Han pasado 10 años. Cloe ya es una mujer de 23 años que está a punto de casarse.
—Lo que más voy a disfrutar será cuando me entregues al altar, Papi. Quiero ir agarrada de tus brazos.
Gregorio se limpió una lágrima y le dio un beso en la frente.
—Mi pequeña estrellita ya es toda una mujer, ¿eh? Espero que siempre recuerdes lo mucho que te amaré, aunque estemos separados.
Cloe lo miró con una sonrisa pícara y le acarició la mano, que ahora tenía algunas arrugas por los años.
—¿Separados, dices? Tú te vas a vivir conmigo.
—¿Qué? Hija, yo no...
—Shhhh, no digas nada, papá. No te preocupes. Vendremos a nuestra casa de vez en cuando para echarle un vistazo, pero yo no pienso dejarte solo por un hombre. Lo amo, pero también te amo a ti.
—Hija...
—No, papá. Ya mi prometido está enterado de esto. Tú me cuidaste a mí, ahora es mi turno de hacerlo contigo.
Las músicas de la iglesia comenzaron a sonar y Cloe entró agarrada de los brazos de su papá, el cual se la entregó a su esposo. La boda fue un momento lleno de lágrimas de felicidad y risas.
—¡Quiero hacer un brindis! Gritó Cloe. Un brindis por mi padre... El hombre que me hizo la mujer que soy hoy en día. Mi padre me enseñó las dos cosas más importantes: sé valiente, pero también inteligente. Estudia porque te gusta, no por ambición. Con eso, mi padre me quiso decir que no me dejara llevar por lo que pueden ofrecer algunos trabajos, y que estudiara lo que realmente me gustara. Y mi padre estuvo cuando me gradué de psicóloga hace un año... Si no hubiera sido por él, seguramente yo hoy no estaría aquí. Mi mamá nos dejó y no quería tenerme, pero mi padre sí quería que yo llegara. Ella me dio a luz y luego nos abandonó. Y mi padre se quedó conmigo. Me reprendió cuando cometí errores, no con golpes, sino con palabras, consejos y enseñanzas. Y siempre fuimos solo nosotros dos, y ahora... Lo seguiremos siendo.
Gregorio, como siempre sentimental, ya tenía las mejillas sonrojadas de llorar y todos aplaudieron.
—Te amo, hija...
Cloe le dio un abrazo y ambos se mantuvieron así por un buen rato. Cloe lo miró desde lejos mientras Gregorio hablaba con los demás invitados y ella hablaba con su esposo, un hombre tranquilo y para nada conflictivo, el cual desde un principio aceptó que Gregorio viviera con ellos.
—Él es, y siempre será mi súper papá...
❥Fin❥