Gloria solo se quejó durante los 9 meses de su embarazo, maldiciendo lo horrible que era tener una barriga tan grande.
—¡Mírame! Estoy gorda. Sabía que esto me traería problemas
Gregorio suspiró y se acercó a ella, abrazándola por detrás.
—Gloria, no estás gorda, cariño. El embarazo te hace parecer así, pero...
—¡Sí, claro! El embarazo me tiene con hambre todo el tiempo y no sé cómo controlar mi dieta. Pero, claro, tú no lo entiendes porque no eres el que debe cargar con todos estos dolores
—Gloria, eso no es justo. He intentado ayudarte con todo. De hecho, he estado haciendo todo, desde limpiar hasta llegar del trabajo. Pero tú no valoras nada. ¿Qué es lo que realmente te hace sentir incómoda?
—¡Y eso qué! Yo lo que quiero es volver a tener mi cuerpo delgado y no verme como una vaca
Gregorio suspiró tristemente, dejando caer una lágrima por su mejilla. Él ya no sabía qué hacer ni qué decir. La amaba, pero ella no lo entendía.
—Gloria, solo un poco más. El doctor dijo que tal vez en unas semanas nazca. Igual podría ser en cualquier momento. Ya tienes 9 meses, así que es muy probable que no tarde mucho
—Y espero que sea rápido, porque ya no aguanto tener esto encima
Ella salió de la habitación, cerrando la puerta. Gregorio se quedó pensando en cómo hacerla feliz, pero Gloria no se conformaba con nada.