cedric con cautela.