“Bueno... en resumen… tu padre es un mago” dijo Alanna, con cierta solemnidad en su vos.
Káel no pudo evitar estallar en carcajadas al escuchar esto. Se había preparado para recibir muchas posibles respuestas distintas, pero esta lo agarró totalmente desprevenido.
« ¿Un mago? ¿En serio esto es lo mejor que pudiste inventar? ¡La historia del marinero explorador de tierras lejanas era mucho más creíble que esta mierda! »
“¿Te refieres a aquellas personas que hacen pequeños trucos en la calle para entretener a la gente a cambio de algunas pocas monedas?” preguntó Káel forzándose a seguir la historia de su madre con seriedad.
“No exactamente… tu padre es un poderoso mago. Pero no te preocupes, pronto podrás conocerlo” mencionó ella con una sonrisa llena de felicidad y anhelo.
Káel se sorprendió al escuchar esto, pero no lo puso en su corazón.
« ¿El ebrio volverá a casa? » pensó con escepticismo.
“No lo sé con exactitud, pero estoy segura de que tu padre estará regresando en el transcurso de los próximos meses”
“Está bien mamá…”
« Te agradezco el esfuerzo, pero no era necesario. Dentro de algunos meses me dirás otra vez lo mismo y así durante años, siempre es igual en estos casos » pensó Káel con resignación, mientras sus memorias regresaban a aquellos días lejanos con un supuesto padre marinero y una madre que fingía que todo estaba bien.
***
Algunos meses después…
Káel tenía ahora unos 6 años recién cumplidos, y se encontraba cursando el último año de instituto inferior a esta tierna edad. Lo habían promocionado al último curso después de haber demostrado notas perfectas en donde estaba antes. Él ya había sido promocionado varias veces a lo largo de los últimos dos años y sus compañeros actuales eran mucho mayores que él. Pero esto no era importante para Káel ya que seguía siendo el mejor de la clase incluso ahora.
Un día, mientras regresaba a su casa desde el instituto, una conmoción se escuchó en todo el pueblo. Las personas corrían hacia el centro de la aldea con rapidez, mientras hablaban con alegría y sorpresa. Parecía ser un día festivo, como nunca antes había vivido en esta aldea.
Káel fingió ignorar el asunto mientras continuaba su regreso a casa, caminando con normalidad. Pero, disimuladamente, paró sus orejas para tratar de entender la situación.
“¡Finalmente esa persona ha regresado! Espero que pueda mostrarnos algunos trucos increíbles como la última vez”
“¡Lo sé! Apresúrate o nos perderemos la entrega de regalos de esta vez”
“¡De eso nada! Todavía recuerdo el sabor de ese exquisito vino que me dio aquella vez ¡Debo obtener otro igual a como dé lugar!”
"¡Tu siempre estás pensando en alcohol! Yo me conformaré con algunos dulces exóticos del gran continente"
"¡Cof! ¡Cof! ¡Al fin ha regresado! ¡Por fin podré curarme esta estupida tos!"
La multitud estaba alborotaba mientras recorría las calles de la aldea con expectativa.
Káel no pudo evitar fruncir el ceño. Normalmente ignoraría el asunto e iría a la biblioteca por libros, o a su casa a descansar. Pero ya había leído absolutamente todo el contenido literario de interés que había en la aldea y no tenía nada mejor que hacer. Así que prosiguió hasta el centro de la aldea como el resto, para intentar entender la causa del alboroto.
Una gran cantidad de personas rodeaban algo que no llegaba a ver, después de todo era un niño de 6 años y su estatura era demasiado baja para poder ver a través de tanta gente.
Había algo que tenían en común todas estas personas, y era que todos ellos eran adultos. De hecho, el más joven de ellos parecía tener al menos unos 16 años, y los más grandes eran ancianos que rara vez salían de sus casas. La mayor parte de los adultos de la aldea se habían reunido en este lugar hoy.
Káel usó su pequeño cuerpo para infiltrarse hábilmente entre la multitud y acercarse al centro. Mientras lo hacía, llegó a oír una voz que reconoció de inmediato.
“Estimado señor Shan, tengo entendido que esta vez estuvo en una misión en un lugar muy lejano ¿Qué tal ha ido todo?” dijo en un tono sumamente respetuoso esta voz, que Káel reconoció como el jefe de la aldea en la que vive.
El jefe de la aldea normalmente era un poco autoritario y todos solían hablarle con el máximo de los respetos. Incluso hasta los Domadores de Bestias del lugar lo tratarían con mucho respeto debido a su status superior. Pero ahora este importante personaje estaba actuando extremadamente humilde frente a la figura desconocida.
« ¿Ha llegado el rey de un país o algo así?? » pensó Káel con suspicacia.
“Por suerte todo ha marchado bien. Y la prueba de esto es que sigo vivo todavía ¡Haha!” respondió alguien entre risas. Su voz era fuerte y clara, y transmitía una sensación de seguridad con solo escucharla.
“¡Eso es bueno! ¿Que sería de nosotros si algo llegara a pasarle?” comentó el jefe de la aldea con júbilo en su voz.
Luego de oír por un tiempo la conversación entre los dos, y de notar que el recién llegado estaba repartiendo regalos como si fuera santa Claus en navidad, Káel finalmente logró acercarse hasta el centro de la multitud. Pero mientras lo hacía pareció notar algo curioso...
« ¡Todas estas personas llaman a este personaje misterioso como señor Shan! Acaso… no puede ser… »
Finalmente logró acercarse lo suficiente para vislumbrar la figura, tenía cabello castaño oscuro, barba tipo candado, músculos bien formados y una túnica ostentosa de color negro que lo hacía destacar mucho entre la multitud. Además, portaba una especie de vara larga en su mano que medía alrededor de dos metros.
« ¡Wow! Este sujeto se ve realmente imponente... es una pena que necesite de la ayuda de un bastón para poder caminar... » analizó Káel a su manera. Y aunque su instinto le gritaba que esa robusta vara de madera y oro no era para eso, Káel era demasiado realista para hacerle caso a su instinto y normalmente prefería guiarse por su propia lógica, obtenida a través de la experiencia de varias vidas a lo largo de la historia de la tierra.