Mi Tío al Rescate (serie Brown)

Capítulo 2 ★ Edición especial★

 

 

 

PASADO: 



—¿Te vas? —preguntó Lupita haciendo pucheros. 

—Sí… no tengo nada que hacer aquí, ni siquiera trabajo puedo encontrar, a donde quiera que vaya a pedir trabajo ya sabes lo que pasa… 

—¿Pero a dónde irás?  

—No lo sé… No tengo ni idea para dónde, lo único que si sé... es que me iré lejos de aquí, sabes que siempre me ha gustado el modelaje, al menos tengo que intentarlo. ¿No crees?  

—¡Pues sí!.. ¿Pero qué voy a hacer yo sí mi mejor amigo? —preguntó Lupita, sintiendo donde sus lágrimas empezaban a escurrir por sus mejillas. 

—Yo también te voy a extrañar mucho, pero sabes que debo hacerlo, no hay un lugar para mí aquí, solo vine a despedirme cuando ya esté establecido en algún lugar te voy a llamar. 

Lupita abrió su mochila, y empezó a sacar monedas y unos cuantos billetes que traía. 

—Ten toma esto, sé que es poco pero de algo te puede servir. —le dijo la jovencita tendiéndole sus manos,  con el poco dinero que tenía. 

—No te lo puedo aceptar, se la difícil situación por la que estás pasando junto con tu familia, y no podría quitarte ese dinero qué con tanto sacrificio te ganas.  

—Aaaah… que importa son unas cuántas monedas, más tarde me iré al metro a cantar y a la plaza, porfavor tómalo. —insistió. 

Daniel con una sonrisa en su rostro y con un nudo en la garganta, tomó las monedas y un par de billetes y se lanzó a los brazos de su querida amiga Lupita, esa que desde que tenían cinco años no se habían separado. 

Se quedaron abrazados por unos cuantos segundos, Lupita solamente sorbió su nariz aguantando las lágrimas, tratando de controlar todas esas emociones y la tristeza de saber que su amigo se iba tal vez mucho tiempo, se quedaba preocupada por él pero también podía entenderlo. 

El le dio un beso en cada mejilla, se limpió sus lágrimas fingiendo una sonrisa, tomó su mochila y salió de ahí, sin mirar atrás. 

Lupita se quedó en la puerta de su casa viéndolo alejarse, hasta que lo perdió de vista deseándole mucha suerte, y que encontrara lo que tanto le hacía falta, y con esa esperanza de volver a estar juntos. 



★★★★★ 



FELIPE DANIEL:  



Después de que me despedí de mi querida Lupe, empecé a caminar y a caminar sin detenerme, buscando la carretera más cercana, y tratar de encontrar a una alma piadosa que me diera un aventón.  

Mi primer destino sería la ciudad de México, ya estando ahí buscaría la manera de seguir avanzando hasta llegar al norte del país, dicen que ahí hay mejor vida, me podría establecer un tiempo y buscar algún trabajo para juntar algo de dinero, después moverme a la frontera para pasar a Estados Unidos. 

He escuchado que mucha gente va para allá a buscar una mejor vida, no pierdo nada con intentarlo de todos modos aquí eh vivido una vida miserable no creo que allá sea peor. 

Ya estando muy cerca de la carretera, solo veía vehículos pesados o de carga que pasaban a alta velocidad, pero no me detuve seguí sin perder las esperanzas, solo me encontraba con carretera frente a mí y muchos sueños por querer cumplir. 

Caminé no sé por cuántas horas sin detenerme, viendo solo hacia el frente con el sol abrumador de estas tierras infernales, que te sentías rostizar 

Mis pies me dolían sentía que ardían por el pavimento caliente, había colocado en mi cabeza una chamarra para cubrirme del sol, sentía mi boca seca y sin contar que mi estómago pedía alimento. 

Y por fin esa alma piadosa se compadeció, deteniendo un enorme vehículo de carga con caja atrás 

Cubrí con mi mano los rayos del sol para observarlo, guié mi mirada hacia arriba viendo el señor de cachetes grandes, barba blanca, y cabellera abundante entre cana, imaginándome a ese famoso personaje de las navidades, que nunca me trajo nada. 

—¿A dónde vas muchacho?—preguntó. 

—A donde quiera que usted vaya. —le contesté ya desesperado, por mi cansancio. 

—Sube pues. —me mencionó con esa voz de acento extraño, yo no lo pensé dos veces, y con una sonrisa subí al enorme vehículo al lado del copiloto, agradeciéndole a la virgen morena, que ya no iba a caminar más. 

—Gracias Señor, yo me llamo Felipe Daniel, pero para los amigos soy nada más Dany. 

—Yo me llamo Noé. —pronunció con una sonrisa, imaginándome que tal vez sí era papá Noé en persona, ya que su aspecto era igual, hasta panzón estaba, debería de reclamarle que nunca me trajo esa muñeca que tanto había deseado (pensé).. 

—¿Usted a dónde se dirige? 

—Yo voy a México a dejar la mercancía que traigo atrás, después haré otra carga y me iré directo a Chihuahua. ¿Tú hacia dónde vas? 

—Bueno voy a ser sincero con usted, ya que estamos entrando en confianza, fíjese que abandoné mi casa podrá imaginarse porque.. Así es.. soy eso que se está imaginando, y no me avergüenzo.. pero ya estaba harto de que me juzgaran y no me den trabajo, así que voy a buscar una mejor vida ¿a dónde? tampoco lo sé.. pero lejos de aquí. —le dije muy sincero, esperando que no me lanzara por la ventana y adiós sueño americano, en eso lo escuché carcajearse, y como siempre han dicho, que a los locos hay que seguirles la corriente, pues mi ataqué de risa junto con el. 

—A qué muchacho tan loco, pero me da gusto que seas valiente y que luches por salir adelante, pues como te digo yo voy para México si quieres quedarte conmigo podemos descargar todo lo que tengo atrás, y después nos vamos a Chihuahua, si tienes planes de viajar al norte. 

—¿De verdad haría eso por mí? Aquí traigo algunas monedas se las puedo dar. —mencioné justo cuando mi estómago hizo un ruido extraño haciendo que me sonrojara, él solo sonrió y llevó una de sus manos a la parte de atrás del asiento, sacó una mochila, la colocó en medio de nosotros dos, y sacó un envoltorio en color plateado. 

—Toma.. come esto, es poco pero te calmará el hambre.. más adelante hay una estación ahí llegaremos a comer algo. 

—No puedo aceptarlo señor, cómo le voy a quitar su comida. 

—Anda muchacho come no te preocupes, ahorita llegaremos por una buena comida caliente. 

Yo sonreí,  y abrí el envoltorio dándole una mordida a ese delicioso sándwich, qué me supo a gloria del hambre que traía, agradeciéndole al universo de haberme puesto a este hombre en mi camino. 

Después de casi cuatro horas, por fin llegamos a esa estación, había varios vehículos pesados estacionados  alrededor, la mayoría llegaban a comer, así que entramos y pedimos un delicioso plato de sopa y un trozo de carne. 

Yo por más que le insistí en darle las monedas que Lupita me había dado, no me aceptó ni un solo peso, cosa que le agradecí bastante. 

No todos los días te encuentras con gente buena, qué te eche la mano sin recibir nada a cambio, y menos a una persona como yo, que lo único que había recibido a lo largo de mi vida, habían sido insultos menosprecio y discriminación. 

Después de un rato fui a los sanitarios que se encontraban en la parte de afuera, lavé mi rostro dejando mi mochila sobre el lavamanos.  

De repente vi una pequeña sombra imaginándome a un niño, observé a hacia todos lados pero no alcancé a ver a nadie, pensé que era producto de mi imaginación, así que seguí con lo mío peinando mi cabello y lavando mis dientes, en eso vi que unas pequeñas manos tomaron mi mochila del lavamanos y salió corriendo. 

Me di cuenta que no era producto de mi imaginación, y que realmente era un niño y para colmo se estaba robando mis pertenencias. 

Pero yo no me quedé con los brazos cruzados, y salí deprisa detrás de esa pequeña criatura, pero como sus piernas eran cortas a comparación de las mías, y aparte estaba gordito y zambo, no batallé mucho en alcanzarlo tomando nuevamente mi mochila, pero él se aferró a ella dándome cuenta que no era un niño sino un.. un..  

—Maldito enano, suelta mi mochila. 

—Quítamela si puedes. —mencionó con su voz ronca, pareciendo que se había comido al mismo Lucifer. 

—Aaah ¿Me estás retando? ¿Crees que no puedo?  

—Quiero verte que puedas mariposita. 

Los dos nos enredamos en una disputa por mi mochila jalándola por todos lados, a pesar de que era un enano estaba fuerte y yo estaba más alto pero debilucho, pero no me dejé, así que tomé mi mochila con fuerza, si era lo único que tenía y no iba a permitir qué me la quitara. 

Ninguno de los dos la soltaba, el intentó darme una patada pero como su pierna era muy corta no me alcanzó, eso me causó risa soltando en carcajadas burlándome de él. 

El se dio cuenta de mi burla eso hizo que me viera con su cara enfurecida y que menos la soltara,  así que lo que hice fue agarrar la mochila con más fuerza, y empecé a girar y a girar tratando que la soltara, pero el muy maldito se aferró más a ella. 

Giré con más fuerzas  elevándolo del piso, haciendo que el enano abriera grandes ojos aferrándose todavía más. 

En eso escuchamos un fuerte grito, dándome cuenta que era papá Noé el qué había llegado, los dos de inmediato soltamos al mismo tiempo la mochila, el cayó de golpe de sentón, al igual que yo que me fui hacia atrás, pero de inmediato reaccioné, y tomé de nuevo mi mochila aferrándome a ella, viendo al maldito enano tirado en el piso sobándose el trasero. 

—¿Qué es lo que está pasando aquí?  
—preguntó. 

—Este mugroso enano, que intentó robarme mi mochila. 

—¿A quién le estás diciendo mugroso enano?  

—A ti… ¿a quién más? eres el único enano mugroso que hay por aquí. 

—¿Es eso cierto Rafa? —preguntó Noé. 

—A ver, a ver, a ver… —¿Ustedes dos se conocen? —pregunté con las manos en la cintura, esperando una respuesta, ya que me negaba rotundamente que mi querido Noé fuera amigo de esa garrapata cabezona. 

—Sí… todo mundo lo conoce, pero no entiende que no debe de robar a la gente que pasa por aquí, se lo vivo diciendo, pero no puede controlar su enfermedad. —pronunció mientras que el enano se ponía de pie sacudiendo su ropa. 

—Entonces eso quiere decir que eres el ladrón personal de este lugar.  
—pregunté. 

—Y a ti qué te importa, mariposa de primavera.  

—Pues seré una mariposa y todo lo que tú quieras, pero no soy un delincuente como tú. 

—Roba sin pensarlo, tiene una enfermedad que se llama cleptomanía, pero todos aquí que pasamos muy a menudo ya lo conocemos, el problema es que no todos lo conocen así como tú Daniel, y eso es preocupante porque un día se puede topar con una persona que lo lastime o le haga daño, sin saber que roba por enfermedad. 

—Bueno en este caso, me disculpo por haberte dicho delincuente, yo no lo sabía. —mencioné sincero. 

—Tú discúlpame, por haberte dicho mariposa de primavera. —me dijo el enano con una sonrisa. 

—En realidad no me ofendiste, siempre quise ir vestido de mariposa el día de la primavera, pero nunca me lo permitieron. —pronuncié y los tres soltamos en carcajadas. 

—Es hora de irnos Daniel, porque son 22 horas de aquí, hasta México, ya llevo comida para el camino. 

—¿Van para México? ¿Puedo ir con ustedes? —preguntó Rafa. 

—¿Qué opinas Daniel.. lo llevamos?  
—me preguntó Noé con una sonrisa. 

—Por mí no hay ningún problema. 
—contesté con una sonrisa, y ahí iba yo Felipe Daniel, con papá Noé y uno de  sus enanos y aún no era Navidad. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.